El mejor momento del día es cuando llega a su casa y sus hijos lo reciben con una fiesta. “Criarlos es lo más importante que haré en mi vida”, dice. Tiene 39 años. Está en pareja con la modelo María Susini y tienen tres hijos: India, y los mellizos Yaco y Moro. Hoy protagoniza “Cuando me sonreís” junto a Julieta Díaz. Charla a fondo con un seductor sensible
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Qué suerte que están los hombres! ¿Qué haríamos sin ellos?
¡Qué lindo escucharte decir eso! (Risas).
Somos autónomas, pero ¿qué creés que necesitamos de ustedes hoy?
Que las acompañen con un poquitito de prudencia (risas). Nunca podrán ser independientes del todo de los hombres. A buen entendedor, pocas palabras. Venimos de épocas muy cerradas. Y de golpe la cosa empezó a abrirse mucho. Que la mujer pueda tener la independencia que quiera tener, es un derecho.
¡Pero los necesitamos!
Nosotros también.
¿Qué es lo que más te gusta de María, tu mujer?
Todo. A los hombres, la mujer siempre nos entra primero por los ojos, pero lo mío es un todo.
Es maravilloso vivir en ese estado de enamoramiento continuo, con la sensación de estar a 20 centímetros del piso.
Me gusta vivir a 20 centímetros del piso. Me gusta más que buscar defectos, trato siempre de resaltar las virtudes y en este caso es fácil.
A tu mujer se la ve muy alegre.
Es naturalmente feliz. No conozco mucha gente que sea así.
Siempre está sonriendo.
Sí, así la conocí. Me gusta pensar que puedo guardar la intimidad de lo nuestro, pero no por una postura snob. No he visto ningún ejemplo de gente que haya mostrado su vida privada y que los chicos no se lo reprochen cuando crecen. Me cuesta encontrar el punto medio sobre lo que quiero contar de mi familia. Es tal la necesidad de no pasarme de la raya que me voy al otro extremo. Abrir el corazón demasiado con los medios me da un vértigo que no te podés imaginar.
¿Cómo son tus hijos? ¿Se te parecen?
Cada uno tiene su personalidad. Como en todos los chicos, ves cosas de uno, de otro, de los abuelos, cosas que marcan a la familia, la genética. Por ejemplo, ver que uno de los chicos se sienta igual que tu viejo, es increíble. Lo mirás al otro y nada que ver.
Tus nenes tienen entre 2 y 3 años. ¿Que hacés en los momentos de caos total?
Aprendés rápidamente. Y el caos deja de serlo. Incluso cuando no te ayudan. Uno con sus hijos tiene una paciencia infinita que no tiene con los hijos de ninguna otra persona.
¿Viste que hay un efecto contagio cuando tenés varios? Uno grita y gritan todos.
Sí. Hay momentos de caos, son parte del crecimiento. Generalmente lo que te están diciendo es que quieren ir a dormir. Aprendés más rápido con tres que con uno. Porque con uno solo no entendés bien qué le pasa. Cuando lloran los tres, te das cuenta enseguida. Los chicos nunca se copian el llanto del hermanito cuando se enferma. Sólo le copian el llanto del berrinche. De eso me di cuenta.
Y en tu casa, ¿cuándo hay berrinches?
Se arma el caos cuando hay que ir a dormir.
Hay que tener mucha paciencia en la crianza.
Nunca jamás hice nada tan importante en toda mi vida. Cuando tengo una duda, siempre hay alguien con chicos más grandes a quien puedo consultar.
¿Cuáles son los momentos más divertidos?
¿Para un padre? Lo más divertido es llegar a casa. Es un flash, una locura. Nadie sueña qué le va a pasar cuando toque la puerta de su casa y que ellos se enteren que estás ahí, y escuchar el quilombo que se arma del otro lado. Me vienen a buscar con lo último que pensaron para decírmelo en la cara.
Es un momento en el que sentís cuánto te necesitan y te aman.
Todo junto. Los chicos no se guardan absolutamente nada y eso es maravilloso. Ya la vida después se encarga de decirte “esto no lo expreses tanto”, pero cuando sos chico, lo que te pasa es lo que decís.
¿Cuál es el rincón preferido de tu casa?
Tengo varios. La hice pensando en eso, a mí me gustan mucho los rincones. Que cada espacio sea un lugarcito donde te podés sentar a hacer diferentes cosas. Tengo un bar irlandés chiquitito con un piano y una salita de música. Siempre me gustaron los bares irlandeses. Cuando me hice la casa, le dejé el lugar para el bar: tiene fotos de las montañas, las piquetas para escalar. Hay instrumentos de todo tipo, armónica, saxo, piano, trompeta, acordeón, para que los chicos prueben el día de mañana si tienen ganas. Tengo lucecitas de New Orleans, es un lugar muy cálido, verde inglés, precioso.
La cocina también suele ser un lindo lugar para estar con los chicos, los perros.
Prefiero mil veces estar en la cocina con la situación que describís que solo en el bar. Solo en el bar quizás hubiera sido en otra época. Hoy prefiero otra cosa.
Seguramente también hay algún momento fastidioso de la convivencia.
Sí, lo que pasa es que tenés que tener la cancha de fastidiarte, pero enseguida estar bien. Al cuidar chicos es directamente proporcional el fastidio a la satisfacción que te provoca. Yo miro para el lado de la satisfacción, pero te rompe las pelotas. Lo que estás haciendo es lo más importante que vas a hacer en toda tu vida, no te va a volver a pasar. Me doy cuenta todo el tiempo de eso. Si tenés hijos varones, y te puso una piña, te pegó un chabón de la edad que sea (risas). Y si te araña tu hija, te arañó una mina, fastidia. Pero inmediatamente después del fastidio aparece la carcajada, que además, es lo que ellos esperan.
¿Hay que dividirse para que no se pongan celosos?
Sí. Ahí hacé lo que puedas. Ellos aprenden a vivir y uno aprende a ser padre. La diferencia es que cuando ellos se fastidian no pueden salir a dar una vuelta a la manzana y volver. Uno sí lo puede hacer.
¿Soñabas con una familia numerosa?
Sí, desde que era chiquito. Porque yo la tuve. Hoy una familia con tres chicos es numerosa, es lo mismo que antes una familia con seis. Es un familión.
¿Ya está?
No sé. Hoy estoy criando éstos. Mañana no sé. Hay que criarlos con garra porque después se van.
¿Cuáles son las pequeñas cosas del trabajo que más disfrutás?
Disfruto tremendamente saber que somos un equipo muy unido y habernos dado cuenta de eso antes del capítulo 20. Disfruto darme cuenta de que trabajo de lo que me gusta. Para disfrutar tenés que haber sido capaz de sufrir, mucho, hasta el fondo. Yo me puedo reír todo lo que quiera porque he llorado todo lo que pude llorar y hoy, la verdad, es que me siento en equilibrio. Disfruto mucho. Estoy muy feliz del presente que tengo. Pero miro para atrás y veo también momentos en los que estuve tremendamente mal (N. de R.: A los 17 años padeció leucemia y hoy es embajador de Fundaleu). Me reí todas las risas y me lloré todas las lágrimas. Y no me asusta llorar, no me asusta que me duela algo. Me he reído mucho porque conocí un dolor más grande que el volumen que puede albergar tu cuerpo. Entonces cuando viviste ese dolor, te podes reír todo lo que quieras, ya te la ganaste.
Facundo, pudoroso de su vida privada, advierte que habló de sus hijos y se va, a seguir trabajando, renegando un poco. Nada para preocuparse...
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