Mercedes Carreras. Vuelve a la televisión en “Lobo”, la tira de Pol-ka, donde será una villana por primera vez en su carrera.
Dice que es del grupo de las hacedoras. Que si suena el teléfono, fantástico, pero que si no, está muy ocupada en su faceta de autora y directora teatral, madre, y abuela de once nietos. Sin embargo, Mercedes Carreras reconoce que está feliz con su vuelta a la tele de la mano de Lobo , la tira de Pol-ka que encabezarán Gonzalo Heredia y Vanesa González en la pantalla de El Trece.
El ciclo marcará no sólo su vuelta a la televisión sino que, en 45 años de carrera, Mercedes debutará en el papel de mala.
¿La sorprendió el llamado de Adrián Suar? ¿Lo esperaba? Claro que me sorprendió. Pero no me llamó Suar, sino su producción. Cuando me hablaron de hacer una abuela mala, me encantó, porque hacer de mala era una asignatura pendiente. Es que tengo la imagen muy dulcificada, será por los hijos, por los nietos o por mi modo de ser, así que lo tomo como un desafío. Es un trabajo de apoyatura, que en la jerga teatral significa que no es un protagónico, pero es un personaje que puede llegar a ser importante según los autores desarrollen la trama. La responsabilidad está, lógicamente, en Gonzalo (Heredia), en (Osvaldo) Laport, en fin, en gente que conoce tan bien la televisión. Estoy tan entusiasmada que quiero arrancar ya con las grabaciones.
¿Qué más se puede adelantar de Amanda, su personaje? Que es una mujer de posición social alta, al menos en el comienzo de esta historia. Tiene una relación pésima con su hija (Mónica Galán) y sus nietas (Vanesa González y Laura Azcurra). Amanda oculta algo. Hay que ver por qué no quiere tener trato ni con su hija ni con las nietas. Ella dice que el padre de sus nietas es poca cosa, un delincuente. Y es tan tremenda que a las nietas les dice que “esas cosas se heredan”.
Un amor la abuelita… (Se ríe) Una perversa. Sé que Amanda, además, es muy coqueta. En la prueba de vestuario me prepararon unos conjuntos tipo Chanel, muy lindos, con sombreros. Yo puse mi cuota femenina: pedí que me agregaran anteojos, porque me encantan.
¿Deseaba volver a la tele? La televisión es un medio en el que no estuve tanto. Mis comienzos fueron en el cine, y después por años, el teatro, donde forjé mi carrera. En televisión tuve cosas lindas pero esporádicas. Hace poquito hice un unitario en América, junto a Villanueva Cosse y con libros de (Claudio) Laceli, con quien ya había trabajado en Sálvame María (fue lo último que hizo con continuidad en tele). El me dio la posibilidad de un personaje acorde a mi edad, era una historia de amor en un geriátrico. Tal vez, en Pol-ka recordaron mi nombre al ver ese programa.
¿Sentía que no la recordaban? No, pero desaparecés del circuito. El teatro es minoría. Tal vez porque viví intensamente, soy una mujer que acepta las reglas del medio y los cambios generacionales. Pero yo siento que siempre estuve. Cuando pasaron las épocas de mis películas maravillosas, tuve el teatro, reiné durante 30 años en las temporadas de Mar del Plata y hasta me dieron el título de ciudadana ilustre de esa ciudad… La televisión me ha convocado esporádicamente, ni idea de por qué. Pero no añoraba nada, porque genero mis propias cosas. Desde hace años, me dedico a escribir y dirigir. Después del éxito que tuve con Vidas paralelas , que ganó el Estrella de Mar a la mejor comedia dramática y de otras cosas que hice antes, empecé a escribir Las mujeres del Che (ver En el teatro ). Por eso no extraño, me lleno la vida de otras cosas. Y no espero que suene el teléfono: si suena, mejor, y sino, tengo la vida ocupada de manera creativa. Eso es una condición de toda mi familia. Con Lobo me siento de estreno, no me siento de vuelta. Mis compañeros son capos, son grossos. Imaginate a Viviana (Saccone), una diosa trabajando, y Laport, ¡Dios mío!, o Gonzalo (Heredia)… Tienen su lugar por derecho propio. Me encanta que las novelas estén incorporando a gente que ya hizo su camino y que aporta. Me gustan las mezclas generacionales y es algo que heredé de Enrique, mi compañero.
¿Qué más aprendió de Enrique? El respeto al género, hagas lo que hagas. También, el respeto al compañero. Creo que en 30 años de teatro, nadie se fue de mi teatro hablando mal o diciendo que no los tratáramos bien. Yo pude trabajar con grandes de la escena, como Tita Merello, Luis Sandrini, Osvaldo Miranda, Juan Carlos Dual, Juan Carlos Altavista. Y eso fue toda una escuela.
Clarin
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