Osvaldo Laport es el despiadado ex policía y cazador de “Lobo”, el primer villano de su carrera y un desafío que, confiesa, le dio pánico componer.
Cazar al hombre mientras sea lobo, descubrirlo en el bosque, ponerlo en la mira. Hacerlo presa. Lisandro Díaz Pujol es el depredador despiadado en Lobo, el villano que se ha propuesto convertir al lobisón en su trofeo mayor. Desconoce que es su sobrino, que la piel bajo el pelaje lleva su propia sangre. Para ello habrá que esperar que avance la historia, mientras Osvaldo laport se relame divertido en las conquistas que su personaje hace por él. "Lisandro es un hijo de puta, no tiene límites, hace cualquier cosa con tal de conseguir lo que se propone. Su presa más preciada es esta bestia, pero todo lo que se cruza en el camino no lo perdona, con las mujeres también, es muy promiscuo, no tiene escrúpulos, es un depredador", define.
Dice también que es el primer villano de su carrera, que lo esperaba y que hace un año que lo está planeando, pensando, dibujando. "Cuando Adrián (Suar) me comentó el proyecto, sobre el final deAlguien que me quiera, empezamos a entusiasmarnos con los personajes y me lo imaginé de pelo blanco. Terminó en esto que tengo, que es diferente, más el corte de pelo y esta cosa medio miliquilla. Confieso que estoy divirtiéndome".
Malo porque sí
Lisandro tiene como antecedente haber sido policía, de los corruptos, ahora devenido en empresario de la seguridad privada y con ganas de quedarse con todas las acciones, incluidas las de su hermano Leopoldo (Gerardo Romano), padre de Lucas Moreno (gonzalo Heredia), que todavía tampoco sabe su verdadero origen. Para conseguirlo, Lisandro hará todo lo que esté a su alcance, pisará todas las cabezas, tomará todos los atajos, sin medir costos ni consecuencias.
Lisandro tiene como antecedente haber sido policía, de los corruptos, ahora devenido en empresario de la seguridad privada y con ganas de quedarse con todas las acciones, incluidas las de su hermano Leopoldo (Gerardo Romano), padre de Lucas Moreno (gonzalo Heredia), que todavía tampoco sabe su verdadero origen. Para conseguirlo, Lisandro hará todo lo que esté a su alcance, pisará todas las cabezas, tomará todos los atajos, sin medir costos ni consecuencias.
–¿Cómo te sentís en este papel?
–Es mi primer malvado. Estuve con ataques de pánico por esto porque es un personaje fuerte, es el miedo natural y obvio. Al mismo tiempo soy un laburante de esto y me gusta, pero las primeras jornadas me costó.
–¿Qué fue lo más difícil, salir de los lugares conocidos como actor, como galán, o entrar en la piel de este malvado?
–A esta altura de la vida, hice muchos personajes que no fueron cómodos. Al contrario, fueron anti galanes. Guevara no era un galán, Amador Heredia tampoco. Siempre fui al filo de la navaja, a que me cachetearan o me acariciaran con la crítica. Nunca tuve una posición cómoda, como ahora. Podría haber hecho algo cómodo de la obviedad de poner cara de malo y punto, lo que intento hacer, lo digo con humildad y sé que falta mucho para que esté instalado este personaje, intento hacer un personaje que es coloquial, cotidiano, que está a la vuelta de la esquina o está en cualquier canal o radio y uno dice mirá que hijo de puta lo que dice. Es la maldad de lo cotidiano. De pronto creemos en personas que nos muestran los dientes con una sonrisa y después te clavan un puñal. De esos hay muchos en nuestra realidad.
–¿Qué te asustaba del personaje?
–La violencia y el vale todo. La primera secuencia arranqué cazando a un tipo. Para la realidad en la que uno está viviendo, es una imagen fuerte, pero al mismo tiempo entendí que esto es ficción y un laburo.
–¿Sentías que corrías algún riesgo?
–Si me cuestioné algo fue en cuanto a mi relación con Naciones Unidas y mi compromiso social con entidades o casos personales que acompaño desde hace mucho tiempo. Después volví a la conclusión de que esto es un trabajo, un personaje y punto.
–¿Encontraste alguna clave para esquivar los clichés del género?
–Lo que tenemos que rescatar es la apuesta de una empresa y un canal, en una plaza tan pequeña como la nuestra, de arriesgar a un género nuevo como el fantástico. En mi personaje también bordeo el humor. Está en mío, me encanta hacerlo y sé que a Adrián le hace gracia y me lo pidió. Trato de buscarle algo externo al personaje. En los diferentes personajes que hice, más allá de si se instaló o no, siempre le di un toque que intentara hacerlo diferente.
–¿Te acordás de alguno en particular?
–Hace muchos años, todavía no protagonizaba, estaba en una novelaDar el alma y tenía mi pelo lacio y sentí que tenía que hacerme algo distinto. Sin decir nada a nadie, me fui a una peluquería cualquiera, sin ninguna recomendación, y me hice la permanente. Entregué mi cabeza. Imaginate. cuando llegué a la grabación me querían matar. Me agarraron los peinadores, en el viejo Canal 11, me plancharon el pelo, intentaban estirar el pelo que ya estaba mota.
–¿Por qué querías ser el malo de la historia?
–Era un personaje que me faltaba hacer. Y si Dios quiere el año que viene vuelve Guevarita, prostático, porque ya está grande. Va a acompañar a Luciano Castro, que va a hacer de boxeador.
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