Es verano, son las dos de la tarde, hace el calor justo para ser feliz.
En uno de los salones del Club Oriente de la colectividad sefaradí, Julio Chávez y Cecilia Roth ensayan La cabra, que se va a estrenar el 30 de marzo en el Teatro Tabarís. Están con las persianas bajas y el aire acondicionado encendido. Hay una cama, un sillón y sobre el piso una cinta flúo marca lo que sería el borde del escenario. Chávez recorre el salón con el guión en la mano, lo lee, anota. Cecilia habla con los asistentes, ríe, toma agua.
La cabra o ¿Quién es Sylvia? de Edward Albee fue estrenada en Nueva York en 2002. Se presentó en más de 30 ciudades y ahora llega a Buenos Aires bajo la producción de Nacho Laviaguerre y Adrián Suar. Además de Roth y Chávez el elenco se completa con Vando Villamil y Santiago García Rosa. Y dirige el mismo Chávez.
La obra es la historia de un matrimonio perfecto, cuya armonía se rompe cuando el marido confiesa estar enamorado de una cabra.
Después del unitario televisivo Tratame bien, con esta obra van camino a constituirse, tal vez, en un clásico de los matrimonios en crisis.”No, porque la obra no trata de un matrimonio en crisis”, asegura Chávez.”Lo que pasa acá es un hecho inesperado, un imponderable que entra como una bacteria que hace que todo enferme y colapse”. Y no es para menos. “Se produce una infección generalizada. La cabra no es una metáfora, no es una mujer que se parece a una cabra, no es una cabrona, sino que es una cabra, de modo literal”, dice Roth.
Esta obra representa dos primeras veces para Chávez. Por un lado, es la primera vez que trabaja con una obra con un perfil más comercial: “Se expandieron los recursos, las exigencias y eso hace que se expanda el miedo y la preocupación y también el oficio porque en definitiva esto suma a mi oficio de actor”, dice. A su vez, es la primera vez que dirige y actúa al mismo tiempo: “Es una situación muy particular, inédita e ignoro el viaje. Cuando Suar me presentó la propuesta lo primero que pensé fue en mi compañera e inmediatamente no dudé de que era un rol para Cecilia”. Y explica por qué: “Por muchos motivos. Porque confío, porque puedo descansar en ella, porque tengo comodidad, tengo familiaridad. Ella me conoce. No necesito ni comprarla, ni perderla. Es un vínculo que está más allá de eso y para mí eso es importante. Y fundamentalmente creo que es un papel que ella puede hacer muy bien y así va a ser”. Para ella también es un plus frente al trabajo. “Más allá de la familiaridad que tenemos, me pareció sumamente atractivo dejarnos llevar por esta travesía que él comanda”.
Clarin
En uno de los salones del Club Oriente de la colectividad sefaradí, Julio Chávez y Cecilia Roth ensayan La cabra, que se va a estrenar el 30 de marzo en el Teatro Tabarís. Están con las persianas bajas y el aire acondicionado encendido. Hay una cama, un sillón y sobre el piso una cinta flúo marca lo que sería el borde del escenario. Chávez recorre el salón con el guión en la mano, lo lee, anota. Cecilia habla con los asistentes, ríe, toma agua.
La cabra o ¿Quién es Sylvia? de Edward Albee fue estrenada en Nueva York en 2002. Se presentó en más de 30 ciudades y ahora llega a Buenos Aires bajo la producción de Nacho Laviaguerre y Adrián Suar. Además de Roth y Chávez el elenco se completa con Vando Villamil y Santiago García Rosa. Y dirige el mismo Chávez.
La obra es la historia de un matrimonio perfecto, cuya armonía se rompe cuando el marido confiesa estar enamorado de una cabra.
Después del unitario televisivo Tratame bien, con esta obra van camino a constituirse, tal vez, en un clásico de los matrimonios en crisis.”No, porque la obra no trata de un matrimonio en crisis”, asegura Chávez.”Lo que pasa acá es un hecho inesperado, un imponderable que entra como una bacteria que hace que todo enferme y colapse”. Y no es para menos. “Se produce una infección generalizada. La cabra no es una metáfora, no es una mujer que se parece a una cabra, no es una cabrona, sino que es una cabra, de modo literal”, dice Roth.
Esta obra representa dos primeras veces para Chávez. Por un lado, es la primera vez que trabaja con una obra con un perfil más comercial: “Se expandieron los recursos, las exigencias y eso hace que se expanda el miedo y la preocupación y también el oficio porque en definitiva esto suma a mi oficio de actor”, dice. A su vez, es la primera vez que dirige y actúa al mismo tiempo: “Es una situación muy particular, inédita e ignoro el viaje. Cuando Suar me presentó la propuesta lo primero que pensé fue en mi compañera e inmediatamente no dudé de que era un rol para Cecilia”. Y explica por qué: “Por muchos motivos. Porque confío, porque puedo descansar en ella, porque tengo comodidad, tengo familiaridad. Ella me conoce. No necesito ni comprarla, ni perderla. Es un vínculo que está más allá de eso y para mí eso es importante. Y fundamentalmente creo que es un papel que ella puede hacer muy bien y así va a ser”. Para ella también es un plus frente al trabajo. “Más allá de la familiaridad que tenemos, me pareció sumamente atractivo dejarnos llevar por esta travesía que él comanda”.
Clarin
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