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Arnaldo André Apuesta por una carrera cinematográfica y se aleja por un tiempo de la TV

Arnaldo André decidió que era un muy buen momento para una revancha; algo que le había quedado en el tintero.



En la década del 70, el hombre reinaba: era un galán de telenovelas; mejor dicho, era el galán. Y como tal le llovían oportunidades, muchas, miles. Un buen día, allá por 1973, le ofrecieron un contrato para rodar tres películas. Estaba ahí, tan cerca de ése, su primer amor: el cine. Sin embargo, lo dejó ir. Un malentendido, un guión que se cambió, un rol protagónico que devino en coprotagónico y después, sin más, el contrato se rompió. Así, se puede contar lo que, en ese momento, pensó que iba a ser el final de su carrera en el cine. "Podría haber tenido un recorrido interesante en la cinematografía", dice con un dejo de arrepentimiento.
Ahora, casi cuarenta años después, André siente que hay una posibilidad de retomar lo que dejó en los años 70. Lo cree porque, en 2009, protagonizó La extranjera, de Fernando Díaz, y tuvo un papel secundario en El niño pez, de Lucía Puenzo.
Podría haber terminado ahí, pero siguió. El jueves se lo podrá ver en Penumbra, un film de terror y suspenso, en el que tiene una participación de diez minutos, pero que es fundamental para el desenlace de la historia (ver aparte). "Cuando me ofrecieron el papel, vi que había un personaje que se anunciaba durante toda la película [N.d.R.: para mantener la sorpresa del final es mejor no adelantar quién es realmente Salva, su álter ego en el film] y cuando aparece tengo la posibilidad de darle un lugar importante a la interpretación", cuenta en un bar de Palermo, cerca de su casa.
No será su única inmersión en el mundo del cine. El 15 de abril próximo llegará a su pueblo natal, San Bernardino, en Paraguay, para ponerse detrás de las cámaras, y dirigir su primera película, Lectura según Justino. Hace tres años que coescribe, junto a Gustavo Cabaña, esta historia con toques autobiográficos. De alguna manera, con el film André revisa su infancia. Sobre todo cuando a los 11 años lo designaron como el cartero del pueblo. Epístola en mano, golpeaba las puertas de los inmigrantes alemanes, mientras intentaba descrifrar lo que se escondía en esas casas. Ahora imaginó que, detrás de esas puertas, podía haber habido una historia de amor. Una digna para ser contada en una película. Para eso convocó a actores como Julieta Cardinali, Federico D'Elía, y María Laura Cali (La extranjera). Posiblemente se sume Edgardo Nieva (Gatica, el mono).
André está "como en una ensoñación" con la idea de poder rodar. Piensa en tomas, en planos, en cámaras y, como es el productor de su propia película, también en maneras de conseguir fondos. Si hasta se reunió con el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, para pedirle apoyo económico.

UN HOMBRE DE TELE

¿Cómo sigue su revancha? ¿Dejará de actuar en TV para dedicarse de lleno al cine? "Soy un producto de la televisión. Si pudiera hacer en TV algo que me enriqueciera, lo haría."
Su último trabajo en ese medio fue en Los únicos, la telecomedia de El Trece en la que encarnaba a Alfredo Monterrey. Algo que no lo tiene del todo satisfecho.
- ¿Cómo fue esa experiencia?
-Buena. Pero no aportó mucho a mi carrera. De todas maneras, con el personaje me empezó a conocer un público infantil.
Algo de eso sucede cuando un joven se le acerca. No lo llama por su nombre, sino por el de Monterrey, y le pide sacarse una foto. "Cuando mi hermanito la vea se va a morir", le jura.
André considera que Los únicos terminó siendo una propuesta diferente a la que le habían planteado inicialmente. "Sabía que iba a tener humor, pero los conflictos de los personajes iban a ser tratados de otra manera. Y los fueron modificando y quedaron más light , más suaves. Disfruté más mi personaje en Valientes [la tira que, en 2009, emitía El Trece]", cuenta.
-¿Cómo ves la TV de antes, en la que el autor era quien definía, en comparación con la actual, en la que el productor es el que manda?
- Hoy todo va tan rápido, que el autor no se da la licencia de pensar y escribir para que el público piense. En la televisión de antes había personajes que el público iba acompañando. Y con el tiempo quedaron en el recuerdo. Hoy todo es tan efímero. De todas maneras, me hubiese gustado tener toda la infraestructura que se tiene hoy al servicio de la televisión.

VOLVER A EMPEZAR

Un plan de revancha no se piensa de la noche a la mañana. Quizás André lo empezó a elaborar cuando cumplió 50 años. En ese momento comenzó a pesarle aquello que lo había definido profesionalmente: el papel de galán. "Me sentía repetido, veía que las escenas que hacía ya las había hecho", señala como quien buceó con creces en su interior.
Un día quiso tomarse un año sabático y escapar del medio. Alquiló su casa en Buenos Aires, vendió su auto y se fue lejos. A los tres meses, un pensamiento le carcomió la existencia, que ahora enuncia así: "Yo tenía un nombre en el espectáculo, y mi lugar lo podía ocupar otro". Guiado por el miedo a la pérdida, desmontó de nuevo su vida y volvió al ruedo. "No pude parar. Podría haber hecho pausas para dedicarme a otra cosa. Pero no lo hacía porque me mimaban, me llamaban, me seducían con viajes. Fui hasta la India a grabar. No le echo la culpa al medio. El responsable soy yo", confiesa.
De todas formas, hubo intentos por virar. "Aceptaba obras de teatro que no tenían que ver con el rol de galán. Traté de juntarme con actores, actrices y directores de renombre. Y el cine no me convocó más, hasta que hace cuatro o cinco años me abrieron las puertas", se sincera el hombre en plena ejecución de su propia revancha.

La Nacion
 

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