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Gwyneth Paltrow y la rentabilidad de ser odiada

Gwyneth Paltrow despierta amor y odio a partes iguales, y sabe sacar el mejor partido a la exaltación que suscita, tanto entre sus admiradores como entre sus detractores.





 Goop, la página web de tendencias de la actriz, nació en 2008 como una sencilla newsletter semanal donde compartía recomendaciones sobre sus restaurantes favoritos. Diez años después, Paltrow dirige un emporio de la vida sana y el bienestar, valorado en casi 214 millones de euros, que ha pasado de tener una pequeña oficina en Los Ángeles a abrir sedes en Londres y Nueva York, con 200 empleados, y que comercializa artículos de belleza, juguetes sexuales, ropa, joyas, libros y alimentos.


El secreto de ese salto abismal es una paradoja que se repite en su propia vida, y que ella se toma con humor. Paltrow, de 45 años, ha sido elegida la mujer más hermosa del planeta por la revista People (2013) y también la estrella más odiada de Hollywood por la revista Star (2016). “Recuerdo que pensé: ‘¿Me odian con todas sus fuerzas o soy la más linda del mundo?”, comenta con ironía en una entrevista en The New York Times. Son esos cientos de miles de lovers y haters quienes visitan su página web a diario y han creado este emporio. En Goop encuentran artículos sobre bienestar, viajes, gastronomía, belleza, estilo y trabajo. Los más cuestionados, pero también los más comentados y compartidos, son los relacionados con la salud, que han recibido feroces críticas de médicos y científicos.

La página de la actriz sugiere polémicas prácticas sexuales —ha recomendado a las mujeres dormir con huevos de jade dentro de la vagina y sentarse sobre una olla con agua caliente y hierbas como método para limpiar el útero— y otros consejos criticados por expertos, como tratamientos de belleza con veneno de abejas o menús sin gluten para no celíacos. Cuanto mayor es el escándalo, más crece el número de visitas —alrededor de 2,5 millones al mes y mayoritariamente de mujeres—. Paltrow defiende que no se presentan verdades absolutas, y resta importancia a las críticas. “Solo hacemos preguntas interesantes a fuentes no convencionales”.

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