El comportamiento algo “díscolo” de Esperanza (Espósito) obliga a la Madre Superiora (Picchio) a imponerle un nuevo –aunque benévolo- castigo. Así, es enviada a la casa de campo del convento, para que reflexione sobre sus actitudes.
Hacia allí irá también Tomás (Martínez), algo apenado por la sanción que le han aplicado a la joven novicia.
Esperanza no podrá contener su alegría al verlo. Pero, además, habrá otro “invitado especial”: un bello caballo que, aparentemente, se ha escapado de una estancia vecina.
Impulsiva, nuestra heroína intentará montarlo con el fin de devolvérselo a sus dueños. Pero el equino se desboca y la joven cae al suelo, lastimándose un tobillo.
Una vez más, su amado Tomás la socorrerá: la tomará en andas e intentará calmarle el dolor. Esa cercanía los movilizará profundamente…
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