El actor habla de la nueva película de Terrence Malick, «El árbol de la vida», que produce y protagoniza
Brad Pitt en una escena de «El árbol de la vida
Brad Pitt en una escena de «El árbol de la vida
Brad Pitt se dio a conocer en el cine seduciendo a Geena Davis en el clásico «Thelma and Louise» y se consagró protagonizando con Tom Cruise y Antonio Banderas «Entrevista con el vampiro». Sus éxitos siguieron multiplicándose: «Leyendas de pasión», «Seven», «Siete años en el Tibet»... Más allá de la actuación, formó su propia productora, «Plan B», con la que produjo «Charlie y la fábrica de chocolate», «Come Reza Ama» y hasta «Infiltrados», que le dio el Oscar a Martin Scorsese. Continuando con la misma estela, también produce «El árbol de la vida».
—Además de producir la película, ¿siempre pensó en protagonizarla?
—En este negocio a veces las grandes historias son muy difíciles de hacer, aún cuando hay gente involucrada como Terry Malick. Yo mismo soy testigo de tantos guiones importantes que quedan a un lado. Quería asegurarme de que no fuese así, por eso entré también como actor.
—¿Qué es lo que más le sorprendió de «El árbol de la vida»?
—La estructura. Me pareció ingeniosa la microhistoria de esta familia en una pequeña ciudad de Texas, en yuxtaposición con la macrohistoria del nacimiento del cosmos y la división de células.
—Teniendo la oportunidad de elegir personaje, se quedó con el rol del malvado padre en vez de interpretar el personaje del hijo.
—No te lo voy a negar, al principio tuve mis dudas, pero me pareció que la historia era importante.
—El lado religioso de la película, ¿se acerca a su infancia?
—Crecí en la cristiandad y me acuerdo que la cuestionaba bastante. Algunas cosas no funcionaron para mí. Otras sí. Tuve muchas de las preguntas que plantea la película y por eso me identifico tanto.
—¿Piensa que el tema es suficientemente universal como para que el público se sienta identificado?
—Espero que la película le hable a todas las culturas. En la juventud todos probamos, algunas cosas funcionas y otras no. En este caso, la madre representa el amor y la gracia, el lado bueno y puro. Y mi personaje del padre representa la opresión, el impulso a sobrevivir. El hijo prueba los dos caminos para ver qué funciona mejor.
—¿Qué piensa sobre la actuación de Malick en Cannes, cuando no fue al estreno mundial ni recibió el premio de la Palma de Oro y se negó a hablar públicamente de la película?
—No sé porque está aceptado como obvio que la gente que trabaja en este negocio tenga que vender lo que hace. Me parece que es algo que él no acepta. Prefiere enfocarse en el proceso de la construcción, no de venta. Algo así es algo muy extraño para un artista.
—¿Cómo lo vendería a él como director?
—Terrence Malick es alguien que encuentra el placer a diario. Es un apasionado que respeta y aprecia nuestros trabajos. Desde que lo conozco descubrí que los mejores momentos nunca están planeados, son felices accidentes.
—¿Cómo vivió el rodaje?
—Fue increíble. La historia tiene lugar en los años 50 y Malick alquiló una manzana para ponerla como aquella época, para que pudiéramos hacer todo lo que quisiéramos. Él estaba parado fuera, como si tuviera una red para cazar mariposas, esperando el mejor momento. Los más pequeños ni siquiera tenían guión, solo la ropa. Hasta la luz era natural.
—¿Por qué una de las estrellas más importantes de Hollywood evita las superproducciones?
—¡No me descartes de «Misión Imposible»! (ríe) Hablando en serio, incluso cuando empecé mis películas favoritas no eran las comerciales. Eran temas con profundidad, historias que planteaban grandes dudas o eran muy divertidas.
ABC.es
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