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Jennifer Lawrence, el impacto de la fama


Cuando Silver Linings Playbook se estrenó en nuestros cines hace un par de semanas, a nadie le llamó la atención que Jennifer Lawrence tuviera el papel principal acompañando a figuras bien establecidas de Hollywood como Bradley Cooper y Robert De Niro.

Con una bien merecida nominación al Oscar porWinter’s Bone, y un papel protagónico en una de las franquicias más taquilleras de los últimos tiempos , The Hunger Games, la joven actriz parece perfecta para el papel de Tiffany, una viuda con problemas psiquiátricos que encuentra en el maestro desequilibrado que interpreta Cooper al hombre de su vida.
Sin embargo, pocos saben que cuando el director David O. Russell aceptó concederle una audición, lo hizo simplemente como un favor hacia su agente, a quien conocía desde hace mucho tiempo. The Hunger Games aún no se había estrenado y Russell estaba buscando a una actriz de renombre y también más edad. La contratada originariamente para ese papel, Anne Hathaway, debió dejar el proyecto cuando quedó claro que habría superposición de horarios con el filme que para ella era prioridad, The Dark Knight Rises, y sus intentos por reemplazarla con Angelina Jolie o Rachel McAdams fueron infructuosos. Pero cuando Lawrence entró vestida como Tiffany a la audición y le demostró en apenas 10 minutos que había nacido para ese papel, el director supo que había encontrado a la actriz que estaba buscando.
Ahora ya los premios comienzan a tocar a la puerta de la actriz de 22 años, que ha sido nominada para un Globo de Oro en la misma categoría en que compiten leyendas como Judi Dench y Maggie Smith.
“Quise hacer esta película apenas escuché que iba a ser dirigida por David O. Russell. El nunca ha hecho una película que no me gustara. Una vez vi I Heart Huckabees dos veces seguidas. Terminé de verla y empecé otra vez. Y cuando leí este guión me quedé con la boca abierta”, explica Lawrence durante la presentación del filme en el Festival de Toronto. “Es una historia maravillosa. Me parece peligroso decirle que sí a un proyecto basándome solamente en que me gusta el personaje. Podría terminar desilusionándome mucho, pero en este caso me fascinó todo”.
Sin duda, la película funciona tan bien en buena medida por la química que Bradley y Jennifer tienen en pantalla, algo que se nota en la primera escena en la que aparecen juntos. “La clave para tener química en la pantalla es no tenerla fuera de ella”, explica la actriz. “Aunque lo adoro y somos grandes amigos, no hay nada más entre nosotros. He escuchado que hay casos en el cine en los que la química entre dos actores desaparece en cuanto dejan de llevarse bien en la vida real, lo cual arroja por la borda mi teoría. Por otro lado, hacer cine es como ir a un campamento de vacaciones: un grupo de gente, chicos y chicas, que están fuera de su casa por unos días”.
Lo cierto es que una vez que concluyó el rodaje de Silver Linings Playbook, Lawrence y Cooper fueron contratados para rodar otra película, Sabrina, que marca el regreso de la danesa Susanne Bier, ganadora del Oscar a la Mejor película en idioma extranjero por In a Better World, al cine hablado en inglés.
“Creo que de aquí en adelante va a ser difícil hacer una película sin Bradley”, bromea Jennifer. “Trabajar con Bier fue asombroso, sobre todo porque es una película de época, algo que yo no había hecho nunca. Los tres nos llevamos muy bien en el rodaje y estoy segura de que será una película tan buena como esta”.
La actriz, que rueda en estos momentos la esperada segunda parte de The Hunger Games, que se titulará Catching Fire, ya está lista para irse a filmar la segunda parte de la nueva trilogía de X-Men,Days of Future Past. Lawrence admite que aunque ahora ya no quede un director que no sepa quién es ella no ha cambiado demasiado sus costumbres y sigue viviendo en el mismo condominio de dos dormitorios que tenía cuando se mudó a Los Ángeles desde su Kentucky natal.
“La verdad es me cuesta acostumbrarme al impacto de la fama. Recuerdo que entré en shock el día en que se estrenó The Hunger Games. Había ido a la tienda como todas las mañanas a buscarme un café y de pronto me encontré con 15 paparazzi. Ese día me di cuenta de que iba a empezar a perder ciertas libertades. Hace un par de días, cometí el error de tratar de ponerle gasolina a mi auto y allí estaban ellos, los paparazzi. Detesto su trabajo, pero también entiendo que de algo tienen que vivir”, dice resignada. • 

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