Al borde del llanto y con la voz rota por la emoción, el director de cine estadounidense recibió un entrañable homenaje en el que participaron varios de sus actores fetiche
"Alfred Nobel inventó la dinamita, pues bien, Quentin, tu cine es una explosión que ha dinamitado el arte de hacer cine". Estas fueron las palabras que Uma Thurman dedicó a su gran amigo, el director de cine Quentin Tarantino, minutos antes de hacerle entrega del Premio Lumiére a su carrera. La actriz fue su musa en Pulp Fiction y Kill Bill y, por eso, no quiso perder la oportunidad de estar a su lado en este día tan especial. "Has creado la cinemita", añadió Thurman, que consideró este galardón como el "Premio Nobel del cine".
Al borde del llanto y con la voz rota por la emoción, el director estadounidense recogió su premio ante una atronadora ovación del público que abarrotó el anfiteatro del centro de congresos lionés y un entrañable homenaje en el que participaron varios de sus actores fetiche.
En una gala en la que hubo de todo, risas, lágrimas, actuaciones y hasta bailes improvisados, Tarantino estuvo arropado por Harvey Keitel y Tim Roth, coprotagonistas en la película que le lanzó a la fama Reservoir Dogs, así como por Melanie Laurent, que impregnó Malditos bastardos con su encanto francés. Los productores habituales de sus películas, Harvey Weinstein y Lawrence Bender, también acudieron a la cita.
"Realmente no tengo palabras para describir cómo me siento en este momento. Creo que es una de las pocas veces que me ha pasado. Es una experiencia muy, muy abrumadora", confesó un emocionado Tarantino, que no podía dejar de mirar su galardón. En su discurso el cineasta estadounidense se definió como un "lobo solitario" porque confesó que nunca había tenido una familia de verdad, salvo la que forman para él los actores presentes en el homenaje y sus productores, dijo entre lágrimas. "Acepto este premio como un incentivo para mejorar y en nombre de todos los cinéfilos para los que el cine lo es todo en este mundo", declaró antes de rubricar la ceremonia con su grito de guerra en Francia: "¡Vive le cinéma!".
Fiel a su estilo irreverente, Tarantino también dejó una frase para el recuerdo al proclamar: "El cine es mi religión y Francia es mi Vaticano", en referencia al cariño que se le profesa en este país, después de que hace dos años la academia francesa de cine le otorgase su mayor reconocimiento, el premio César a su carrera.
El otro gran momento de emoción de la velada llegó con el discurso de Harvey Keitel, al romper a llorar al recordar la amistad que le une al presidente del Instituto Lumiére, Bertrand Tavernier, quien tampoco pudo contener las lágrimas. En la ceremonia no faltó la música tan presente en toda la filmografía de Tarantino. Melanie Laurent rindió homenaje al director interpretando Bang Bang (My Baby Shot Me Down), de Nancy Sinatra (1966), ahora asociada para siempre a la película Kill Bill (2003). La entrega del premio se hizo al son de Little green bag de George Baker, otro de los clásicos de la banda sonora de Reservoir Dogs y que logró que la actriz francesa se marcara unos pasos de baile con Tarantino.
Tarantino es la quinta figura del séptimo arte que recibe el Premio Lumiére tras Clint Eastwood (2009), Milos Forman (2010), Gerard Depardieu (2011) y Ken Loach (2012).
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