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Mariano Martínez & Eugenia Tobal: de pantalla en pantalla

Mariano Martínez y Eugenia Tobal, dos de las figuras más exitosas de la TV, son piezas esenciales del elenco de Los únicos, y también hacen cine.





 El, ahora con 33 años, ya filmó cuatro películas, El faro, NS/NC, Sólo por hoy y la muy exitosa Peligrosa obsesión, después de la que abrió un paréntesis en la pantalla grande que ahora cierra. Ella, a los 36, acredita siete largometrajes (los últimos Yo soy sola y Ni dios, ni patrón, ni marido, hace dos años). Por primera vez se los ve juntos en la pantalla grande.





En Güelcom, que hoy estrena Primer Plano, Leo es un psicólogo solitario. Ana, su ex novia, lo dejó para irse a "probar suerte" como cocinera a España. El decidió quedarse aquí. Cuatro años después ella vuelve de visita al país, para participar en la fiesta de casamiento de dos amigos en común. Y, estaba escrito, se cruzan.
Ese es el punto de partida de la comedia romántica que marca el debut como realizador del hasta ahora camarógrafo Yago Blanco, y para la que lograron reunir no sólo Martínez y Tobal, sino además Peto Menahem, Maju Lozano, Eugenia Guerty, Gonzalo Suárez, Ana Yovino, el español Chema Tena y, en una participación especial, Gustavo Garzón.
Toda una sorpresa
¿Cuántos grados de separación hay entre Mariano Martínez, Sophie Auster (la hija de Paul) y James Jagger (el hijo de Mick)? ¿Por qué Martínez no estará en la versión teatral de Los únicos que ya se prepara para el verano marplatense? ¿Qué proyectos tiene entre manos para 2012 en cine y TV? ¿Por qué lo entusiasmó Güelcom?
Varias son las cuestiones que el actor -uno de los más requeridos por la prensa local- no cuenta habitualmente.
Sin embargo, en diálogo con LA NACION, dijo lo que tenía que decir.
-¿Te persiguen mucho los periodistas?
-Depende del momento que estés pasando. Algo te acostumbrás, pero nunca a tanta exposición. Hay que tratar de relajarse un poco y disfrutar, porque en definitiva esto es una buena señal. Cuanto más te presten atención, mejor.
-¿Cine o TV?
-En Los únicos, son diez horas de grabación y veinte escenas, quince promedio, diarias. En cine, en cambio, el promedio es de sólo tres escenas, y para contar una historia tardás seis o siete semanas. Es mucho más relajado, incluso con un ensayo y un análisis de la situación y el cuento más profundo. En la tele, el tiempo es tirano. Hay improvisación, espontaneidad y oficio. De las novelas salen cosas muy buenas.
-En la TV haces de una especie de Isidoro (Cañones) y en el cine de un psicólogo de diván.
-Sí, mi personaje de Los únicos tiene algo de eso, de un Isidoro enamorado. En la peli soy un chico que está muy solo, que reflexiona su vida con el espectador. Muy estructurado. A veces hay que tomar decisiones para ser feliz, no quedarse en lo que uno cree que es fácil. Si vos querés sentirte pleno, tenés que jugártela. Y se la juega.
-¿Y cómo enfrentaste componer a un personaje así?
-Hice terapia muchos años, desde los nueve años, y te quedan imágenes de esa experiencia. Además, este personaje está soñado, pensado y creado por Diego [Núñez] y Yago [Blanco] con mucho cuidado. Sólo tuve que seguir lo que estaba escrito, entregarme. Lo de su profesión es una excusa para mostrarlo más claramente a través de su propio análisis.
-¿Te interesa componer personajes diferentes?
-Estoy muy contento con todo lo que vengo haciendo, en especial por la respuesta de la gente ante todos mis trabajos. Pero también con mi crecimiento como actor, y eso te agranda el panorama. Cada momento tiene lo suyo. Tengo muchas ganas de que los directores de cine, los de unitarios, se interesen en mí para hacer cosas Diferentes porque tengo con qué. Todo va a llegar.
-¿Hace poco estuviste en otra película?
-Sí, el año pasado. Se llama Stealing Summer. Es norteamericana y hablada en inglés pero con participación argentina, es la ópera prima de David Porras, un cineasta español apadrinado por Almodóvar. Estoy allí con Sophie Auster, Jimmy Jagger y Wilson Berthel, algo totalmente diferente. Allí soy el malo.
