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Soledad Silveyra: "Me gustaría volver a enamorarme"

La actriz se confiesa en una entrevista íntima con ¡Hola! y protagoniza una espectacular producción de fotos junto a sus nietos









De los cientos de personajes que interpretó, hay uno –sólo uno– que le llena el alma y le humedece los ojos: el de "Tatita", como la llaman sus nietos Inés (4), Clara (3) –hijas de Baltazar– y Milos (1) –hijo de Facundo–. "Ser abuela es una de las mejores cosas que me pasó. La vida es sabia porque nos da los nietos después de los hijos. Al ser madre de dos varones, nunca me había visto como una ‘mujer chiquita’ y con Inés –que es histriónica y payasa como yo– me veo proyectada. ¡Eso me mata porque me doy cuenta de la trascendencia! Ser abuela es una bendición y creo que nunca apreté tanto el acelerador para que llegara este momento, ni siquiera para ver al hombre que más amé en mi vida", asegura Solita.
–¿Qué es lo que te da más placer como abuela?
–Darme cuenta de todo lo que puedo brindarles. Me encanta ir al teatro con ellos, que estén en contacto con el arte desde tan chiquitos. A la mañana, cuando me quedo a dormir en la casa de Baltazar, nos levantamos, ponemos música y bailamos todos. Mis nietos tienen una infancia muy bella.
–¿Qué diferencia encontrás con la maternidad?
–Los abuelos hacemos cosas que no pudimos hacer como padres. Con los hijos hay que poner más límites. Yo empecé a trabajar a los 12 años, o sea que mis hijos me conocieron trabajando, nunca tuve la posibilidad de decir: "Bueno, dejo todo y me dedico por tiempo completo a ellos". Mis nietos me agarran en otro momento de la vida, y eso es impagable.
–¿Tuviste algunos prejuicios con que te llamaran "abuela"?
–¡Para nada! ¡Soy una joven abuela de 60! Siempre pensé que iba a ser abuela mucho antes. Me moría por que mis hijos fueran padres. La figura más importante en mi vida ha sido "Mamá Sole", mi abuela materna. [Se emociona.] Yo le debo la vida. Una mujer nacida en 1913, con gran carácter, pero muy callada, ama de casa, que nunca tomó partido por nada y, sin embargo, fue un gran modelo para mí.


COSAS DE MUJER



–Claro, no tengo ningún problema. Nunca viví regida por los años. Mi niña interior es muy potente. El otro día fui a visitar a China [Zorrilla], que es como mi segunda mamá, y la vi tan tranquila a sus 90 años, tan bella, con su pelo blanco como la nieve. Cuando me acerqué, me sonrió y me dijo: "Doña Lola", como me llama ella, y me dieron ganas de llegar a esa edad. "Yo sé que tuve una vida gloriosa", me dijo. Y ahí pensé: "¡Guau, qué mujer!".
–¿Te preocupa la vejez?
–Lo único que me preocupa es llegar bien de la cabeza. Le tengo miedo a esas jugarretas que puede hacernos la memoria.
–¿A qué otras cosas le temés?
–No soy miedosa… Más bien inconsciente, diría. Soy una mujer que ha empujado siempre para que las cosas sucedan. Soy un carro tirado por cinco bueyes… Miro mi casa y digo: "No puede ser que acá no tenga nada que me haya regalado un hombre. ¡Algo! Un equipo de música, al menos. ¡Nada!". Yo siempre quise ser una mujer independiente y libre, y eso se paga.
–Hablás de tu abuela y de China. ¿Qué hubo de tu mamá?
–Mi mamá sufrió mucho. Se llamaba María Teresa, bailaba, una mujer espléndida, pero que no la pasó nada bien y terminó suicidándose a los 52 años.
–¿Fue un gran golpe?
–Un golpazo, pero lo veía venir. Ella tuvo muchos intentos de suicidio y cuando se fue a vivir con mi hermano a San Juan de la Cruz, en La Rioja, pensé: "No es el mejor lugar", y así fue.
–Siempre contás lo sola que te sentías de chica.
–Es que yo me eduqué sola. Pasaba mucho tiempo encerrada en mi habitación escuchando un disco de pasta, que de un lado tenía "La farolera" y del otro, "Yo la quiero ver bailar". "Déjenla sola, solita y sola, que la quiero ver saltar, andar por los aires…", decía la canción. Eso me marcó, y lo que he hecho toda mi vida fue saltar por los aires.

