Sebastián Estevanez y Carina Zampini. Protagonizan “Dulce amor”, que arranca hoy, por Telefe. El es un piloto que trabaja de chofer. Ella, la dueña de una fábrica de caramelos y chocolates
Ella miraba pasar la vida desde el mostrador de un supermercado en el que era cajera. El la imitaba desde el mostrador de una verdulería. Gremios similares, no los unía ni el barrio, ni el grupo de amigos y, probablemente, nunca se hubieran rozado de no mediar ese cliente llamado destino. A ella la descubrió Alejandro Romay y la transformó en la perversa más angelical de la TV. A él, fue Arnaldo André quien le sugirió el camino actoral. Hoy estrenan Dulce amor (a las 22. 30, por Telefe) y esperan que los “clientes” del otro lado de la pantalla “compren” esta historia que unió sus historias. Porque, después de todo, creen, “este final estaba escrito”.
Quedaron marcados por dos duplas de telenovela: él evoca a Luisa Kuliok y Arnaldo André enAmo y señor . Ella todavía se deleita con Raúl Taibo y Carolina Papaleo en Una voz en el teléfono . Pero Dulce amor no tendrá bofetadas de antología ni unirá a los personajes desde el anonimato de una cabina telefónica. Marcos y Victoria, sus personajes, funcionarán mediante el contraste de una “señora bien” y un incipiente corredor de autos que un día deberá cerrar su taller mecánico y ganarse la vida en otro rubro. Se transformará en chofer personal de esta dama triste y, casi como en Rolando Rivas taxista , un auto será el vehículo del amor.
Con producción de Enrique Estevanez, padre de Sebastián, el actor se acerca a la decena de trabajos junto a su padre. A los 12 años lo asistía en una verdulería, a los 20 en las boleterías de un teatro, a los 26 era su utilero en la telenovela Gino . Un día Arnaldo André le sugirió “pasar al otro lado” y traspasó la barrera. “No es que yo sólo pueda trabajar con mi papá. La ventaja es que lo veo al viejo más seguido. Nunca sabés cuánto tiempo podés disfrutar de tu viejo”, explica. “Me llamaron de Underground, Pol-ka, RGB. Pero hay un poco de mala leche en eso que dicen de que trabajo gracias a mi viejo. Lo nuestro siempre fue una empresa familiar, nos hicimos de abajo y nos complementamos”.
Con una colección de productos televisivos, Estevanez podría convertirse, curiosamente, en el representante argentino de los premios Oscar. Un filme danés que protagonizó (y que marcó su debut en el cine) está preseleccionado en la categoría idioma extranjero (v er Argentino rumbo al Oscar ). Lejos de esa adrenalina que le impide dormir, intenta concentrarse en este estreno “que es más que un programa de verano”. Y avisa: “Carina averiguó por su lado quién era yo como persona y yo me encargué de hacer lo mismo. Supimos que tenemos los mismos códigos de unión. Soy de los que piensan que si el barco llega a destino con champagne, genial. Sino, la pelearemos juntos debajo del agua”.
Ella, con quien compartió elenco pero no escenas en Franco Buenaventura , en 2002, completa esa filosofía de vida: “Somos de los que anteponemos el compañerismo. No nos interesa que esto sea un éxito descomunal y que como grupo la pasemos pésimo”.
La telenovela estaba pensada para las tardes de Telefe, pero el golpe de timón del canal sorprendió a Zampini y Estevanez en el horario central. “No nos cambió el registro por el cambio de horario. No se trata de un teleteatro de llanto permanente y tono trágico. Respeta las bases puntuales del género, pero tiene toques de comedia romántica”, explica la actriz que en 2011 pasó por Malparida . “Tal vez el público necesite de una ficción que no sea demasiado oscura ni esté apoyada en lo sexual y lo sangriento”, advierte.
Parte de la trama transcurre en el autódromo. Estevanez y Juan Darthés, el otro galán de la historia, subieron a automóviles de la categoría top race y jugaron a “volar”. Aunque el hombre que viene de ser contrafigura de Facundo Arana en Cuando me sonreís , tuvo respeto a la hora de acariciar el acelerador. Catorce años atrás un accidente lo dejó con “5% de posibilidades de vida”. Sufrió una internación, debió someterse a rehabilitación y una operación de rodillas. “Tomé mate con el barba. Lo convencí y le dije dejame volver”, juega. “Volví a nacer”.
Zampini, villana querida de los cuentos televisivos, ostenta en su historial una perla: su personaje de Carla Lucero logró saltar de una telenovela a otra en los ’90. De Por siempre mujercitas se mudó a Ricos y famosos y esa criatura le valió su primer Martín Fierro. “El medio me dio un aprendizaje grande: un día te coloca arriba y otro te hace sentir que no servís para nada. Por suerte me lo tomo de otra manera. Ahora entiendo que esto también es un negocio”, suelta. Como heroína protagónica, su última aparición había sido en Collar de esmeraldas , seis años atrás. “A diferencia de la heroína clásica que se desgarra, este personaje no demuestra emociones. Requiere que yo esté todo el tiempo en una postura acartonada”.
Victoria es heredera de una empresa de golosinas. “El negocio está en auge, tiene un novio protector de su nivel social, Segundo Cernadas, y si bien goza de una vida correcta, no sabe lo que es la plenitud. Marcos (Estevanez) de alguna manera empieza a mostrarle por dónde pasa la vida. Y arrancan una relación de la manera más impensada, comiendo un sándwich de crudo y queso”, se ríe la mujer que a los 36 años reúne unas 15 ficciones de TV.
El, quien fue galán en México en 2005, vende una alegría contagiosa: “Finalmente elegí mi país. El tiempo dirá si acerté”, remata, mientras juega para las fotos con su coequiper, en una complicidad que parece gestada en años. Quizá no sea una cuestión de tiempo. Quizá sea la prehistoria común la que los une, cuando veían pasar la vida desde un mostrador. Probablemente nunca se hubieran rozado de no haber mediado ese cliente llamado destino. Desde hoy, tienen otro destino compartido.
Clarin
0 coment�rios:
Publicar un comentario