Y, sin embargo, Nicolás Cabré es un gran entrevistado. “Si me querés hacer hablar cuando estoy en otra cosa o me metés el micrófono de prepo, no me va a gustar y te lo diré sin vueltas... Soy respetuoso, pero si alguien me falta el respeto yo contesto, no tengo ningún problema. A mí no me sale la fallutería”, dice el actor que la semana pasada tuvo un fuerte cruce de palabras con Osvaldito , el caza autógrafos de Un mundo perfecto (el programa de Roberto Pettinato, por América) que quería su firma cuando él descansaba en la vereda de Pol-ka.
“Se han dicho cosas tremendas de mí muchas veces... Que era malhumorado o agrandado es lo menos que se dijo. Y nunca me preocupó, de verdad. Sí me molestó ver, en su momento, que mi familia no la pasaba bien. Yo trato de ser ubicado, recibí una buena educación de mis padres e intento cumplir con eso, pero si me buscan me van a encontrar. Yo sé que hay gente a la que le debo caer bien y otra que me odiará directamente. No puedo cambiar eso. Yo soy de esta manera, si te gusta, bien . Me parece divino que haya actores que abran las puertas de su casa y muestren tranquilamente su intimidad, pero yo no voy por ahí. Y a veces no se respeta esa decisión”, aclara el actor que, con 21 años de carrera, siempre se paró en la misma cornisa, sabiendo qué suelo hay de cada lado.
A los 31, uno de lo protagonistas de Los únicos (a las 21.50, por El Trece), la ficción más vista del año, siente que “la gente que me conoce sabe lo que soy, lo que hago. Cuando se decía de mí que era sucio, drogadicto o gay, ni mi mamá, ni mi papá, ni mi hermano me pidieron explicaciones. Yo tampoco puedo ni quiero controlar a nadie. Así que, que digan lo que quieran.
¿Nada de eso te pueda lastimar? No sé si lastimar. Sí hay cosas que todavía me pueden molestar. Pero, al mismo tiempo, esos que hablan me han quitado presión. Ya sé que, haga lo que haga, hay determinada gente en este medio que me va a criticar. Y con esa gente siempre me voy a llevar mal y está bien que quede claro: cada uno de su lado. No creo ser la mejor persona del mundo ni la peor, pero yo soy muy sincero y digo que ‘no’ muchas veces y eso irrita al otro.
¿Esto te llevó a replantear el camino alguna vez? No, pero hay frases que jamás voy a entender y a las que no adhiero, como ‘Ese es el precio de la fama’.
¿Qué precio, si yo no compré nada? O ‘Te debés a...’ . Yo no me debo a nada ni a nadie, puedo agradecer, puedo sentirme privilegiado porque trabajo de lo que me gusta. Pero mi trabajo es actuar, no es hacer una nota o ser necesariamente simpático o tirar chistes caminando por la calle frente a una cámara. No me siento en esa obligación. Si doy una nota es porque quiero. Yo trabajo cuando dicen ‘acción’ y paro cuando dicen ‘corte’ . Además, no sé pilotear muchas situaciones de exposicón...
No sos carne de “CQC”...
¿Vos sabés que con CQC me llevo bien desde lo que soy? Lo que pasa es que no soy el gracioso que te rema una nota en los estrenos. Me da vergüenza hacerme el chistoso en las notas. Y, por sobre todas las cosas, no soy falso.
Con tiempo, gaseosas y un puñado de escenas que lo espera para grabar toda la tarde, Cabré detiene el reloj y contesta sin apuro, aún cuando respeta a rajatablas su ‘manual de estilo’ . Confirma que está de novio con Eugenia Tobal (verCompañeros y algo mas ) y suelta que “estoy muy bien. La vida privada me la guardo para disfrutarla y dejo que hablen los demás”.
Ya sin la barba de los primeros días de programa (ver Mi barba )define a su criatura de ficción -Axel Etcheverry, el mismo que seis años atrás interpretó Sin Codigo como “un loquito, un inimputable. Es un tipo que más de una vez no tiene lógica en lo que hace ni en lo que dice. A mí me divierte mucho hacerlo y me da la posiblidad y la libertad de jugar con un montón de cosas que otros personajes no me dan”.
Instalado cómodamente en la comedia -no de comodidad, sí de naturalidad-, se luce con las caras y los gestos del ‘irrompible’ -ése es su don- de la brigada de Los únicos
. “En Sin código no estaba tan loco como ahora. A Axel siempre lo recordé con mucho cariño, por eso acepté enseguida. Y las cosas que le fuimos agregando están buenísimas. Y está buenísimo también que los chicos se rían con este personaje”. Agente de un grupo que tiene superpoderes, “la vida lo arruinó. Y encima tiene una extraña relación de amor con Nielsen (Adrián Suar), al que odia al mismo tiempo. Está loco pero tiene un costado lindo. Y su locura, al menos para mí, tiene una explicación”, admite Cabré. Y cuenta que “en producción y en edición me ayudan para que le pongamos cosas nuevas. Jugamos bastante con el absurdo y muchas veces estamos al límite de zafarnos, pero no olvidamos que estamos haciendo un programa que ven muchos niños”.
Ex delantero en los potreros de su Mataderos natal y fanático de Vélez, asegura que jamás soñó con ser futbolista: “Jugaba arriba, de 9, pero con los años me fui tirando para atrás... Creo que voy a terminar como fotógrafo, detrás del arco”. De chico, cuando un Rambo de plástico era su muñeco favorito, “fantaseaba con ser actor, veía a (Alberto) Olmedo y me encantaba”. Con el tiempo, su “máximo referente” pasó a ser Alfredo Alcón, en un espejo de admiración mutua (verEs un pibe.".) “Trabajar con él fue, lejos, lo más maravilloso que me pasó. Ni en mis sueños más ambiciosos figuraba la remota chance de compartir un escenario con Alfredo (como pasó en El gran regreso ). Darío (Grandinetti) es otro de los grandes con lo que trabajé (en la obra El cartero ), un orgullo para mí. Son tipos que, además, tienen claro cómo moverse”.
¿Qué hacés cuando no trabajás? Trato de leer y, por lo general, cuando tengo un tiempo trato de pasarlo con mi familia, en Mataderos. Voy a ver a mis viejos, a mis amigos, a mi hermano. Voy al café en el que se encuentran mi papá, sus amigos, mis amigos. Hay un cruce generacional muy interesante y se habla de lo que sea. Voy ahí desde que tengo diez años y a veces ni hablo, sólo escucho.
¿Sos uno más o sos Nicolás Cabré? Soy el hijo de Norberto, el hermano de Duilio. Mis amigos son los mismos cuatro amigos que tenía en la infancia. Cuando no trabajo me vuelco mucho al afecto, que es un tesoro que hay que cuidar y no regalar. Soy demostrativo, pero no soy muy pegote.
¿Pero se nota cuando querés? Sí. Y cuando no quiero, también.
Fuente:Clarin.com
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