La actriz afirma que aceptó trabajar con la Legrand porque sintió que iba a ser algo irrepetible.
Cuenta que a su mamá, Daniela Cardone, se le cae el glamour cuando está con su nieto Eloy
En una pausa de las grabaciones de La Dueña (Telefe), Brenda Gandini se tomó unos días para visitar a su familia en Cipolletti junto a su pareja Gonzalo Heredia y su hijo Eloy, de poco más de 10 meses. La actriz cuenta que quiere cuidar al pequeño de la exposición hasta que él pueda decidir si quiere aparecer en los medios o no. “Cuando era chica odiaba acompañar a mi vieja a los desfiles, pero mi mamá no me mostraba, me decía que el día que yo quisiera hacer una foto la iba a poder hacer”, asegura.
—¿Cómo definirías a Delfina, tu personaje en “La Dueña”?
—La amo porque es completamente diferente a mí. Hay cosas que me costó mucho sacar, como la frivolidad o el ego. Lo más difícil fue lo de la mujer fatal. Eso que tienen las mujeres sensuales del cine, las posturas, la mirada arriba. Me sirvió mucho porque soy vergonzosa y justo me estaba encontrando todavía como mujer después de ser madre. Vivía todo el día en ojotas y podía dejar a esa Brenda de lado y ponerme en ese personaje tan glamoroso y frío.—¿Disfrutás de la villana?—Sí. Delfina saca lo peor de mí. Es una soreta, pero me encanta, es muy divertido. La gente me pone en Twitter: “¡Cómo podés ser tan guacha!”.
—¿Cómo es grabar con Mirtha Legrand? ¿Es realmente “la dueña”?—Es la dueña de todo. Cuando me propusieron trabajar con Mirtha, pensé enseguida que era algo que no se iba a repetir. Es una mujer sabia, está muy informada y tiene mucha energía y ganas de vivir. Es una diva y cuando entra se nota, tiene una presencia importante. Al principio te paraliza un poco, pero en las escenas que tuve que grabar con ella me hizo sentir su par.
—Trascendió que Florencia Bertotti se va más temprano que el resto de las grabaciones.
—Ella aceptó con esa condición, me parece que lo que dicen es pura habladuría, quieren inventar quilombo donde no lo hay. Florencia es una excelente persona y madre; compartíamos camarín y hablábamos todo el tiempo de nuestros hijos. Yo en los baches de grabación me iba a ver al gordo. A veces me dicen que estoy en una nube de pedos, pero es porque me importan otras cosas, no me preocupa el chusmerío barato.
—¿Cómo se lleva Daniela Cardone, tu mamá, con Eloy?
—Mi vieja lo ve y se derrite. Se le caen todos los anillos, todo el glamour. Un nieto te para en otro lado. Lo visita por lo menos una vez por semana, y además a Eloy lo cuida la mamá de Gonzalo, que es la que se ocupa de él todos los días. Así que está mucho en contacto con las abuelas. Además mi bisabuela vive, o sea su tatarabuela.
—¿Tu madre deja que la llamen abuela?
—“Abu”, dice, no abuela.—¿Buscás ser con Eloy una madre diferente de la que tenés?—Uno no elige ciertas cosas que le dan los padres. Yo trato de tomar lo que más me gusta de cada uno, para mí es muy importante estar en todas las situaciones y no ser solamente la que le dé indicaciones. De mi mamá y mi papá rescato siempre el diálogo. Mi viejo era el más rígido, que me ponía los límites y mi vieja me daba más libertad, siempre fue como una amiga. Me gustaría ser un poco mamá y un poco amiga.—¿El niño condiciona la elección de tus trabajos?
—Todas las decisiones pasan por él. Por ejemplo, vivir cerca del estudio de grabación fue uno de los porotitos que sumó para que hiciera La Dueña. Ya era momento de volver a trabajar porque Eloy tenía 6 meses, pero cuesta despegarse, te sentís culposa. No quería perderme el primer año porque esto no se vive más. Pero para que él esté bien, Gonzalo y yo tenemos que trabajar. Me ordenó las prioridades, me centró. —¿Volverías a trabajar junto a Gonzalo?—No tendríamos problema, lo hablamos varias veces. Sería raro porque estuvimos en el mismo programa (Malparida, en 2010 y 2011 por El Trece) pero nunca actuamos de pareja. Podría ser otra manera de sentir la actuación. Yo estoy acostumbrada a trabajar sin que esté Gonzalo mirando, habría que ver si me sentiría cómoda, pero lo haría.
