Para su personaje de la tira “Sos mi hombre”, su primer trabajo en Pol-ka, está entrenando boxeo. Mañana se estrena “Sal”, western en el que interpreta a un vaquero muy violento.
Y acompaña a sus amigos Benjamín Vicuña y Pampita, por la complicada internación de su hija.
Cuando su nombre empezó a sonar entre los argentinos, él ya tenía una larga carrera en Chile. Y acá, entre tanto chico lindo, parecía un galancito más. Pero, poco a poco, fue ganando territorio y un lugar en la audiencia local. Mientras crecía como actor, Gonzalo Valenzuela supo mantenerse mucho más allá de los escándalos y malas pasadas que lo tocaron de cerca. Muy por el contrario, mostró una dignidad y una fortaleza que sorprendió a más de uno. Pero eso tampoco le importó. El siguió haciendo, creando y actuando, que es lo que le gusta y sabe hacer. Ahora espera el estreno de Sal (mañana), western dirigido por Diego Rougier, en el que compone a un personaje violento en los áridos paisajes del desierto chileno. Y es uno de los coprotagonistas de “ Sos mi hombre ”, nueva tira de Pol-ka para El Trece, en donde hace de compinche de su amigo Luciano Castro, con quién se había cruzado en El tiempo no para .
Es la primera vez que trabajás en Pol-ka…
Con Luciano, con Ludovico (Di Santo), con el Puma (Goity), con muchos de aquí ya había trabajado antes, pero es mi primera vez en Pol-ka. Me habían llamado varias veces, pero no habíamos podido concretar por distintas razones. Esta vez fue la tercera, y la vencida.
Con Luciano, con Ludovico (Di Santo), con el Puma (Goity), con muchos de aquí ya había trabajado antes, pero es mi primera vez en Pol-ka. Me habían llamado varias veces, pero no habíamos podido concretar por distintas razones. Esta vez fue la tercera, y la vencida.
¿Y como te sentís acá?
Contento, muy contento. Me encanta el grupo, llevan muchos años trabajando juntos y se nota, el equipo, los técnicos, la gente de producción, todos... Son como la familia Pol-ka, y es genial, muy cómodo para integrarse; piensa que estamos grabando todos los días.
Tenés el triple rol de abogado, bombero voluntario, y boxeador amateur. ¿Te entrenaste?
Si, estoy entrenando. Mis compañeros tienen años en esto, Luciano es un gran boxeador, Pablo Cedrón es muy bueno… hay varios en el elenco.
¿Qué tal el mundo del boxeo? ¿Te gusta?
¡Estoy ahí, estoy ahí! Me estoy metiendo mucho. Fui a ver peleas, estoy entrenando con Chany, que es socio de Luciano y tiene un gimnasio de box; en Pol-ka lo contrataron a él como nuestro coach. Y yo me embalé, como siempre… Además de hacer TV y teatro, Gonzalo estuvo filmando varias películas: además de su vaquero vengador en Sal , coprotagonizó junto a Leticia Bredice Todos contentos (título provisorio), dirigida por Eduardo Milewicz, en donde hace de un jugador profesional de vóley. Una gran variedad de composiciones. “Es lo mas lindo de nuestro oficio, jamás me imaginé que iba a conocer el mundo del vóleibol, o a Waldo Kantor (ex jugador de la selección argentina y entrenador de vóley, que actúa en la película). Del mismo modo que ahora estoy boxeando, años atrás tuve que hacer a un ginecólogo obstetra, no tenía un hijo aún y ya había presenciado cinco partos. Esas cosas que tiene nuestro oficio, que son maravillosas. A veces son cosas feas también, te tienes que meter en la pedofilia, en el abuso, en el incesto, como en el caso de La celebración , (obra que montaron el año pasado con Benjamín Vicuña, en la que compartió cartel con su mujer Juana Viale), eso es meterte, ver números, estadísticas, y sufrir y llorar en tu casa”.
Televisión, cine, teatro. ¿En dónde te sentís más cómodo?
Son géneros tan distintos, que resulta difícil compararlos. Yo me siento muy cómodo en los tres, pero la manera de enfrentar el trabajo en cada uno es súper diferente. Son tres frentes distintos del mismo oficio.
¿Cómo trabajaste aquí, en Polka?
¡Para hacer una tira hay que tener muchos huevos! Hay que atreverse a componer todos los días, a encontrarse todos los días con siete, ocho, diez escenas, y solucionar, solucionar, solucionar… ¡Es un trabajo actoral enorme! Hay gente que dice ‘no, yo no hago tira’… ¡Mejor haz! –dice Valenzuela, con su tono más chileno de todos-, porque si se tiene la posibilidad de hacer, hay que hacer. No sé acá, pero antiguamente en Chile los actores de televisión eran mal vistos a nivel comercial. Hoy ya no, hoy uno se da cuenta del trabajo que puede hacerse en televisión, exige profesionalismo, rigor, concentración… Valenzuela habla con un acento ya suave, matizado por años de vivir en Buenos Aires. El, que trabaja en ambos lados de la cordillera, tiene el desafío de parecer de un lado y de otro, según le toque componer. En Sal , se lo escucha chilenísimo; en cambio en la tira es diferente. “Es que interpreto un personaje que estudió abogacía acá, no puedo hablar como alguien recién llegado de Chile, no podría tener esta amistad con Ringo (Luciano Castro), que son yunta desde que tenían 12 años, y seguir hablando como en Santiago –reflexiona-. Tengo que tratar de hacer una combinación. Pero sin embargo no quiero hacer creer que soy porteño porque es imposible. Igual, se puede, en La celebraciónfue un trabajo tremendo, porque sucede todo en una familia de acá. Benjamín (Vicuña) y yo tuvimos que porteñizarnos. Yo me tiré a la pileta, y fue muy bien reconocido ese trabajo. Ahora, allí, con los textos aprendidos, con las ideas claras, se puede copiar un acento; es mucho más fácil que en una tira, donde improvisamos un montón, y es día a día.” Valenzuela cuenta que le ofrecieron trabajar en teatro (con nombres que todavía no puede adelantar), y dos propuestas de cine, una con un director mexicano, y otra con Alberto Lecchi. Silvestre, el primer hijo que tuvo con Juanita Viale (con la que algunos sitios de Internet dicen que está en una crisis, aunque él no opina igual), se acerca, le tira de la remera, le dice “papá vamos”… Tira, cine, familia…
¡Puedo con todo! Soy todo a la vez –dice mirando a su hijo-, lo voy a buscar al colegio, me lo traigo acá, hago la cena, ¡todo!
¡Puedo con todo! Soy todo a la vez –dice mirando a su hijo-, lo voy a buscar al colegio, me lo traigo acá, hago la cena, ¡todo!
Se le ilumina la cara cuando habla. Sonríe.
Y ahora, ¿cómo estás?
Súper bien, genial.
Eso dice. No está actuando. Su expresión y su sonrisa nos dejan en claro que es verdad.
Clarin
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