Paola Barrientos es Vicky, la columna vertebral de “Graduados”, ficción que esta noche se despide.
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“Claramente soy una actriz de teatro, no me interesa eternizarme en el medio. Esto lo viví como una experiencia más”.
Que es frontal, que dice lo que piensa y que no es partidaria del “piensalindismo”, no cabe dudas. Paola Barrientos es auténtica y lapidaria. “De alguna manera soy una moda, una moda pasajera”, dice casi a modo de sentencia la actriz que será elegida, seguramente, como la mejor del año. “Esta racha se va a terminar y es bueno, me motiva saber que no siempre tendré semejante exposición”, agrega la columna vertebral de “Graduados”, quien no ve la hora de estar tirada en una hamaca paraguaya.
Con el fin de “Graduados” esta noche, la intérprete de 38 años, que encarnó a la popular Vicky Lauría, y que además hizo teatro por duplicado (“Las criadas” y “Estado de ira”), concluye la temporada más ajetreada de su extensa carrera.
¿Cuánto cambió tu vida?
Básicamente mi vida no ha cambiado, por lo menos la personal. La otra, la laboral, sí. Supongo que a partir de Vicky se modificarán mis condiciones de trabajo, tendré el poder de elegir los trabajos que quiero hacer y desde hace varios meses, mi relación con la gente de la calle es otra. Me siento más conocida. Pero confieso que todo lo que estoy experimentando no me cambia mi vida personal, ni mi manera de pensar, tal vez porque me sucede ya no siendo una veinteañera. Estoy parada en otro lugar, me siento madura para darme cuenta de que la vida no es sólo el trabajo, que reconozco que me dio popularidad pero la vida, la vida (hace hincapié) no me cambió para nada.
Te deben haber hecho más notas en los últimos seis meses que en tus 20 años de carrera.
Probablemente -sonríe irónica-. Y la verdad, lo confieso, esa demanda me disgustó un poco; tal vez por esa manera de ver el éxito. Un exitismo que no tiene nada que ver conmigo. Yo no soy esa mina que aparece en las revistas, no tengo nada que ver con ésa… Hay cosas insólitas que me malhumoran como aquella nota que leí que decía: “La cenicienta actriz que pasa de pobre a millonaria”. Por Diosssss… Otras se refieren a mí como si hubiera empezado a actuar ayer, y dejan entrever que esto que me está sucediendo es como un milagro.
Vos venís de otro palo, la tele no era tu ambiente natural.
Claramente yo pertenezco a otro medio, soy una actriz de teatro que, simplemente, sumó a su trayectoria la televisión, donde no llegué para instalarme. Eso lo dejo en claro. Lo que estoy viviendo en “Graduados” es una experiencia más, pero no me interesa eternizarme en el medio.
Tu “exitoso” presente (término que le disgusta), ¿garantiza trabajo a futuro en un oficio tan ciclotímico como el de actor?
Imagino que trabajo voy a poder tener, este tipo de modas, como estoy yo ahora, te permite estar en el candelero. Igual, por suerte, no dependo del llamado de otro para actuar. Hoy tengo la capacidad de poder gestionar mi propio laburo. No será tan popular ni redituable, pero como decía antes, sé rodearme y buscar alianzas, lo que me produce mucho alivio, el alivio que podría sentir cualquier persona que no depende de nadie para trabajar. Por otra parte, con esto de estar arriba, tengo más que claro que todo es absolutamente pasajero y, francamente, te juro que me tranquiliza, ya que no se puede bancar tanta exposición.
¿Sentís que “Graduados” puso a la ficción en su lugar?
No, para nada, porque no fue ésa la función de “Graduados”. No llegó a la pantalla para reivindicar nada. Simplemente dejó a la vista que una ficción con actores que necesitan trabajar puede funcionar perfectamente.
¿Qué fue lo que más te sorprendió del medio televisivo?
La bienvenida que me dieron mis compañeros en mi ingreso a la “colonia televisiva”. La verdad es que no lo esperaba; encima, tengo una timidez que me vuelve asquerosa. Recién ahora asumí que la gente del medio venga a saludarme.
¿Cómo era tu opinión sobre la tevé, desde la mirada de quien la peleaba en el teatro off?
Con treinta y pico y con un hijo, la mirada cambia radicalmente. Hoy soy más permisiva, quizás contradictoria. Son otros los tiempos y, de a poco, aprendí a desenamorarme de los proyectos y a pensar, por qué no, en la parte económica de los laburos. Ahí es cuando me surge mi parte contradictoria, ahí es cuando no sé cómo es mi relación con el trabajo y con el medio.
Imaginando que muy probablemente arrases con los próximos Martín Fierro, ¿qué podrías decir de tu relación con los premios?
Me chupan un huevo los premios (así, sin anestesia). Creo que muy pocas veces, por no decir nunca, estuve de acuerdo con los premios en general. Ni con los de la tele, ni con los del teatro. Y me refiero a mi criterio como espectadora, no como parte involucrada. Yo he recibido premios que no merecía, pero me los dieron porque no me habían dado el que sí merecía.
