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Juana Viale: "Fue un año duro, que me dejó grandes enseñanzas"

Entrevista Noticia, a pesar suyo Perdió un embarazo de ocho meses, se publicaron fotos (algunas hot) de su vida privada, espera un nuevo hijo, la operaron de urgencia. De cara al estreno de su primer protagónico en cine, con “La patria equivocada”, habla de todo. Con el dolor a flor de piel.

                            


Hacer una entrevista no es la parte que más le gusta de su trabajo. Pero, cuando la da, se da. Se entrega. Con una línea definida que traza entre su universo más privado y su imagen más pública, Juana Viale sabe discriminar entre privacidad eintimidad . Y, entonces, sin buscarlo, rompe con ese prejuicio que muchos le endilgan acerca de que ‘Juanita no habla de nada’ . Ahora, en el jardín de la casa de su madre, debajo de una ruta aérea que bien podría aprovechar para decir lo que no quiere que se oiga, se anima a repasar el año que va quedando atrás, ése que la tuvo –y la tiene- como protagonista, en las buenas y en las malas. Perdió un embarazo de ocho meses, espera un nuevo hijo. En el medio, de todo. “¿Hay algo que pueda doler más que la muerte de un hijo?”, parece preguntar mientras pasa un avión que llega a Aeroparque. Repregunta y se contesta. “No, no hay, te lo puedo asegurar”. Llegado el silencio, se la oye, firme y triste. Pasado el temblor, habla, honda y sentida.
Fiel a su estilo, no es, tampoco, de hacer notas porque sí. A propósito del estreno de La patria equivocada , la película de Carlos Galettini que se estrena el jueves y que la tiene como única protagonista, acepta un mano a mano con Clarín sabiendo que el filme será un tema más, sabiendo que su figura -en este 2011 que no quedará como uno más en su calendario- va más allá de lo que esté haciendo, que, por otra parte, no es poco: su imagen se reproduce tanto en una marquesina de la calle Corrientes (es una de las piezas clave de La celebración , en el Lola Membrives), como en los afiches de la película de época que la tendrá en un doble papel.
Bien lejos del divismo, de pantalón gris con setentistas patas de elefante (bien ancho abajo), zapatillas y pelo atado, ella se desdobla entre la madre que trata de consolar a Silvestre –su hijo de 3 años- y la que le corre el velo a los meses que la tuvieron en el eje de la noticia. “Fue un año duro, que me dejó grandes enseñanzas. Me sirvió mucho para crecer. Creo que en la vida uno tiene que transitar todo, lo bueno y lo malo, y no por ser malo querer pasarlo rápido. Lo pasé, lo sigo pasando, todavía no terminó. Y una se va haciendo más fuerte, porque mi marido, mi familia en general, el trabajo, todo ayuda. Y lo más importante es que los vinculos se fortalecieron. Todos”, asegura, con esos ojos claros sostenidos, sin por eso desafiar.
Su 2011 público se abrió en abril, cuando circularon fotos de ella con el ex ministro de Economía Martín Lousteau. Siguió un mes después, en lo peor que le tocó, cuando perdió un embarazo de ocho meses. Más adelante hubo ribetes de escándalo mediático cuando alguien subió a Internet fotos hot de ella y su marido, Gonzalo Valenzuela. El 14 de septiembre la operaron de urgencia por apendicitis -a pocos días de que estrenara en teatro La celebración-, y luego se supo que estaba nuevamente embarazada.
Es raro, porque termina con una buena noticia, pero da la sensación de ‘año para olvidar’.
No, para olvidar no. Creo que de todo esto una tiene que aprender para ser mejor persona, mejor mujer, madre, actriz. De lo malo siempre hay que sacar cosas buenas.
¿Y qué cosas buenas sacaste de todo lo que te pasó? A nivel pareja me fortalecí mucho con Gon. Nos unimos mucho, más aún de lo que estábamos.
Tanto él en ‘Sábado bus’, como vos en ‘Susana Giménez’, hablaron del valor de saber perdonar...
Hubo una muerte, pasaron muchas cosas y más allá de que hay temas que quedan en el ámbito muy privado, seguimos construyendo un vinculo muy fuerte. La relación se modificó y se modificó en todo, en la forma de comunicarse, de entendernos, de mirarnos. Tiene otro brillo. Otra intensidad.
Haciendo una lectura simple se puede decir que, como consecuencia de eso, llega el tercer hijo...
Para mí es el cuarto hijo. Yo parí tres hasta ahora.
La madre de Ambar, de 8 años, y de Silvestre, contesta desde el alma. Seria, triste, convencida, con las huellas del dolor en esa cara preciosa que tiene.
“Todavía no sabemos el sexo del bebé, mucho menos el nombre.Falta, por suerte llegará el año que viene”, suelta, bromeando con la vuelta de página del almanaque.
En medio de todo, ¿la apendicitis cómo queda en el anecdotario? Como el colmo. Yo decía ‘No me pueden seguir pasando cosas’ , y ahí nomás del estreno. Igual, me lo tomé con sabiduría, me entregué una vez más a la situación. ¿Viste que dicen que cuando pasan, pasan todas juntas? Ojalá los próximos años sean todos buenos.
Luego del pormenorizado relato de esa noche prequirúrgica en el cumpleaños de su padre, cuenta que el miércoles que se animó a subir a escena (ver En teatro...
) frente a la prensa “tenía más susto que el sábado anterior, cuando fui sin avisarle nada más que a mi madre, porque sabés que hay cierto sector de la prensa con una vista maliciosa esperando ahí”.
¿La mirada de tu abuela, desde un palco, te pesó? No, para nada. Creo que le pesa a todo el mundo menos a mí. Es mi fan. Para mí es mi abuela, que está como empilchada en Mirtha Legrand.
La charla, con Silvestre dormido en su falda, transita por algunas ceremonias familiares, como los asados que hace su madre, Marcela Tinayre, o los que ella aprendió a hacer “porque en Chile lo preparan tipo barbacoa, medio arrebatado, y papá, que es un genio en eso, me dio unos consejos que me sirvieron mucho”. También cuenta que su especialidad son las tartas “del sabor que se te ocurra. Hago la masa y todo, ojo”.
Enfrentada “con algunos periodistas que hablan de mi vida privada sin saber nada”, explica que “cuando uno empieza a vivir esta vida pública, forzada, tiene que aprender a endurecer ciertos puntos y armarse un buen caparazón, porque, si no, es carne de cañón. Hay cosas que dicen de mí que me indignan, pero no puedo salir a explicar. Yo tuve que ocuparme de los míos, de lo que significa estar a punto de parir y, de repente, llegar a casa con los brazos vacíos. Que digan lo que quieran. Las cosas hechas con maldad se pagan. Lo más noble del ser humano es mostrarse como uno es.
Sí, pero tiene un costo...
Obvio, no me lo vas a decir a mí.

Clarin

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