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Sergio Surraco: “Una cosa es la fama y otra, el éxito”

El actor de “Herederos de una venganza” recuerda lo que aprendió de Alejandra Boero y de Agustín Alezzo. Y dice que decidió no tener más parejas actrices.

               





Vengo de una adolescencia muy ligada al punk rock, fui cantante en una banda.
Mi vida cambió a medida de que me iban sucediendo las cosas, porque nunca definí de manera consciente ir para un lado o para el otro. Tuve la intuición de ir para una zona artística porque mi papá se dedicó al cine y a la actuación. A los 17 años conocí una chica que hacía teatro, y por ella llegué a las clases de Alejandra Boero. Ahí me topé con un mundo que me fascinó.
Mi papá hizo un documental sobre los quinientos años de América y ahí vi trabajar a Roly Serrano . En ese momento no era un actor tan conocido. Me marcó mucho ver en Roly la capacidad que tenía para transformarse. Era algo increíble, venía del interior, pero te hablaba en porteño o en cordobés con mucha facilidad. Me llamaba la atención porque él, sin ser protagonista, estaba mejor que el resto.
Tengo conocimientos cinematográficos y eso me ayudó mucho.
Por eso cuando actúo, en cine o en televisión, pienso por planos y no por lo que hará el personaje. Es claro lo que hago, no necesito para nada verme en un espejo para evaluar cómo estoy modulando la expresión. Estoy tan embebido en el audiovisual que, cuando un director me pide algo, hablamos por planos. Por ejemplo, con Jorge Bechara, en Herederos de una venganza , nos comunicamos técnicamente, desde un lugar netamente cinéfilo. Yo imagino lo que él quiere hacer por los tipos de planos que me propone. No sé si es la mejor actuación, pero así logro la mayor veracidad posible. Es algo que ayuda en el uso del tiempo y agiliza la edición.
Una cosa es la fama y otra, el éxito.
Cuando el público te acompaña y los productores te vuelven a llamar, eso para mí es hacer bien tu trabajo. Acá, en este país, creo que el éxito tiene mucho que ver con lo artístico. Vivimos en una capital internacional de teatro, con muchos perfiles de actuación y propuestas de grupos y de salas. Es un terreno muy fértil. En este contexto tan creativo, pienso que ser exitoso es poder trabajar en lo que te gusta.
Yo siempre quise ser dúctil.
Es lo mejor que puede tener un actor en su oficio: hacer de malo, de bueno; una comedia, una tragedia, un drama o teatro en verso con la misma calidad.
Es todo un desafío ser galán . No todo el mundo puede hacerlo. Cuando fui más joven hice “galancitos”, pero es bravo estar tanto tiempo con energía positiva frente a todo y, además, ser medio boludo. Los galanes pasan por cosas que hay que sostenerlas todo el tiempo y con la misma energía. Cuando hacés personajes más conflictivos o villanos, son más ricos y divertidos. Pienso que hay varios tipos de galanes, está el clásico como Gustavo Bermúdez; en cambio, Echarri y Arana venden otra cosa. Ahora aparecieron Gonzalo Heredia o Luciano Castro, que son galanes más de tierra. Lo que intenté hacer en la tele fue un galán-sexy, se define por la forma y los tiempos en que habla y en cómo toca a la mujer.
Una premisa cuando trabajo con directores es no llevarle un problema, sino una solución.
Es mucho más rico el encuentro artístico, o la resolución de una determinada escena, cuando voy con una propuesta acorde a lo que quiere un director.
Alejandra Boero me enseñó el amor al trabajo y la disciplina.
Soy de la camada de Luciano Cáceres, Melina Petriella y Claudio Tolcachir. Nadie nos regaló nada, todo lo cosechamos con esfuerzo. Boero también nos enseñó el respeto al otro, seas tramoyista o tiracables. Agustín Alezzo, mi otro maestro, me conectó con lo individual del actor. Esto implica que tenga que salir a buscar laburo solo, afrontar compromisos; también tener la capacidad para desenvolverme en el medio, tener mayor inteligencia a la hora de entender y escuchar al compañero. Uno se convierte en mejor actor cuando se conoce mejor a uno mismo actuando, no en la vida personal.
Hace tres años que decidí no tener más parejas actrices.
Elijo otra cosa, quizá porque necesito una vida más normal, llegar a mi casa y olvidarme del medio. Creo que no pasa porque sea o no difícil convivir con una actriz. A medida de que pasa el tiempo tomé decisiones acerca de qué clase de mujer quiero a mi lado. Eso también tiene que ver con la maduración, porque cuando fui más joven la cosa era “vamos y vamos”. Pero, te habrá pasado, que cuando elegiste a tu mujer, y a la madre de tus hijos, es por algo: por afinidad, porque hace lo contrario a vos y te completa, no sé. Yo hoy en día elijo no estar con actrices. No me llama la atención tanto como antes ese tipo de relación.

Clarin

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