El cónsul no puede soportar la presión: acosado por Luis, vigilado por Eduardo y puesto en entredicho por su mujer, decide desaparecer.
El embajador pone las cartas sobre la mesa y se enfrenta a Eduardo a cara descubierta. No imagina que Eduardo está esperando ese momento y que no parece dispuesto a permitir que su negocio se derrumbe.
El embajador pone las cartas sobre la mesa y se enfrenta a Eduardo a cara descubierta. No imagina que Eduardo está esperando ese momento y que no parece dispuesto a permitir que su negocio se derrumbe.
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