-¿Y cómo sigue tu agenda?
-Es muy probable que vuelva a hacer cine en marzo. Carlos Mentasti me propuso una historia de boxeo, y para después pienso en una producción propia para TV, una comedia unitaria, una idea que vengo amasando desde hace cuatro años.
-¿Y después de Los únicos, la versión teatral?
-No, en ésa no voy a estar. Me encantaría, y ya siento nostalgia de no haber aceptado. Como el personaje de Güelcom, tomé una decisión. Ahora tengo todas las semanas ocupadas y quiero disfrutar más con mi hija. No más tiempo, sino más calidad. La plata no me sobra pero tampoco me falta. La ambición a veces te nubla la vista y te olvidás de lo importante que es estar.
Sin maquillaje
Eugenia Tobal no necesita maquillaje para seducir: sólo necesita ser ella. No es para nada convencional y esa cualidad le sirve para sumar público. La actriz, esposa de Nicolás Cabré, además su compañero de elenco en la tira de El Trece, sabe que se ha ganado por mérito Propio un lugar en la TV y ahora tiene como meta hacerlo también en el cine.
-¿Cine o TV?
-Hay un prejuicio con los actores de televisión de que no son generalmente convocados por el cine o por el teatro. Cada espacio del arte de la actuación tiene algo hermoso por descubrir. Lo bueno del cine son los tiempos. Cada uno de estos ámbitos te enseña algo que terminás usando en el otro. Gracias al ritmo, al entrenamiento que te da la TV, hacemos cine en forma muy relajada, y damos mejores respuestas a los directores. Trato de no hacer diferencias entre uno y otro medio.
-Cada uno llega de forma diferente al público.
-Absolutamente. Por eso me parece que tener ese prejuicio es mentiroso. Hacés un programa exitoso y la gente te ve, y eso genera seguramente ganas de ir a verte al cine. El cine es más selectivo, menos masivo que la tele o el teatro, pero si hay algo claro es que a la gente le gusta ver cosas buenas donde fuere, y si uno trata de hacerlas es posible estar en cualquiera de ellos y tener buenas devoluciones.
-¿Es un buen momento de la ficción en TV?
-Hay cantidad. Me parece que hubo otros momentos mejores, tres o cuatro tiras diarias. Pero lo que se hace hora me parece que tiene muchísima calidad y hay excelentes profesionales trabajando para que así sea. El resto de la TV es otra cosa. Que los que hacemos tele pasemos al cine me parece muy interesante para nosotros y creo que para el público también.
-¿Lo ideal sería hacer de todo un poco?
-Nosotros también debemos dejar el prejuicio de que si hacemos cine no vamos a volver a hacer nunca más tele. No es así, hay una retroalimentación. Uno necesita estar visible para que te convoquen. Sería bueno que los directores aprovechen la popularidad de los actores que estamos en la tele: somos actores igual que Cualquiera, y que eso ayude a que la gente vuelva al cine argentino. No estoy desmereciendo a los actores que no tengan posibilidad de trabajar en TV, pero que sea una mezcla de las dos cosas está buenísimo. La TV debería también recurrir a ellos, y de hecho está ocurriendo con más frecuencia. Hay muchos cineastas talentosos y ese buen cine argentino que hacen debería llegar a más público.
-¿Cómo fue trabajar con Mariano en una película?
-Es muy profesional siempre, muy comprometido. Estábamos en Valientes cuando salió este proyecto, y ahora con el estreno volvemos a cruzarnos en Los únicos. En el caso de Güelcom, creo que Yago tuvo el buen ojo de llamar no sólo a buenos actores sino a buenas personas, y eso se nota en el resultado.
-¿Cómo sigue tu agenda?
-Terminando Los únicos, después unos meses en el teatro, explotando al máximo el éxito que la tele nos está dando, y una parte mía no vista: una comedia donde soy una villana, y eso también está bueno. Los dos lugares tan opuestos se complementaron para nosotros de una manera positiva. Al cine hay que esperarlo y llega.

La Nacion.com
 

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