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Benjamin Vicuña "Queremos irnos a vivir a méxico"

En junio será padre por tercera vez con Pampita, y analiza mudarse. Mientras, sigue con “La celebración” en teatro y cuenta cómo termina su personaje en “Herederos de una venganza”.







Con el remanente de algunas horas de vuelo encima –llegó por la mañana desde Santiago y fue directo a grabar escenas del final de Herederos de una venganza (El Trece) en las afueras de Buenos Aires–, Benjamín Vicuña ingresa en la recta final de un día agitado. Una coctelera de la que no acusa marcas porque sabe que todavía falta un tirón para terminar la jornada: en algunos minutos comenzará La celebración , en el Lola Membrives, donde interpreta a Christian, un hijo violado por su padre que devela el abuso durante una cena familiar. Es un trabajo donde realmente se destaca, por la sustracción emotiva en la que sostiene su personaje compuesto desde la sutileza de pequeñas acciones.
Vicuña piensa las frases que larga en la penumbra de un palco. Se distrae por una pelea entre técnicos que preparan la función (“cómo se nota la vena italiana en los argentinos, por los gritos”, dice el actor que pronto cumplirá 33 años y se fascina por este intercambio, para nada histriónico, que en cualquier momento termina a las piñas).
La celebración , basada en la película del danés Thomas Vinterberg, fue un trabajo que estrenó en Chile, en su teatro, el Centro Mori, fundado hace ocho años. Allí conjugó su labor como productor o “gestor cultural” y actor. “Esas dos actividades me fascinan porque me da el privilegio de programar obras como esta tragedia de salón que instala un debate y hace una denuncia acerca de la pedofilia, un tema donde la indiferencia es complicidad. Christian, mi personaje, está lleno de matices y contradicciones. En el fondo, creo que La celebración es una historia de amor con el padre y sus hermanos, aunque su familia ponga en cuestión la violación que él denuncia. Es algo que les pasa a muchas personas cuando quieren decir una verdad y el mundo, tus hermanos o la sociedad no te quieren creer. Eso genera una impotencia y un dolor feroz”.
Te formaste en la Universidad de Chile como actor, y en tu país el teatro universitario tiene fuerte tradición. Al confrontar esta formación con una obra como “La celebración”, en Buenos Aires, ¿cómo evaluás tu llegada al circuito porteño? Es un sueño poder trabajar para un público tan exigente. Creo que la avenida Corrientes es un espacio para la diversidad y los argentinos deben estar orgullosos de ello. La cultura argentina importa muchísimo en Chile. A nuestra sala Mori hemos llevado a Claudio Tolcachir con tres espectáculos. Pero me gustaría poder impactar más aquí. Hace poco estuvo La amante fascista , de Alejandro Moreno, un compañero mío en la universidad. También viene Manuela Infante, otra compañera de estudio. Creo que tenemos un semillero muy bueno y ojalá nos abran las puertas, no sólo las salas, sino el público.
¿Qué tradición reconocés del teatro chileno? El Ictus, de donde salió Patricio Contreras. He trabajado con ellos en Devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo de Marx , una obra de Jorge Díaz, en el 2002. Fue increíble. Alfredo Castro es un maestro para mí, al igual que Ramón Griffero, creador de la dramaturgia del Espacio. Es un capo y un gran profesor. También el grupo La troppa. Jaime Lorca, su director, es sensacional. Ahora se han separado y los lloramos como si hubiese muerto Lady Di.
Algo que unifica tu trabajo este año, en teatro y en televisión con “Herederos...” y la serie “Prófugos”, de HBO, es un alto nivel de violencia. Christian, un hijo violado; Benicio, un mesiánico asesino, y Tegui, un policía infiltrado en el narcotráfico acusado de traición.
Sí, todos fueron tremendos. Benicio a primera lectura es un maldito, maltratador, xenófobo, genocida. Se me hacía muy difícil agarrarlo y lo tomé por el lado de la seducción del poder y la manipulación de sus compañeros, pero es alguien que se redime por el amor. Tegui es una víctima de la circunstancia, no lo veo como a un villano. Es un policía que pasa a ser perseguido por la policía y los narcos. Queda en el medio.
Prófugos lo dirige Pablo Larraín, quien dirigió mi primera película en cine, y empezó como una serie que retrata la sociedad actual latinoamericana, la marginalidad, la corrupción, la droga.
Tuviste una instancia de casting para la oficina de HBO en los Estados Unidos, ¿cómo fue esa experiencia? Lo viví mal por todo el sistema de callback , con la oficina en Miami. No estamos acostumbrados en Latinoamérica a los castings y es importante hacerlos, porque es un ejercicio de humildad del actor y el director.
Para Tegui confesaste que te sirvió mucho la serie “Prison Break”. También entrenaste tres meses con fuerzas de seguridad en Chile. ¿Qué tomaste de la serie y cómo fue esa preparación? De Prison Break , me inspiró T-Bag, a quien le cortan la mano. Me interesó mucho el trabajo sobre el encierro y la idea de una fuga constante. Con las fuerzas especiales en Chile hice entrenamiento físico, trabajo de armas, allanamiento de casas. También hablé con policías infiltrados que me contaron de su adicción a las drogas, porque tenían que tomar con los narcos y quedaron pegados a la coca. Los policías encubiertos son solitarios, abandonan su identidad, su familia. Eso es muy atractivo, porque es lo que uno hace también, en otras dimensiones, como actor.
¿Cómo ves la discusión sobre la despenalización del consumo que atraviesa la Argentina y la situación de tu país? Cada país tiene su política de drogas, México tiene una guerra con miles de muertos; pienso que la Argentina está avanzado con muchos temas y que debe tener un diálogo maduro con su pueblo. En mi país estamos bien atrasados.
¿Cuál es tu relación con las drogas? Ha sido una relación sin prejuicios, pero distante y con respeto. Entiendo que es algo que puede llegar a ser una enfermedad y que te puede quitar todo. Tengo mi punto de vista, pero no por eso voy a decirles a los otros lo que tienen que hacer. No estoy dispuesto a condenar nada públicamente.
Vas a ser padre por tercera vez.
Sí, esperamos para junio.
¿Preguntás por el sexo? No, para nada. Con los otros embarazos nunca supimos el sexo hasta el día del parto. Y barajamos seis nombres para cada uno. Haremos lo mismo.
Traer otro hijo, ¿te cambia algo la vida que llevás entre Chile y la Argentina? ¿Te asienta en algún lugar? Soy actor y lo que configura mi vocación es la itinerancia, conocer formas de trabajo y gente. En ese sentido, me encontré con unos locos fabulosos, como mis hijos y mi mujer, que comparte esta pasión de trabajar cerca de mí. Y acerca del arraigo de los niños... Pienso que la nacionalidad no es un territorio, sino un sentimiento de ligarse a costumbres, tradiciones. Ellos lo tienen. Uno es chileno, la otra es argentina y han celebrado su cumpleaños en Madrid y en la Argentina. Arrancaron el colegio en la Argentina, pero es probable que nos vayamos el año próximo. Queremos irnos a vivir a México, donde tengo proyectos en televisión, pero tenemos problemas con los papeles de residencia. Así que nuevamente estaremos en movimiento.

Clarin

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