Con 40 años, Florencia Raggi dice estar en su plenitud, como mujer y actriz.
“A los veinte tenía más dudas, disfrutaba menos, hoy me veo más completa, me convocan”, reconoce la protagonista del film “Mala”.
Eternamente agradecida le estará Florencia Raggi a su ex profesor Julio Chávez cuando éste la zamarreó metafóricamente y la instó: “¿Cuándo vas a dejar de ser modelo para empezar a actuar?”. Florencia tenía 23 años por entonces y esas palabras de quien en ese momento era Dios calaron tan hondo, que resultaron la plegaria más convincente para cambiar pasarela por escenario.
A los 40 años, Florencia es una señora actriz, con perdón de la expresión. Madura y joven a la vez, lleva a cabo un oficio que supera los quince años y si bien todavía se la considera una forastera, Raggi se las arregla más que bien para ser tenida en cuenta. Protagoniza “Mala”, la película de Adrián Caetano estrenada ayer; estará al frente de “Elena sabe”, la pieza basada en la novela de Claudia Piñeyro; será pilar de “Historias del corazón”, el episodio que la tendrá en el audaz papel de una profesora que se enamora de un alumno, y volverá al cine para “Dos euros la hora”, que se rodaría en Italia.
¿Cómo te cayeron los 40?
_Lejos de que me paralizara la cifra, hice una gran fiesta, como pocas veces. No me pesan para nada, calculo que porque me agarran bien, interna y externamente. Sí me siento más grande y me dio por hacer un balance de esta mitad de la vida...
¿Sos de ponerte a prueba?
_No, sino que trato de revisar en qué puedo mejorar. Pero intento estar parada en el lugar que quiero. Noto que estoy a gusto conmigo y te vas a reír, pero me siento más completa ahora, a los 40, que a los veinte, cuando estaba llena de dudas y temores. Hoy confío más en mí. También a los 40 sentís que el tiempo pasa, que hay movimientos; en cambio, cuando tenés veinte, imaginás que toda la vida los vas a tener… Hablando de “Mala”, probablemente el trabajo más importante de su carrera actoral, Raggi dice que, de poder elegir, le gustaría empezar a rodar ahora, con la fibra y la destreza que exhibe en este momento su atractivo y atlético cuerpo.
Cuenta que sólo pudo entrenar dos meses, insuficientes para el esfuerzo que demandaba Rosario, su sanguíneo personaje, cuyo leit-motiv es: “Todo crimen es por amor, y el amor es un crimen”. Por lo demás, subraya que “estoy satisfecha y orgullosa de protagonizar la última película de un realizador de relieve como Caetano”, esgrime con una tímida sonrisa que toma posesión de su europeo rostro. Un dato no menor es que el rol central está interpretado por cuatro actrices: Liz Solari, María Duplaá y Brenda Gandini, además de Raggi.
Caetano dijo que, una vez que se bajó Natalia Oreiro, decidió poner a cuatro actrices porque suponía que Rosario, la heroína del film, podría ser demasiado para una sola actriz…
_¿Ah sí, dijo eso? Es una película fuerte, y Rosario es una chica de armas tomar. Creo que al haber cuatro actrices, el personaje tiene cuatro personalidades, cuatro patologías distintas y muchos matices y colores.
¿Cómo fue rodar a esta Rosario construida por cuatro actrices?
_Todo un desafío. Desde el inicio fue complejo, pero creo que salimos adelante. La línea dramática era difícil porque había que superar un proceso emocional que contaba con el mismo personaje pero encarado por distintas actrices. Costó, pero me tiré a la pileta, confié en Caetano.
¿Qué fue lo que más te atrajo de la película?
_El personaje, el director y el hecho de tener que poner literalmente el cuerpo. Destila mucha fuerza, todo en Rosario es muy físico.
¿En qué consistió el entrenamiento?
_Tuve que aprender una técnica fascinante que se llama “jiu-jitsu”, un arte marcial que se basa en defenderse y atacar sin armas, porque ella sólo emplea su cuerpo... Y a eso le sumé el “crossfit”, cuya premisa es preparar a la persona para salir airosa ante cualquier contingencia física. Así estuve un par de meses pero luego del rodaje, yo seguí entrenando, por eso decía que en estos momentos me siento a punto.
¿Fue difícil brindarle violencia a tu personaje?
_Fue intenso, diría. Es que hurgué en mi interior a mi propia violencia y la puse al servicio de la película. Buscar y rastrear este tipo de cosas es lo que más me gusta de la actuación; es decir, tratar de investigar y de encontrar facetas atípicas e infrecuentes en mi día a día en este oficio.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Caetano?
_Es una persona muy simple a la hora de dar indicaciones. Pero también es un director que cambia sobre la marcha y si no estás segura de vos, se te puede complicar. Creo que su estilo me hubiera dificultado en otro momento de mi carrera, cuando vacilaba más… Ahora no, me entregué por completa porque me sentí cuidada y protegida.
Una vez, en una nota anterior, dijiste: “estoy disfrutando no llegar a ningún lado”. ¿Te reconocés en ese pensamiento?
_Absolutamente. Una está en movimiento, vas andando y hay que disfrutar ese camino porque no se sabe hasta dónde se llega. Por eso prefiero amar la trama.
Como escribió sabiamente el uruguayo Jorge Drexler en “La trama y el desenlace”, canción con la que Florencia se va tarareando... “Amar la trama/más que el desenlace/sin esperar que algo pase”.
