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El árbol de la vida, experimental y reflexivo

El filme que ganó como Mejor película en Cannes pone en la mesa diversas interrogantes sobre la existencia y sus caminos


                





Eárbol de la vida (The tree of life) es un claro simbolismo relacionado con la Biblia. Inicia con una cita de Job y termina por reflexionar sobre la naturaleza, el universo  y la gracia de Dios. 

Cuestiona el bien y el mal. Terrence Malick, el director, pone en Brad Pitt a un jefe de familia contradictorio, violento y con una sensación de fracaso, mientras que en la esposa del personaje, interpretado por Jessica Chastain, el realizador decidió que se tratara de una mujer amorosa, comprensiva y pacífica, para de ese modo mostrar los polos opuestos que fungen como guía de los hijos que tienen en común.

Por lo que respecta al lenguaje audiovisual, Malick no duda en experimentar con planos llenos de color (a cargo del mexicano Emmanuel Lubezki, el mismo de cintas como Y tu mamá también y Quémese después de leerse, acompañados de una propuesta sonora que invita al espectador a disfrutar de lo que bien podría llamarse un poema plasmado en el Séptimo Arte, aunque también queda claro que la cinta no está dirigida para un público impaciente (pues de entrada la duración es de dos horas y 18 minutos), sino para aquel que desea viajar junto al director por un sendero de imágenes y reflexiones con voces introspectivas, doradas puestas de Sol, observaciones filosóficas y espirituales, todo esto de la mano de numerosos efectos especiales que plasman una colección impresionista del Texas de 1950, cuando las personas hablaban sin prisa, como la misma Chastain lo deja claro en una entrevista otorgada para la distribuidora del filme. 

“La forma de hablar  en aquellos años era distinta, ahora hablamos más rápido por miedo a que alguien nos interrumpa, en una especie de incoherencia,  pero en las cintas de entonces se observa cierta confianza, y los diálogos son más directos, su forma de hablar es muy lenta, de hecho así habla Terry, por ello es que escuchas cada palabra”, y así sucede con El árbol de la vida, cada palabra tiene su espacio y su momento.

Chastain aceptó pues dar vida a una mujer que ella misma describe como entrañable, pero al mismo tiempo difícil de ponerla en pantalla. “Es toda bondad, confianza, amor y perdón, y pensé que sería difícil interpretar a un personaje que es espiritual, amorosa y pura, pero luego me di cuenta de que la forma de llegar a ella era el amor por sus hijos,  y pensé ‘si yo hago eso seguro encontraré la clave para entender quién es’. Por ahí empecé”.

Marca distancia de cintas comerciales


Mientras que Brad Pitt, quien tomó el papel tras la muerte de Heath Ledger, asegura en una entrevista otorgada a Theguardian.com.uk que trabajar con Malick en la cinta en la que también figura el trabajo de Sean Penn, es un placer. “Él (Terrence) es como un buzo bajo el agua que está esperando a que la tortuga se acerque”, dice Pitt sobre la técnica de la dirección. “Fue muy libre en la forma de capturar momentos. Intuitivo, contrario a lo que suele hacerse en Hollywood”. 

Y es precisamente esa distancia con el cine comercial lo que termina por distinguir la obra fílmica que este viernes llegará a las salas mexicanas después de haber sido la Mejor película del reciente Festival Internacional de Cine de Cannes.

La pérdida, no sólo la física tras la muerte de un ser querido, sino también la de la inocencia puede observarse en la trama, que en numerosas ocasiones carece de diálogos y permite el gozo de quien observa la película.

Curiosamente algo parecido le sucedió a Brad Pitt el primer día de trabajo con los chicos que interpretan a sus hijos, pues éstos se vieron rebasados por la popularidad de la pareja de Angelina Jolie, como Brad lo cuenta.

Y es que el papel del padre no es el típico héroe encantador que muchos están acostumbrados a observar, pues debe convencer al público de que está dando vida a un hombre con una presencia amenazante  y que pretende imponer una disciplina casi militar.  “No resultó nada fácil comunicar a los tres chicos, que hasta entonces no eran actores, a que no se tomaran las escenas como un juego, especialmente cuando se está pensando: “Mira es Brad Pitt”.

“Tuvimos una escena en la que se suponía que era dramática, y se reían. No se lo tomaban en serio porque se estaban divirtiendo con un tipo de cine. Así que tuve que tomar al mayor fuera del set y decir: “Esto es serio. Esto es por lo que estamos aquí, y no vuelvas hasta que estés listo. Después de eso, dejó de mirarme como el hombre que había visto en las películas”.

Con dicha seriedad es que la pieza de Terrence Malick es expuesta, mas no por ello deja de ser reflexiva y memorable, y que la crítica mundial ha tenido a bien distinguir.
 

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