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El Chino Darín elogia a Julio Chávez, “un maestro”.

Además, habla de su vida, de su mamá, como “la gran capitana” y afirma que la ruptura con Calu “no fue una frustración ni a palos”.






El Chino Ricardo Darín sorprende por su adultez y manera de expresarse, utilizando un léxico amplio y atípico para un muchacho de su edad (en enero cumple 25). Le sale naturalmente, dice, y lo atribuye a su formación cultural.

Serio pero también divertido, pensante y reflexivo y a la vez locuaz, tiene una gran cualidad a primera vista: la sencillez. Nada de creérsela por el apellido que carga sobre sus hombros. A veces más pesado, otras liviano, en muchos casos una llave para destrabar candados. “Trato de aprovechar las oportunidades que me dan. Voy a cuanto casting me interesa y si bien soy actor y es lo que quiero para mi vida, quiero ampliar el espectro, diversificarme”. El Chino creció en “Farsantes”, donde interpreta a Fabián, el hijo del protagonista de la tira, Julio Chávez. Y es el flamante conductor de “Redes”, el magazine -primo de “Pura química”- que debutó en la pantalla de ESPN.

Tomé la decisión de ser actor mucho antes de “Farsantes”. Actuar es lo que me gusta y lo que me mueve...





Tiene formación actoral el Chino, no es ningún improvisado. Estudió con Raúl Serrano, Agustín Alezzo, Nora Moseinco y Claudio Tolcachir... “En el medio dejé, no soy un alumno muy constante, tampoco me caso con nadie. Voy cambiando de acuerdo a mis ganas, a mi ánimo, no me fanatizo con nadie. Me nutro de la diversidad y de los puntos de vista”, sostiene quien tiene una máxima atractiva: “Trato de tomarme la vida como una experimentación constante”.

_No tengo un planes ni especulo con algo para llegar a ser alguien. Voy viviendo y tomando la experiencia y sacando conclusiones, aprendiendo. La palabra “trampolín” no va conmigo, yo soy un pibe abierto, que quiere hacer distintas cosas, tengo inquietudes.

Subraya el joven Darín que 2013 fue “puro capital”. Y lo explica reflexivo: “Me di a conocer, porque mucha gente no tenía ni la menor idea qué hacía yo. Y estar en la tele me permite estar vigente. Y otro capital es que mucha gente me ve pensando en que, tal vez, pueda serle útil para algún proyecto a futuro. Nunca se sabe quién está del otro lado del monitor. Claro que también la repercusión es mayor si te mandás una cagada... ¡no te llama nadie!, jaja”.


Julio Chávez es un tipo súper profesional, un obsesivo pero bien, en el buen sentido, que está a cargo de todo y que tiene el peso de la historia. Al toque te das cuenta de que es el que más sabe; “Farsantes” es de él, le pertenece y está bien, porque se mata... Julio está pensando todo el tiempo en cómo hacer que la tira sea lo mejor posible. Imaginate que para mí es una bendición grabar la mayoría de mis escenas con él. En lo personal sólo tengo palabras de agradecimiento porque es un actor sumamente generoso. Es un maestro, yo lo veo y aprendo, absorbo como una esponja.

A la gente le encanta saber que hay quilombo detrás de una historia o que tal romance de ficción es real, o que los besos de Fulano con Mengana son ciertos. Los medios se dan manija y el público garpa.
Mi  familia es un matriarcado y mi vieja es la capitana, la que tiene influencia en todo: mi vieja es “la injerencia”. No tengas dudas de que mi papá tiene la carrera que tiene gracias a mi vieja... Ella está al tanto de todo y su opinión es la más valorada. Todo lo contrario al “ni pincha ni corta”. Mamá está con el tenedor y el cuchillo afilados, sin la necesidad de gritar ni mostrar los colmillos. La verdad es que mi vieja es una mina centrada, piola, que entiende de todo y es la que lleva la casa adelante; mi viejo no tiene la más pálida idea de lo que pasa. Y hasta muchas veces, los productores artísticos terminan hablando con ella, que entiende y mucho hasta para sugerir nombres propios para laburar con mi viejo.

Mi ruptura con Calu no fue una frustración ni a palos. Por favor, no vincules una cosa con otra, te lo agradecería. No es otra cosa que una relación amorosa que llegó a su fin, tan simple como eso. La verdad es que no he vivido grandes frustraciones en mi vida. Soy un tipo muy afortunado y todo lo que me propuse hasta ahora, tarde o temprano, terminó rindiendo sus frutos.


_Lo que me ha pasado, y con mucha frecuencia, es vivir procesos truncos. Haber depositado energía y proyectado cosas a futuro en determinada actividad que por una u otra cosa terminan quedando sólo en eso, en un anhelo, en un proyecto sin concluir. Lo de Calu va por ahí...

Dinámica charla con el Chino, que invita a conocer cómo piensa. Y, de paso, él agradece no haber hablado sobre su famosísimo papá. “Es la primera vez que me pasa, por eso lo remarco”.

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