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Mercedes Morán y Mercedes Scápola: Madre e hija con amor por el mismo oficio

Comparten su visión de la política, apoyan la Ley de Medios y por primera vez participaron juntas en escenas en el exitoso Graduados.

                 Madre e hija con amor  por el  mismo oficio



 Hablan del rating, el poder, la televisión, y confirman la llegada de un varón a la familia. 

Son madre e hija en la vida real y jugaron escenas de ficción encarnando este mismo vínculo en Graduados, el programa éxito de Telefe. No fue fácil juntar a Mercedes Morán y Mercedes Scápola, pero no es por falta de afecto, las dificultades provienen de sus múltiples ocupaciones. Morán todas las noches actúa en Buena gente, graba publicidad y además fue una de las protagonistas de “Prohibido amar” en Amores con historia, por Canal 9. Mientras que Scápola graba diez horas en Martínez y espera con ansiedad su primer hijo, que ya sabe que será varón. Desde hace tres años comparte su vida con Mariano Castro, hermano gemelo del desaparecido periodista y conductor Juan Castro, fallecido en 2004.
—¿Cambió la televisión en los últimos veinte años?
MorAn: Creo que no se modificó, reina el entretenimiento por encima de todo y manda la publicidad. Hoy tiene un mayor protagonismo el rating, al que antes sólo lo nombraban los ejecutivos. Cuando empecé había sólo dos o tres unitarios, mientras que ahora las ficciones son muchas más.
ScApola: Hace veinte años no existía internet, creo que lo mediático influyó, por eso los realities. Hay propuestas que no cambian, como las buenas historias y los buenos actores. El machismo existe y siempre estuvo, aunque ahora hay más de todo. Creo que se exacerbó lo bueno y lo malo. Recuerdo a las gatitas de Porcel, pero no sabía que se llamaba misoginia.
—¿Qué se modificará con la Ley de Medios?
M: Para mí esta ley sólo atenta contra la acumulación de poder, o sea contra los monopolios, y acumular poder no es bueno en ningún ámbito. La ley no se mete ni con los espectadores ni con su libertad de elección, y en los países desarrollados funciona.
S: Creo que no va a cambiar la televisión en sí, se modificarán los grandes poderes y estoy de acuerdo con ella. Nada va a desaparecer, los cambios serán más profundos. La Ley de Medios no sacará ni a un periodista ni un programa.
—¿Cómo te relacionás con el poder? ¿Te propusieron un cargo?
M: Jamás. Creo que el poder no es sólo el político, todos manejamos un poquito en lo que hacemos. Por ejemplo, este año se hicieron encuestas donde me señalaron como una actriz creíble, por eso me convocaron para hacer publicidades. Cuando siento mucha popularidad, me alejo. De hecho, terminé Gasoleros y me fui a filmar cine independiente. Hay algo de esa energía a la que le temo como actriz, y como persona soy cautelosa.
—¿Y las publicidades?
M: No tengo prejuicios ideológicos con respecto a hacerlas, sólo que investigo si el producto es respetable. No haría publicidad para cigarrillos, ni para bebidas alcohólicas, porque no me gustaría fomentar nada que fuese nocivo.
—Scapola, ¿tuviste miedo de atuar en “El pacto”?
S: Siempre me da más miedo no hacer. Fue una ficción como tantas, me pareció muy bien tratado el tema, admiraba mucho al director (Pablo Fischerman) y al guionista (Marcelo Camaño). Pedí trabajo y lo acepté cuando me convocaron. Cuando se bajó Mike (Amigorena) creo que se le dio más trascendencia y salió en muchos medios. Me pasó que algunas personas por haber estado allí no me atendieran más el teléfono, pero no voy a dar nombres.
—Viviste momentos complicados porque cuando filmabas el final de “El pacto” operaron del corazón a tu marido (Mariano Castro).
S: Sí, fue a corazón abierto, por un aneurisma de aorta, iba de terapia intensiva a grabar. Ya convivíamos, pero eso nos unió aún más. Después de El pacto supe que se iba a grabar Graduados, y aunque ya estaba todo el elenco confirmado me jugué y pedí trabajo. A veces creen que por ser la hija de Morán me llueven las ofertas, pero eso les pasa a los hijos de los mediáticos y no es mi caso. Hablé con Underground, me citaron y me avisaron que no quedaban papeles, aunque estaba la empleada doméstica del personaje de Loly. Así fue naciendo Clarita, e inventamos que fuera mala onda y vaga. Como Culell me había visto en Rancho me pidió que fuera cordobesa.
—¿Creen que los éxitos televisivos destruyen parejas?
M: En principio un éxito es una demanda enorme de tiempo, lo que te queda para el resto de la vida se acota, por eso creo que es una prueba. Hay una frase que dice que “el amor es acompañar al otro” y creo fervientemente que es así. Se dice que esta profesión es muy demandante y por eso terminás sola.
S: La posible popularidad que hoy tengo no es mía, es del programa, y Mariano está muy orgulloso por lo que me está pasando. Es probable que al venir de una familia de actores tenga los pies sobre la tierra y que no pueda subir a un pony ni 17 segundos. Así como hoy me paran más de treinta adolescentes en la calle, en enero ya se habrán olvidado de Clarita.
—¿Y el embarazo?
S: Al tercer mes, sólo lo sabían las familias y decidí reunirme con Pablo (Culell) para contarle, era consciente de que los complicaba, pero, por el contrario, me dijeron que me iban a armar algo con los autores.
—¿Mariano Castro está trabajando en televisión?
S: Sí, en cable (79), en Senado TV, hoy es el coconductor del noticiero junto a Claudia Salto. Además tiene un programa los miércoles que se llama Momentos, donde le hace un reportaje a un senador. Son entrevistas de una hora donde el entrevistado cuenta cinco momentos
—Mercedes, ¿sos una actriz militante?
M: Lo fui en mi adolescencia, mientras estudiaba en la facultad. Participé activamente en la Juventud Peronista, trabajé en los barrios, pero me retiré de la militancia cuando volvió el general (Perón), nos echó de la plaza y me comí el gran garrón. Apoyo mucho de lo que hacen este gobierno y esta presidenta. Para los kirchneristas no lo soy y para la oposición soy K.

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