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Darín, ¿salvador del cine local?


Si no fuera por Ricardo Darín, el cine argentino actual sería aún más insignificante de lo que es. Será por eso que, a lo largo de este flamante 2012, el actor participará de al menos cuatro rodajes.




En el año que pasó, el 3D fue la sensación de los cines (a pesar de que sus entradas son más caras) y, en cambio, la producción argentina se retrajo sensiblemente (7,5% del total de tickets vendidos). Preocupa la tendencia menguante del cine local, mientras cada vez se venden más entradas para ver películas norteamericanas.
En la semana que pasó, fue elegida como candidata argentina al Goya (el Oscar de la cinematografía española) Un cuento chino , la película local más vista del año pasado (unos 900.000 espectadores) y que, claro, protagonizó Darín. Es la tercera vez consecutiva que llega a esa instancia una coproducción de Telefé (en 2010 fue El secreto de sus ojos , también con Darín, y en 2011, El hombre de al lado ).
Mientras las ficciones de la TV privada concitan gran interés, los teatros se llenan y el público está dispuesto a pagar altísimas entradas para ver a sus propios músicos en repletos estadios y salas, tal euforia se resiente hasta el punto de la mezquindad más absoluta con el cine vernáculo (salvo, como se dijo, que asome en su elenco, la salvación encarnada en Darín y alguna que otra excepción).
¿Qué es lo que se hizo tan mal para que eso suceda? ¿Por qué la TV y los teatros son tan convocantes mientras que el cine propio languidece?
Hubo durante mucho tiempo (el fenómeno aún no ha cesado, aunque ya no tiene la misma fuerza) un esfuerzo inútil y casi onanista entre el medio, la parte más elitista del periodismo especializado y los funcionarios del cine, una suerte de confabulación mínima y petulante, pero muy dañina, para incentivar la multiplicación de películas que nadie veía. Por cierto que debe estimularse un genuino cine de vanguardia que, como tal, será minoritario, pero debe detectarse mejor a aquellos que escudándose en su nombre nos llenaron en los últimos años de indigeribles bodrios que ni siquiera dejaron mínima huella en el llamado "cine arte".
Es que cuando se habla de "industria" (y el cine lo es), la masividad y la taquilla no es un dato menor. Vender entradas no es un delito ni una aspiración reservada sólo a mercachifles que quieren facturar con basura, como si el hecho de no llevar nadie al cine (sólo a los amigos y a la familia y, a veces, ni eso) fuese suficiente garantía de calidad y de prestigio.
El tema no es exclusivo de nuestro país. La polémica también pegó fuerte en la semana que pasó en el diario español El País, precisamente a partir de conocerse los nominados al Goya: "La Academia respaldó algunos de los títulos que no han gozado o han gozado poco del agrado del público. A la vez, ignoró la película que en cierta forma salvó las cuentas del cine español de 2011,Torrente 4: letal crisis , de Santiago Segura" y agregó que ese film "no rascó ni una sola de las 28 candidaturas anunciadas".
En cambio, en los Estados Unidos, donde la crítica no es tan antisistema, se tomaba otra polémica decisión, pero desde el extremo contrario: que sólo los documentales reseñados en The New York Times y en Los Angeles Times sean los que puedan competir por el Oscar. El impulsor de la polémica medida es nada menos que el exuberante Michael Moore. "Sólo favorecerán más películas de estudio en detrimento de los documentales independientes", declaró a El País Check Braverman, candidato al Oscar en 2001 por su documental Curtain Call, algo que aquí estaría lejos de suceder ya que nuestra crítica más exquisita adora lo críptico e "independiente".
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"El interés del público masivo por las películas -opina el realizador Daniel Burman- tiene que ver con la producción de cada año, y con que las películas se transformen en fenómenos sociales en el momento de su estreno, lo que llamamos una película ?instalada'. No alcanza la publicidad, ni la prensa, ni siquiera el boca en boca es suficiente porque a veces llega tarde. A la película argentina se le exige que se convierta en un fenómeno que vaya más allá hasta convertirse en tema de conversación entre formadores de opinión, en los medios, en los trabajos."
Burman estrenará el 29 de marzo su nueva película La suerte en tus manos , con Jorge Drexler. Más allá de los aportes del Incaa, el film se respalda en distintos apoyos privados (Telefe, DirecTV, On Video y el shopping Dot).
La productora que tiene con Diego Dubcovsky también producirá en mayo Tesis sobre un homicidio, un policial con?Ricardo Darín, la cábala segura para revertir la indiferencia que suele tener el público local frente a su producción.
Darín emergerá, una vez más, en la pantalla grande, el 24 de mayo, en otra de las películas más esperadas de este año, Elefante blanco , a las órdenes de Pablo Trapero y junto a Martina Gusmán (trío que funcionó con gran repercusión de público en 2010, con Carancho ). Y habrá todavía un cuarto film protagonizado por el mismo actor que mañana cumple 55 años ( Delirium argentinum , ópera prima de Carlos Kaimakamián).
Darín funciona para la gente como una suerte de garantía sobre lo que se verá, como también suele suceder con las convocatorias de Juan José Campanella (cuya arriesgada película de animación en 3D, Metegol , se postergó para 2013).
Habrá que ver qué pasa con la inusual No somos animales , de Alejandro Agresti, con un ecléctico elenco que va de Al Pacino a Juana Viale; cómo Israel Caetano remonta el alejamiento de Natalia Oreiro de Mala , que ya se empieza a rodar, y si Adrián Suar y Valeria Bertucelli logran un nuevo batacazo en +2, dirigidos por Diego Kaplan.
Por de pronto, 2012 empieza intenso para el cine argentino con cinco estrenos para este mes, siendo el más esperado de este verano la versión en 3 D de Peter Capusotto y sus videos , el 26 de enero.
Subsidiar el precio de las entradas de películas locales para que sean más baratas, que se lo promueva intensamente en las tandas de Fútbol para Todos, que la cuota de pantalla y permanencia en cartel sean más estrictas y se cumplan a rajatabla en todas funciones y que haya más salas exclusivas para la producción nacional son algunas de las medidas que varias asociaciones de directores peticionaron en un documento conocido sobre fin del año pasado.
A su vez, el temperamental secretario de Comercio Interior (y ahora también de Exterior), Guillermo Moreno, en uno de sus habituales "acting", conminó a productores y distribuidores a observar una mayor reciprocidad entre las divisas que salen del país por las ganancias monumentales del cine norteamericano y las muy pocas moneditas que entran por las ventas de cine argentino en el exterior.
César Maranghello en su Breve historia del cine argentino (Alertes, Buenos Aires, 2005), cuenta cómo una serie de medidas proteccionistas y de desaliento al cine extranjero implementadas por el primer gobierno peronista terminaron convirtiéndose en un boomerang, hacia 1950, con una reducción de público en las salas del 30%. Raúl Apold, el mandamás de las comunicaciones de aquella época, esbozó una autocrítica en una entrevista a la revista El Hogar , en 1951: "Pareciera que la protección oficial solo estimuló el aumento en número de películas, pero no en calidad".
Que la historia no se repita. Y que se multipliquen los Darín y los Campanella para que el público se reconcilie pronto con su cine por gusto, porque las trabas burocráticas y las críticas para amigos suelen ser infalibles para mantener vacías las butacas.

La Nacion

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