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Maria Valenzuela: "No voy a ver una película donde esté Darín"

Cumple medio siglo en su oficio, protagoniza Dulce amor , y revela que el  actor la defraudó  mucho y que hoy  no tiene tiempo para amar.

                      "No voy a ver una película donde esté Darín"





La actriz María Valenzuela –para muchos Elena Bandi de Dulce amor–  elige su camarín en Multiteatro para dialogar. Allí la acompañan los retratos de sus tres hijos, Malena, Juan y Julián. De miércoles a domingos se transforma en la hermana “más oscura” de una familia de católicos irlandeses, en Danza de verano y confiesa que se siente feliz de compartir escenario con Marta González, María Rosa Fugazot, Roberto Catarineu, Laura Azcurra y Laura Oliva, Michel Noher y Luciano Linardi. Es valiente en la vida y lo demuestra en cada uno de sus actos..
—¿Por qué sí al teatro mientras grabás una tira diaria?
—Me encantó volver a trabajar con el joven director Jorge Azurmendi. Nos conocimos en la obra anterior –Decile a mi hija que me fui de viaje– que hicimos con Marta González. Me atrajo el elenco, gente de trayectoria y personas que amo. Me encanta que sea una obra de texto y no una comedia liviana. Hago el personaje más oscuro.
—¿Cómo te bancás el ritmo teatral con “Dulce amor”?
—Es casi imposible, pero soy geminiana y tozuda, además cabeza de una familia, por eso lo hago posible, aunque el desgaste es muy grande. Me levanto muy temprano, grabo, vuelvo a casa, tomo algo y me vengo al teatro, después sólo me queda energía para irme a dormir. Son dos personajes muy distintos, me divierto  con  Elena Bandi y tengo dos pilares: Carina Zampini y Jorge Sassi.
—El accidente del personaje de Victoria Bandi y su operación cerebral: ¿te removieron lo que le había sucedido a tu hija (Malena)?
—Cualquier acontecimiento parecido me lo remueve y se me filtra el recuerdo. Como es el caso de una hija, siempre está en carne viva. Ahora el 10 de febrero serán diez años y lo festejamos, tanto como su cumpleaños. Malena tuvo que volver a aprender a hablar, había perdido palabras y aún hoy olvida algunos términos. Se recuperó en 99,99% porque le puso mucha garra. Tiene un proyecto en radio que tiene que ver con cómo hace la gente para salir adelante.
—¿Sos sobreprotectora?
—Sí, pero no sólo con Malena (29), también con Julián (23) y Juan (21). No quisiera decir la palabra gallina, porque en mi casa somos todos bosteros... Soy sobreprotectora, pero no invasora.
—¿Cómo vivís esta competencia del minuto a minuto?
—El ser humano se adapta. Lo sufrimos el primer año, ahora lo vemos hasta en el celular y nos acostumbramos. Soy de la vieja escuela de Alberto Migré, donde los programas estaban todos armados, hoy se mira qué historia mide más y se sigue ese camino.
—¿Qué sentiste cuando Calu Rivero –tu hija de la ficción– se bajó de este éxito?
—Tenía sus necesidades y la entendí perfectamente. Sentí que no estaba, y no puedo criticarla. Si no tenía ganas de seguir, ni necesidad económica, me pareció valioso que se fuera a perfeccionar su inglés.
—Se bajó de un éxito con lo difícil que es conseguirlo...
—Sí, pero eso lo sé yo que este año cumplo cincuenta con mi profesión (empezó en Jacinta Pichimahuida a los siete). A su edad pensaba que mañana vendría otro éxito y ¿por qué Calu no va a tener otros más?
—¿Sos feliz con lo que hacés o te la inventás?
—Soy feliz con mis hijos, verlos bien, juego, charlo, comparto y los ayudo si les hace falta, todo me da felicidad. Después en lo personal, mi carrera me dio mucho. Dulce amor me salvó la vida porque me ocupó la cabeza, mi familia venía de una situación muy triste.
—¿Y la mujer?, ¿el amor?, ¿estás abierta?
—No salgo a buscarlo. Soy como la gata flora y me gusta quedarme en mi casa. Con lo que trabajo, cuando llegan los sábados y domingos por la mañana no me sacás del piyama hasta que debo venir al teatro.
—¿Qué opinás del revuelo por las declaraciones que hizo Ricardo Darín?
—¡Basta! Es la tercera vez que me preguntan y no pienso opinar sobre lo que dijo Darín de Cristina Kirchner, ni de Obama, ni del Papa. Hoy Darín es un ex amigo, era casi un hermano para mí, me defraudó hace muchos años, por eso elijo no decir más nada. Y a mi edad no quiero seguir careteándola con que está todo bien con él cuando no es así. Creo que es un muy buen actor, encontró en el cine una gran veta, pero no voy a ver una película donde esté, ni me la alquilaría.
—¿Tiene que ver con la política?
—No. He votado al radicalismo y al peronismo. No es que no me quiero meter por temor a salir perjudicada. No querer opinar sobre él no pasa por la política, sino por lo personal. No pude decírselo cara a cara y si hoy lo hago por este medio es porque me cansé de tener una astilla que duele y molesta desde hace años y hoy decido quitarla. ¡No soy hipócrita! ¡Simplemente no quiero que me pregunten nada sobre lo que él haga y diga! ¡Punto y aparte!
—¿En el país existe una mayor división?
—No lo creo, siempre hubo divisiones.
—Tiene que ver que la Presidenta es mujer...
—¡Seguro! Hay un alto grado de machismo escondido. Hoy todos pueden opinar, la Presidenta lo permite, contesta y me parece válido. No soy cristinista, ni kirchnerista, pero veo que hay cosas que funcionan bien y otras que aún falta.
—Hoy se insulta al que no opina igual...
—Creo que los insultos se dan en lo mediático, los personajes dicen barbaridades y “ningunean” todo el tiempo, promocionan sus espectáculos y viven de eso. Prendo la televisión y a muchos no los conozco. ¡Pero en un contexto serio cada uno puede opinar diferente y no por eso ser insultado!

“En ‘Dulce amor’ esta el barrio”
—¿Cuándo termina “Dulce amor”?
—Nosotros “terminaríamos” de grabar el 15 de marzo pero... en la televisión nunca se sabe. Mi contrato finaliza el 15 de febrero, aunque ayer me dijeron que dentro de un mes... mientras yo agarro el bastón y sigo...
—¿Qué te espera después?
—Siempre es una incertidumbre. Tengo un representante que está atento, pero la realidad es que necesito trabajar, como tantos argentinos en otras profesiones.
—¿Imaginabas esta fidelidad de los espectadores?
—Creo que somos una secta, buena, los de Dulce amor. La eligieron porque esta tira tiene luz, ángeles que la protegen. Los fanáticos piden que no termine. Lo compruebo con los regalos que recibo. Me mandaron un portarretrato que dice: “Elena Bandi. Fin de la conversación”,  una frase de mi personaje.
—Es una novela muy argentina...
—Sí, está el barrio y eso es Alberto Migré, salvando las diferencias, con todo el respeto que me merecen los autores de Dulce amor. Aquí también hay malos-malos, ricos, la señora con el changuito y las mansiones: fue volver a las fuentes. Está la cooperativa, la fábrica...
—¿Qué podrías anticipar?
—Mi protagonista –Elena Bandi– va a sufrir un gran cambio.

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