“Claramente soy una actriz de teatro, no me interesa eternizarme en el medio. Esto lo viví como una experiencia más”.
Que es frontal, que dice lo que piensa y que no es partidaria del “piensalindismo”, no cabe dudas. Paola Barrientos es auténtica y lapidaria. “De alguna manera soy una moda, una moda pasajera”, dice casi a modo de sentencia la actriz que será elegida, seguramente, como la mejor del año. “Esta racha se va a terminar y es bueno, me motiva saber que no siempre tendré semejante exposición”, agrega la columna vertebral de “Graduados”, quien no ve la hora de estar tirada en una hamaca paraguaya.
Con el fin de “Graduados” esta noche, la intérprete de 38 años, que encarnó a la popular Vicky Lauría, y que además hizo teatro por duplicado (“Las criadas” y “Estado de ira”), concluye la temporada más ajetreada de su extensa carrera.
¿Cuánto cambió tu vida?
Básicamente mi vida no ha cambiado, por lo menos la personal. La otra, la laboral, sí. Supongo que a partir de Vicky se modificarán mis condiciones de trabajo, tendré el poder de elegir los trabajos que quiero hacer y desde hace varios meses, mi relación con la gente de la calle es otra. Me siento más conocida. Pero confieso que todo lo que estoy experimentando no me cambia mi vida personal, ni mi manera de pensar, tal vez porque me sucede ya no siendo una veinteañera. Estoy parada en otro lugar, me siento madura para darme cuenta de que la vida no es sólo el trabajo, que reconozco que me dio popularidad pero la vida, la vida (hace hincapié) no me cambió para nada.
Te deben haber hecho más notas en los últimos seis meses que en tus 20 años de carrera.
Probablemente -sonríe irónica-. Y la verdad, lo confieso, esa demanda me disgustó un poco; tal vez por esa manera de ver el éxito. Un exitismo que no tiene nada que ver conmigo. Yo no soy esa mina que aparece en las revistas, no tengo nada que ver con ésa… Hay cosas insólitas que me malhumoran como aquella nota que leí que decía: “La cenicienta actriz que pasa de pobre a millonaria”. Por Diosssss… Otras se refieren a mí como si hubiera empezado a actuar ayer, y dejan entrever que esto que me está sucediendo es como un milagro.
Vos venís de otro palo, la tele no era tu ambiente natural.
Claramente yo pertenezco a otro medio, soy una actriz de teatro que, simplemente, sumó a su trayectoria la televisión, donde no llegué para instalarme. Eso lo dejo en claro. Lo que estoy viviendo en “Graduados” es una experiencia más, pero no me interesa eternizarme en el medio.
Tu “exitoso” presente (término que le disgusta), ¿garantiza trabajo a futuro en un oficio tan ciclotímico como el de actor?
Imagino que trabajo voy a poder tener, este tipo de modas, como estoy yo ahora, te permite estar en el candelero. Igual, por suerte, no dependo del llamado de otro para actuar. Hoy tengo la capacidad de poder gestionar mi propio laburo. No será tan popular ni redituable, pero como decía antes, sé rodearme y buscar alianzas, lo que me produce mucho alivio, el alivio que podría sentir cualquier persona que no depende de nadie para trabajar. Por otra parte, con esto de estar arriba, tengo más que claro que todo es absolutamente pasajero y, francamente, te juro que me tranquiliza, ya que no se puede bancar tanta exposición.
¿Sentís que “Graduados” puso a la ficción en su lugar?
No, para nada, porque no fue ésa la función de “Graduados”. No llegó a la pantalla para reivindicar nada. Simplemente dejó a la vista que una ficción con actores que necesitan trabajar puede funcionar perfectamente.
¿Qué fue lo que más te sorprendió del medio televisivo?
La bienvenida que me dieron mis compañeros en mi ingreso a la “colonia televisiva”. La verdad es que no lo esperaba; encima, tengo una timidez que me vuelve asquerosa. Recién ahora asumí que la gente del medio venga a saludarme.
¿Cómo era tu opinión sobre la tevé, desde la mirada de quien la peleaba en el teatro off?
Con treinta y pico y con un hijo, la mirada cambia radicalmente. Hoy soy más permisiva, quizás contradictoria. Son otros los tiempos y, de a poco, aprendí a desenamorarme de los proyectos y a pensar, por qué no, en la parte económica de los laburos. Ahí es cuando me surge mi parte contradictoria, ahí es cuando no sé cómo es mi relación con el trabajo y con el medio.
Imaginando que muy probablemente arrases con los próximos Martín Fierro, ¿qué podrías decir de tu relación con los premios?
Me chupan un huevo los premios (así, sin anestesia). Creo que muy pocas veces, por no decir nunca, estuve de acuerdo con los premios en general. Ni con los de la tele, ni con los del teatro. Y me refiero a mi criterio como espectadora, no como parte involucrada. Yo he recibido premios que no merecía, pero me los dieron porque no me habían dado el que sí merecía.
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