La Razon
“A los veinte tenía más dudas, disfrutaba menos, hoy me veo más completa, me convocan”, reconoce la protagonista del film “Mala”.
Eternamente agradecida le estará Florencia Raggi a su ex profesor Julio Chávez cuando éste la zamarreó metafóricamente y la instó: “¿Cuándo vas a dejar de ser modelo para empezar a actuar?”. Florencia tenía 23 años por entonces y esas palabras de quien en ese momento era Dios calaron tan hondo, que resultaron la plegaria más convincente para cambiar pasarela por escenario.
A los 40 años, Florencia es una señora actriz, con perdón de la expresión. Madura y joven a la vez, lleva a cabo un oficio que supera los quince años y si bien todavía se la considera una forastera, Raggi se las arregla más que bien para ser tenida en cuenta. Protagoniza “Mala”, la película de Adrián Caetano estrenada ayer; estará al frente de “Elena sabe”, la pieza basada en la novela de Claudia Piñeyro; será pilar de “Historias del corazón”, el episodio que la tendrá en el audaz papel de una profesora que se enamora de un alumno, y volverá al cine para “Dos euros la hora”, que se rodaría en Italia.
¿Cómo te cayeron los 40?
_Lejos de que me paralizara la cifra, hice una gran fiesta, como pocas veces. No me pesan para nada, calculo que porque me agarran bien, interna y externamente. Sí me siento más grande y me dio por hacer un balance de esta mitad de la vida...
¿Sos de ponerte a prueba?
_No, sino que trato de revisar en qué puedo mejorar. Pero intento estar parada en el lugar que quiero. Noto que estoy a gusto conmigo y te vas a reír, pero me siento más completa ahora, a los 40, que a los veinte, cuando estaba llena de dudas y temores. Hoy confío más en mí. También a los 40 sentís que el tiempo pasa, que hay movimientos; en cambio, cuando tenés veinte, imaginás que toda la vida los vas a tener… Hablando de “Mala”, probablemente el trabajo más importante de su carrera actoral, Raggi dice que, de poder elegir, le gustaría empezar a rodar ahora, con la fibra y la destreza que exhibe en este momento su atractivo y atlético cuerpo.
Cuenta que sólo pudo entrenar dos meses, insuficientes para el esfuerzo que demandaba Rosario, su sanguíneo personaje, cuyo leit-motiv es: “Todo crimen es por amor, y el amor es un crimen”. Por lo demás, subraya que “estoy satisfecha y orgullosa de protagonizar la última película de un realizador de relieve como Caetano”, esgrime con una tímida sonrisa que toma posesión de su europeo rostro. Un dato no menor es que el rol central está interpretado por cuatro actrices: Liz Solari, María Duplaá y Brenda Gandini, además de Raggi.
Caetano dijo que, una vez que se bajó Natalia Oreiro, decidió poner a cuatro actrices porque suponía que Rosario, la heroína del film, podría ser demasiado para una sola actriz…
_¿Ah sí, dijo eso? Es una película fuerte, y Rosario es una chica de armas tomar. Creo que al haber cuatro actrices, el personaje tiene cuatro personalidades, cuatro patologías distintas y muchos matices y colores.
¿Cómo fue rodar a esta Rosario construida por cuatro actrices?
_Todo un desafío. Desde el inicio fue complejo, pero creo que salimos adelante. La línea dramática era difícil porque había que superar un proceso emocional que contaba con el mismo personaje pero encarado por distintas actrices. Costó, pero me tiré a la pileta, confié en Caetano.
¿Qué fue lo que más te atrajo de la película?
_El personaje, el director y el hecho de tener que poner literalmente el cuerpo. Destila mucha fuerza, todo en Rosario es muy físico.
¿En qué consistió el entrenamiento?
_Tuve que aprender una técnica fascinante que se llama “jiu-jitsu”, un arte marcial que se basa en defenderse y atacar sin armas, porque ella sólo emplea su cuerpo... Y a eso le sumé el “crossfit”, cuya premisa es preparar a la persona para salir airosa ante cualquier contingencia física. Así estuve un par de meses pero luego del rodaje, yo seguí entrenando, por eso decía que en estos momentos me siento a punto.
¿Fue difícil brindarle violencia a tu personaje?
_Fue intenso, diría. Es que hurgué en mi interior a mi propia violencia y la puse al servicio de la película. Buscar y rastrear este tipo de cosas es lo que más me gusta de la actuación; es decir, tratar de investigar y de encontrar facetas atípicas e infrecuentes en mi día a día en este oficio.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Caetano?
_Es una persona muy simple a la hora de dar indicaciones. Pero también es un director que cambia sobre la marcha y si no estás segura de vos, se te puede complicar. Creo que su estilo me hubiera dificultado en otro momento de mi carrera, cuando vacilaba más… Ahora no, me entregué por completa porque me sentí cuidada y protegida.
Una vez, en una nota anterior, dijiste: “estoy disfrutando no llegar a ningún lado”. ¿Te reconocés en ese pensamiento?
_Absolutamente. Una está en movimiento, vas andando y hay que disfrutar ese camino porque no se sabe hasta dónde se llega. Por eso prefiero amar la trama.
Como escribió sabiamente el uruguayo Jorge Drexler en “La trama y el desenlace”, canción con la que Florencia se va tarareando... “Amar la trama/más que el desenlace/sin esperar que algo pase”.
La Razon
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