El actor elige “Soñar, soñar”, de Favio, un CD de Fito Páez, un libro de José Donoso y “Odisea Burbujas”.
La película Soñar, soñar (1976) De Leonardo Favio
“Me encanta. La debo haber visto entre 30 o 40 veces. Me parece genial lo que hace Monzón. Y esa visión que la gente desconoce del artista, de eso mágico que tiene la profesión. De la imposibilidad de lograr algo cuando no hay talento, de cómo, a veces, el atractivo físico es más fuerte que otra cosa, de cómo aparece la competencia, y de todo lo que se muestra: el hambre del artista, la magia, la truca, el engaño. Todo tan bien contado por Favio, que es un genio.”
El disco El amor después del amor (1992) De Fito Páez
“Tenía 14 años cuando apareció, y en esa época tuve mi primer grupo independiente. Montamos una obra de mimo, dirigida por Pía Castro. Fue mi inicio en la producción propia. Armamos la obra desde cero, hicimos los afiches, volanteamos. Yo era el más chico del grupo, y me marcó para hacer mis propias cosas. Además de ser un disco que escuchábamos mucho,El amor después del amor era lo que sonaba mientras la gente entraba a la sala.”
El programa de televisión Odisea Burbujas (1979-1984)
Creada por Silvia Roche, dirigida por Enrique Segoviano “Me volvía loco verlo. Era un grupo de animales, interpretados por actores disfrazados, que viajaban en el tiempo, y luchaban contra un malo, El Ecoloco. Y recorrían los momentos importantes de la Historia. A mí me gusta mucho la Historia, por eso también veía Viajeros , con un hombre y un chico que se metían en diferentes momentos de la Historia.”
El libro El obsceno pájaro de la noche (1970) De José Donoso
“Fue la primera novela que leí de corrido, y entusiasmado. Tanto la estructura como el mundo que plantea son muy interesantes. Nace alguien deforme y le arman todo un país, una ciudad, en la que todos son deformes. Y a mí todo lo freak me interesa muchísimo. Es un libro que suelo regalar. Leerlo es una manera de conocerme un poco más.”
La obra de teatro El hombre y sus muñecos De Marcos Martínez
“Es una obra que mi papá, que era actor, hacía cuando yo tenía tres o cuatro años. Yo iba a todas las funciones con mi mamá, que era la apuntadora. Y, como me sabía toda la letra, no me dejaban entrar en la platea, porque si no iba diciendo todo antes de tiempo. Eso me mostró el afuera de lo que es hacer teatro. Y marcó mi vocación. Vi cómo se armaba cada sala a la que iba. Y vi la pasión de mi viejo por lo que hacía. La misma con la que me acompañó a mí en mi profesión.”
Clarin
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