DE AMORES PASADOS Y FUTUROS




 

–¿Te preocupa tu imagen? ¿Te cuidás?
–Bueno, ya no prentendo ser un sex-symbol, sería un poco ridículo… Me gusta ver cómo me van pasando los años, pero las actrices estamos muy exigidas.
–¿Hay algún momento en que te dan ganas de relajarte y poder comer lo que se te antoja?
–¡Miles de veces! Si yo pudiera dejar de trabajar y tuviera mi plata ahorrada, me retiraría por un tiempo. ¡Pero no puedo! La fantasía es que las actrices somos millonarias. Salvo que te hayas casado con un hombre de dinero, ninguna de nosotras puede dejar de trabajar.
–Pero has tenido una vida muy rica en amores.
–¡Riquísima! He sido muy libre y siempre hice lo que quise en el amor. Tuve una pareja veinte años mayor que yo y alguna otra veinte años menor…
–¿Cómo te definirías en el amor?
–Con los años tuve que aprender a no ser tan celosa. Soy una gran constructora, no puedo estar con alguien si no siento que estamos construyendo algo.
–¿Sentís que te han querido o que has querido más?
–No lo sé. En general, me he sentido muy amada y quizá por eso hoy puedo estar tranquila. Yo no tuve padre y esa ausencia la vida te la cobra por más que la trabajes, la veas o la reveas. Debe ser por eso que ningún hombre me dura más de siete años. Es una herida que no cierra. Cuando veo a mis hijos Balta y Facundo tan presentes con sus hijos, me da mucha emoción.
–¿Te gustaría volver a enamorarte?
–¡Sí! Hay un hombre en el horizonte que avanza, pero no estoy enamorada. Está ahí, pero no lo tengo muy claro.
–¿Qué es lo que buscás en un hombre?
–Su sensibilidad, su inteligencia… No puedo estar con un hombre que no respete y admire por cómo habla, por cómo escribe, por cómo piensa o por su vínculo con los demás. ¡No puedo tener un príncipe consorte a mi lado!

"FUNCIONO MUY BIEN CON LA CRITICA"

–Con tus hijos armaron una tríada muy fuerte. ¿Te costó entender que tenían que armar sus propias familias?
–En un momento me dolió darme cuenta de que tenía que correrme. Atravesé una crisis y tuvieron que frenarme. Tuve que tomar distancia y volví más mansa. El vínculo suegra-nuera siempre es complicado, pero mis nueras Romina y Natalia supieron poner los puntos sobre las íes con mucho amor. ¡Nos llevamos muy bien!
–¿Qué pensás de las críticas?
–Mis hijos son mis primeros críticos, ellos me ponen en caja… Yo funciono muy bien con la crítica. Alguien me puede decir que soy una diosa, la mejor de todas, pero yo lo escucho muy poco. Tengo un gran sentido de la realidad y siento que los elogios excesivos pueden cegar a cualquiera.
–¿Sos autocrítica?
–Muy severa, tal vez demasiado. A veces me viene bien, porque cuando recibo malas críticas, yo ya me maté y me castigué antes.
–Pero sos una actriz muy querida.
–Soy una actriz nacional y popular y me costó mucho ganar cierto prestigio… Bah, aún no sé si lo gané. Soy una mezcla de Xuxa y Alfredo Alcón: para los intelectuales soy una estrella y para las estrellas soy una intelectual. Me siento muy contenida por el público, la calle es como mi segunda casa y ahora con el personaje de Lorna, en Condicionados, me piropean y me dicen cosas muy graciosas.
–¿Tenés muchos amigos actores?
–No estamos pegoteados, pero sé que tengo varios a quienes puedo llamar si los necesito y están en cinco minutos.
–¿Sos competitiva?
–Cero. Me alegra que a una actriz como Mercedes Morán, a quien amo, le vaya muy bien en el teatro. Obviamente, algunas actrices me caen mejor que otras, pero eso no tiene que ver con la competencia. Si hay algo que no soporto es que el ego le gane a la persona. Mi ego está domado y las estrellas están en el cielo.
–¿Cómo manejás los éxitos y los fracasos?
–Muy bien, porque entiendo que la vida es una mezcla exacta de los dos. Ahora voy a hacer un capítulo del unitario Amores de historia con Gonzalo Heredia y, cuando llegué a la primera reunion con él y los productores, le dije: "Bueno, se juntaron las dos grandes potencias del fracaso". [Se ríe a carcajadas.] El por Lobo y yo por Condicionados. Tengo una amiga actriz que me tiene prohibidas las palabras "fracaso" y "vejez" porque yo las digo todo el tiempo sin problema.
–Si mirás el camino recorrido, ¿sentís que fuiste fiel a vos misma?
–Muy fiel y muy coherente. Creo que una de las cosas que mis hijos más respetan de mí es la coherencia. Me respeto mucho y eso hace que me lleve muy bien conmigo. Me gusta estar sola, me divierto horrores. Ahora me voy unos días a Nueva York y hay un montón de gente allá que quiere verme, pero quiero estar sola y hacer la mía.
–¿Cómo te imaginás dentro de unos veinte años?
–La última imagen que quiero llevarme es una entrando con mis tres nietos a El Globo, el teatro de Shakespeare, a orillas del Támesis… Ahí podré decir: "Bajen el telón de mi vida, estoy hecha".

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