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Un militar imperfecto

El jueves se estrenará Fontana, la frontera interior , del director Juan Bautista Stagnaro








Se trata de un filme centrado en un personaje histórico desconocido por gran parte de los argentinos. “Luis Jorge Fontana es un militar que duda, un militar imperfecto, que reflexiona por escrito, de un modo urgente y apasionado, mientras avanza por un país en gestación, confundido, adolescente. La película abarca el período que va desde desde 1879 hasta 1910”, explica el realizador.
¿Cómo surgió la idea de hacer un filme sobre Fontana? Nació de una propuesta de las cuatro provincias que participaron de la producción: Formosa, Chaco, Chubut y San Juan. Al principio, la tomé con pinzas. Después empecé a investigar, hasta que asumí plenamente al personaje. Se trataba de una historia que no había sido contada, de una época muy poco tratada, posterior a la guerra con el Paraguay, en la que el país estaba sujeto a investigaciones territoriales, violencia y fronteras cambiantes.
Es interesante que el personaje esté cargado de contradicciones, que no sea maniqueo, que no se trate de un héroe con destino de bronce...
El, como el país, tiene un conflicto de identidad. Por un lado es un naturalista; por otro, un militar de aire casi ausente, pero con grandeza humana. Un hombre que libra batallas internas, escindido, como el El vizconde demediado , de Italo Calvino. Encabeza a un batallón que combate contra los aborígenes, pero a la vez tiene actitudes nobles y deja registros antropológicos. Siempre me gustó trabajar sobre conflictos personales que expresaran conflictos sociales. Guillermo Pfening, que me había deslumbrado en Nacido y criado , me pareció el actor apropiado.
¿Cómo fue el trabajo de investigación? Leí todo lo que pude, empezando por lo que dejó escrito Fontana, que fue mucho y no del todo logrado. Recorrimos los lugares reales por los que él viajó. Conseguimos imágenes de época en archivos. Y hablamos con muchos descientes de aquellos pueblos originarios y de galeses colonizadores. Hicimos un exhaustivo trabajo de recreación histórica.
La narrativa y la puesta en escena varían según los cambios geográficos...
Elegimos cuatro momentos de la vida y de la travesía de Fontana que se corresponden con distintas regiones y naturalezas. Formosa era el agua; Chaco, la tierra y el sol recto, filtrándose entre los árboles; Chubut, el cielo y las distancias; San Juan, el tiempo. La narrativa se adecuó a esas características.
En el nivel sonoro, decidió trabajar con una curiosa superposición de voces...
Para mí, lo lineal es mala palabra. Me gustan las contradicciones, la doble perspectiva. En la película escuchamos la voz de Fontana mientras avanza por el territorio y, al mismo tiempo, la de él ya viejo, desde otra perspectiva. A veces las voces convergen; a veces, divergen. La historia discurre, en un presente, de un modo horizontal, pero la narración en off es vertical: abarca distinas épocas y distintas formas de mirar del personaje.

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