Cuenta que a su mamá, Daniela Cardone, se le cae el glamour cuando está con su nieto Eloy
En una pausa de las grabaciones de La Dueña (Telefe), Brenda Gandini se tomó unos días para visitar a su familia en Cipolletti junto a su pareja Gonzalo Heredia y su hijo Eloy, de poco más de 10 meses. La actriz cuenta que quiere cuidar al pequeño de la exposición hasta que él pueda decidir si quiere aparecer en los medios o no. “Cuando era chica odiaba acompañar a mi vieja a los desfiles, pero mi mamá no me mostraba, me decía que el día que yo quisiera hacer una foto la iba a poder hacer”, asegura.
—¿Cómo definirías a Delfina, tu personaje en “La Dueña”?
—La amo porque es completamente diferente a mí. Hay cosas que me costó mucho sacar, como la frivolidad o el ego. Lo más difícil fue lo de la mujer fatal. Eso que tienen las mujeres sensuales del cine, las posturas, la mirada arriba. Me sirvió mucho porque soy vergonzosa y justo me estaba encontrando todavía como mujer después de ser madre. Vivía todo el día en ojotas y podía dejar a esa Brenda de lado y ponerme en ese personaje tan glamoroso y frío.—¿Disfrutás de la villana?—Sí. Delfina saca lo peor de mí. Es una soreta, pero me encanta, es muy divertido. La gente me pone en Twitter: “¡Cómo podés ser tan guacha!”.
—¿Cómo es grabar con Mirtha Legrand? ¿Es realmente “la dueña”?—Es la dueña de todo. Cuando me propusieron trabajar con Mirtha, pensé enseguida que era algo que no se iba a repetir. Es una mujer sabia, está muy informada y tiene mucha energía y ganas de vivir. Es una diva y cuando entra se nota, tiene una presencia importante. Al principio te paraliza un poco, pero en las escenas que tuve que grabar con ella me hizo sentir su par.
—Trascendió que Florencia Bertotti se va más temprano que el resto de las grabaciones.
—Ella aceptó con esa condición, me parece que lo que dicen es pura habladuría, quieren inventar quilombo donde no lo hay. Florencia es una excelente persona y madre; compartíamos camarín y hablábamos todo el tiempo de nuestros hijos. Yo en los baches de grabación me iba a ver al gordo. A veces me dicen que estoy en una nube de pedos, pero es porque me importan otras cosas, no me preocupa el chusmerío barato.
—¿Cómo se lleva Daniela Cardone, tu mamá, con Eloy?
—Mi vieja lo ve y se derrite. Se le caen todos los anillos, todo el glamour. Un nieto te para en otro lado. Lo visita por lo menos una vez por semana, y además a Eloy lo cuida la mamá de Gonzalo, que es la que se ocupa de él todos los días. Así que está mucho en contacto con las abuelas. Además mi bisabuela vive, o sea su tatarabuela.
—¿Tu madre deja que la llamen abuela?
—“Abu”, dice, no abuela.—¿Buscás ser con Eloy una madre diferente de la que tenés?—Uno no elige ciertas cosas que le dan los padres. Yo trato de tomar lo que más me gusta de cada uno, para mí es muy importante estar en todas las situaciones y no ser solamente la que le dé indicaciones. De mi mamá y mi papá rescato siempre el diálogo. Mi viejo era el más rígido, que me ponía los límites y mi vieja me daba más libertad, siempre fue como una amiga. Me gustaría ser un poco mamá y un poco amiga.—¿El niño condiciona la elección de tus trabajos?
—Todas las decisiones pasan por él. Por ejemplo, vivir cerca del estudio de grabación fue uno de los porotitos que sumó para que hiciera La Dueña. Ya era momento de volver a trabajar porque Eloy tenía 6 meses, pero cuesta despegarse, te sentís culposa. No quería perderme el primer año porque esto no se vive más. Pero para que él esté bien, Gonzalo y yo tenemos que trabajar. Me ordenó las prioridades, me centró. —¿Volverías a trabajar junto a Gonzalo?—No tendríamos problema, lo hablamos varias veces. Sería raro porque estuvimos en el mismo programa (Malparida, en 2010 y 2011 por El Trece) pero nunca actuamos de pareja. Podría ser otra manera de sentir la actuación. Yo estoy acostumbrada a trabajar sin que esté Gonzalo mirando, habría que ver si me sentiría cómoda, pero lo haría.
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