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Natalia Oreiro: la muñeca más brava

En Lynch, la serie que se estrena hoy en la TV paga, interpreta a una estafadora, especialista en armar muertes falsas






Hay dos Natalia Oreiro en esta nota. La primera está en Bogotá y llega a un encuentro con periodistas latinoamericanos con un vestido largo y una campera encima, que disimulan su embarazo recién revelado al mundo. Sonríe con discreción y habla sólo lo necesario para cumplir con la prensa que quiere saber sobre Lynch , la serie que coprotagoniza con el cubano Jorge Perugorría y está rodando en ese momento en Colombia.
Siete meses después, cuando La Nacion se encuentra con ella para conocer un poco más sobre su experiencia en la serie que se estrenará hoy, a las 20, por Moviecity, Natalia está distinta. La sonrisa es más amplia y se la nota con mayor entusiasmo. Entre Bogotá y Buenos Aires, entre agosto y marzo, sucedió algo que lo cambió todo: el nacimiento de su hijo Merlín.
"Me gustan los desafíos -dice Oreiro sobre su experiencia trabajando lejos de casa, en su tercero y cuarto mes de embarazo-. El miedo para mí no es una palabra frecuente. Era nueva la situación pero me sentía bien. Bogotá es muy alto y a veces me daban dolores de cabeza. Lo más difícil para mí fue que ni la producción ni mis compañeros lo sabían. No quería que lo supieran porque necesitaba cierta privacidad. Sabía que cuando se filtrara eso iba a ser más central que lo que estuviera haciendo. Eran jornadas muy largas y había muchas escenas de riesgo, así que yo estaba todo el tiempo viendo cómo hacer para cuidarme sin que ellos se enteraran. Pero lo logré. Para cuando se filtró ya quedaban sólo 15 días de rodaje."
Trabajar esos dos meses no era la idea original de la actriz, quien pensaba tomarse un descanso, tras haber terminado de rodar la película Infancia clandestina, que se estrena en mayo. Pero una coincidencia, o el destino, quiso que la propuesta de Moviecity le llegara justo después de que un compañero de elenco del film que estaba rodando en España le comentara la buena experiencia que había tenido trabajando en Colombia. "Me pareció tan raro que me sucediera esto que dije «en principio no, pero mandame los guiones». Cuando lo leí no me pude resistir. Es una comedia negra con toques surrealistas. Tocar la muerte desde ese lugar me parecía diferente y hacer de una especie de villana encantadora, una estafadora que es adorable y detestable al mismo tiempo, era muy interesante para mí como actriz", dice Oreiro.
El personaje que la cautivó fue Isabel, una estafadora que habiendo abandonado a su marido y a su hijo hace 15 años, vuelve para pedirle ayuda a Lynch, que es dueño de una funeraria, para fingir su propia muerte y escapar de quienes la persiguen por el dinero que robó. A partir de ahí, Isabel y Lynch comenzarán un negocio que consiste en ayudar a quien necesite fingir su propia muerte. "Lo que me interesa es esa contradicción de una mujer que abandona a su hijo, que es violenta pero termina siendo maternal -cuenta la actriz-. Una mujer sin escrúpulos pero encantadora. Esa conjunción de matices era interesante porque no las había transitado con otros personajes."
Con este papel tan atípico para ella, Natalia regresa después de varios años de ausencia de la pantalla chica, donde comenzó como actriz y a la que le debe gran parte de su popularidad. "Desde 2006 que no hago televisión diaria, pero siempre está la posibilidad de volver a hacer algo. La televisión es un medio de comunicación masivo y uno lo puede disfrutar si te copás con el proyecto pero no dejo de saber que cuando decís "sí" te convertís en eso. Tu vida pasa por estar adentro de un estudio de televisión y la verdad es que mi vida nunca pasó por ahí. Hice mucha televisión, pero siempre tuve otras inquietudes como el cine, en el que vengo incursionando desde hace algunos años, tratando de hacer personajes diferentes entre una película y la otra. La televisión es un amor que me espera. O no, no sé", comenta riéndose.
A pesar del cambio que se produjo en su vida, el regreso a la televisión tal vez continúe con nuevos proyectos el año que viene, que incluyen una posible segunda parte de Lynch y una tira diaria. "Quiero tomármelo con calma así que iré viendo cómo se van dando las cosas y si todo funciona como para poder trabajar menos días, menos horas. Si las ganas están siempre se puede hacer."
Como tantas mujeres profesionales que tienen hijos, Oreiro quiere seguir construyendo su carrera como lo viene haciendo hasta ahora, aunque con un manejo distinto de los tiempos. "Antes de que él llegara a mis brazos estaba claro que si mi decisión es ser mamá, ése es mi rol fundamental. Pero como mujer necesito no dejar de ser lo que siempre fui. Soy la misma, con un hijo. Mi prioridad en cuanto a tiempo y calidad es ésa pero no soy de las mujeres que tienen como objetivo de vida formar una familia. Yo además quiero ser una mujer que crezca en lo profesional y lo personal. Mis tiempos ahora son éstos y mis prioridades son éstas, pero quiero seguir siendo yo. Si uno accede a la necesidad del otro es probable que a uno le aparezca la culpa de estar desatendiendo otras situaciones. Como no quiero que eso suceda pero me interesa seguir siendo yo, pongo mis condiciones. Si hay interés del otro lado, se buscará la forma. Soy supertrabajadora, pero antes era «hago todo»; en cambio, ahora no", explica la actriz, quien tiene entre sus proyectos para este año protagonizar una película de Lucía Puenzo.
Su mayor preocupación, en este momento, es la atención pública que genera Merlín, al ser hijo de un reconocido músico como Ricardo Mollo y una de las actrices más populares de la Argentina. "Con mi familia, que somos nosotros tres, tenemos muy claro qué tipo de vida queremos y no quiero exponer a mi hijo. Es difícil para mí saber que tengo guardia de periodistas en mi casa porque es mi responsabilidad no exponerlo. Si el día de mañana él quiere tener una carrera que implique la exposición, será una decisión de él. Mientras tanto quiero que sea un niño normal. No sé cómo lo voy a ir manejando. Lo iré viendo y me iré peleando seguramente."
Aunque cargue con esta preocupación, Oreiro dice que no se siente paralizada por los miedos, ni en su trabajo, ni en su vida personal. "No es algo que me impida lanzarme -explica-. Uno tiene que construir el camino que quiere recorrer y conocer sus límites para poder superarlos, pero no tener la omnipotencia de pensar «yo puedo con todo y hago lo que quiero». Tengo un mapa de las cosas que quiero hacer y trato de encontrar la ruta que me va a llevar a los objetivos que quiero, que no son ni más ni menos que hacer buenos personajes, buenas películas, pasarla bien y ser feliz, que es lo que queremos todos."

(La Nacion)

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