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Javier Mascherano sobre el final de la copa America “Es un karma, una tortura”

A casi un año del subcampeonato mundial obtenido en Brasil, el Jefecito volvió a sentir, igual que el resto del Seleccionado nacional, la desazón de perder otra copa en el último encuentro. 


“Estuvimos demasiado cerca”, se lamentó el jugador con mayor número de presencias en el equipo, tras dejar el corazón contra Chile.
Le duelen las piernas, y los dedos, y la espalda, y el torso, y la cintura, y el rostro. Le duele todo a Javier Alejandro Mascherano (113 encuentros en el Seleccionado mayor), pero lo que más le duele es el alma.



“Hay que dar la cara. Acá estoy, como siempre. Quiero disfrutar con esta camiseta, pero me toca, ufff… Y no le encuentro explicación”, lanza en la zona de vestuarios del Estadio Nacional de Santiago, frotándose la cabeza con incredulidad y controlando sus ganas de lagrimear.
“Lo hablábamos con Carlitos (Tevez), ¡Sumamos tres finales de Copa América! Y tanto en la primera, la de 2004, como en ésta, anduvimos demasiado cerca”, arriesga a manera de triste balance.
“Acá hicimos un muy buen torneo. Recién, incluso, jugando una final de visitante, el equipo estuvo a la altura de la circunstancia. El rival también nos presionó, pero siempre dirigimos el partido para el lado que queríamos. Y otra vez nos volvió a faltar esa cuota de suerte necesaria en una final. Ya veníamos de un golpe duro, el del Mundial… Es un karma, una tortura”, agrega quien casi un año atrás, dentro de la zona mixta del Maracaná de Rio de Janeiro, nos había entregado otra frase igual de desgarradora –“Dimos todo. Estamos vacíos”–, tras el 0-1 en suplementario contra Alemania...
Trescientos cincuenta y seis días después, el domingo 4 de julio, de nuevo movilizado, retoma taciturno: “Es una tortura, sobre todo para nosotros, que venimos haciendo las cosas muy bien. Se perdió y debemos tragar saliva. No puedo pensar en el futuro. Soy uno de los que llevan más tiempo acá. Habrá que hacerse cargo de lo que venga. Me queda dando vueltas la cabeza moverme un paso al costado y que venga otro –le abre una puerta a su retiro con la celeste y blanca–. Pero no es el momento de tomar una decisión. Ahora suframos la derrota, dejemos que la cicatriz vaya cerrando. Los golpes son demasiados duros”, insiste el santafesino de 31 años, líder desde el coraje, como Leo Messi desde el talento, del mejor equipo del planeta. ¿Perdón?
Sí, porque el inminente jueves 9 de julio, y gracias a sus finales en Brasil 2014 y Chile 2015, Argentina –por undécima vez– pasará a encabezar el ranking de la Federación Internacional del Fútbol Asociado. Paradojas del deporte más popular de la Tierra: el mejor no puede sentirse el mejor... todavía. Porque esta historia aún no terminó de contarse.

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