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Julieta Cardinali rompe el silencio: "Sufrí mucho, pero sigo creyendo en el amor"


Barajar y dar de nuevo. Algo así fue lo que hizo Julieta Cardinali en este último tiempo. O como le gusta decir a ella, “reinventarse”.


Julieta Cardinali rompe el silencio: "Sufrí mucho, pero sigo creyendo en el amor"

 
 A fines de 2010, cuando se separó de Andrés Calamaro –su pareja durante cinco años y con quien se casó en julio de 2010–, Julieta eligió dejar pasar la tormenta y escándalo en silencio. Y está convencida de que fue la mejor decisión. “En ese momento, tenía dos opciones: alimentar todo eso o retirarme, y estuve casi un año sin decir una palabra. Hoy agradezco haber hecho eso”, asegura.

Hace exactamente una semana, se instaló con su hija Charo (4) en Barcelona y allí se quedarán por dos meses. Durante ese tiempo, Julieta (que el pasado 21 de octubre cumplió 34 años) se pondrá bajo las órdenes del director español del momento, Agustí Villaronga, para protagonizar junto con las españolas Ana Torrent y Carmen Maura Una carta para Evita, un telefilm de dos capítulos. 
–Por segunda vez, vas a interpretar a Eva Perón. ¿Por qué creés que te eligen para representarla?

–Creo que hay algo con el parecido físico… Estamos hablando de un ícono argentino que está en la memoria y en la retina de todos, y los directores tienen que prestarle atención a eso. En este caso, tuve que pasar una audición muy exigente y tardaron varios meses hasta que me confirmaron que había sido elegida.

–¿Cómo vivís esos tiempos de espera?

–En realidad, me genera muchos nervios la audición porque es como rendir un examen en el colegio, donde tenés que dar todo y demostrar que podés hacerlo en muy poco tiempo. El después lo vivo con más tranquilidad, creo que aprendí a relajarme y a esperar.

–¿Qué tiene que tener un personaje para que vos le digas que sí?
–Primero, me tiene que interesar lo que se va a contar; después, sentir que tengo herramientas para hacerlo. La verdad es que en mi trabajo me sale más fácilmente el “no” que el “sí”.
–¿Y en tu vida personal?
–Soy más permisiva, pero en el trabajo soy un poco prejuiciosa.
–Desde tus comienzos, integraste el grupo de las “actrices rebeldes”, junto con Dolores Fonzi, Leonora Balcarce…

–Me parece que tiene que ver con que siempre nos animamos a hacer lo que queremos y eso puede ser visto como rebeldía. Me gusta ser una mujer que se atreve, porque la vida sin cierta rebeldía es aburrida. A mí no me importa lo que digan porque no tengo que darle explicaciones a nadie de lo que hago o dejo de hacer. Yo no podría vivir prestándole atención al prejuicio de los demás porque con el mío ya tengo bastante.

–¿Te considerás una feminista?

–A ver… El feminismo es algo mucho más profundo y, si dijera que soy feminista, lo estaría banalizando, porque yo no milito. No tengo dudas de que me siento mucho más identificada con el feminismo que con el machismo y no puedo creer cuando una mujer dice que le gusta el hombre machista… ¡Yo lo odio!

–¿Qué es lo que más disfrutás de ser mujer?

–Me gusta la cabeza de la mujer, que muchas veces es vista como rebuscada; para mí es como profunda y sensible. Soy muy amiga de mis amigas, me encanta pasar horas charlando con ellas, encerradas en mi casa, comiendo, mirando tele o una peli, criticando… [Se ríe.] El universo femenino me parece divino.

–¿Cuál es el gran tema en las charlas con tus amigas?
–¡El amor! El gran tema universal, ¿no? El amor es lo que más nos cuesta; si no, todos estaríamos felices con alguien forever. El amor es, sin dudas, el gran motor del mundo.

–Tu nombre tiene una gran carga de amor… Pensemos en  “Romeo y Julieta”, por ejemplo.

–Algo de eso hay. Yo siempre tuve parejas muy intensas, sufrí mucho, sigo creyendo en el amor a pesar de todo y vivo mis relaciones con mucha profundidad, con todo lo que eso trae aparejado. ¿Cuántas veces nos escuchamos decir “¡basta, nunca más!” después de separarnos y al tiempo volvemos a enamorarnos? Por suerte, ¿no? Porque está muy bien volver a creer en el amor.
–¿Qué cosas cambiaron con la llegada de Charo?
–Todo y nada. Entendí todos los lugares comunes de la maternidad. Yo fui mamá casi a los 30 y estaba muy acostumbrada a mi independencia. Con un hijo tenés que encontrar sí o sí una estructura. Mi vida no era un descontrol, pero yo no tenía horarios para nada y necesité darle una rutina a Charo en la que ella se sintiera contenida, y obviamente también me sirvió a mí. Empecé a acostarme más temprano, a levantarme mucho más temprano… ¿Había sol a la mañana? [Se ríe a carcajadas.] Hay algo que cambió mucho: si antes era selectiva con mi trabajo, ahora lo soy mucho más porque no quiero perder el tiempo. Una mamá contenta tiene hijos contentos y por eso, me parece muy importante tener paz y tranquilidad en mi vida.

–¿Hay que domesticar el propio ego para darles lugar a los hijos?

–Es que si no entendés que con la maternidad aparece algo mucho más importante que uno, estás frito. Siempre tuve mi ego muy controlado, así que no fue algo que me costara. Charo fue buscada, tenía muchas ganas de ser mamá y fue recibida con mucho deseo.

–¿La maternidad cambió también el vínculo con tus padres?


–Mi mamá murió hace dos años… ¡Qué fuerte! Teníamos una relación muy pegada, éramos muy compañeras, amaba a mi mamá. Agradezco haber tenido a Charo en ese momento porque si no, no sé cómo lo habría superado.


–¿Te gustaría ser con Charo como fue tu madre contigo?


–Es un súper modelo. Tuve la suerte de tener una gran madre y eso está en mi sangre. Si logro ser un 10 por ciento de lo que fue ella conmigo, estoy hecha.


–¿Cómo es tu hija?


–Como cualquier chiquita de 4 años… Está en una edad divina: habla un montón, va al cole, empieza a ser más independiente… Tiene muchísimo carácter.


–Igual que vos…


–Sí, ¡somos mujeres fuertes!


–¿Cómo vive Charo la fama de sus padres?


–Detesta que le saquen fotos. Obviamente, le explicamos que su papá es músico, que su mamá es actriz y que algunas personas quieren saber lo que hacemos… La última vez que había unos fotógrafos en la puerta de casa, vino y me dijo: “Mamá, quiero cortarles el cuello”. Igualmente, siempre tratamos de preservarla lo máximo posible… [Se detiene.] En realidad, no voy a hablar más de “nosotros”. Si bien soy una persona a la que no le gusta sentirse observada, nunca me sentí acosada…
–¿Nunca?
–Bueno, el año pasado tuve un momento de mucha exposición pública que no pude manejar, pero que no fue generado por mí. Por eso, hice todo lo posible para preservar a mi hija y nos mudamos a otra casa hasta que pasara todo… De hecho, nos estamos refiriendo a algo que pasó hace casi un año y ésta es la primera vez que hablo porque ¡ya pasó! Lo único que busqué fue resguardarnos porque yo no tengo nada que ver con el escándalo ni con la exposición que trajo aparejada.
–Una decisión acertada, entonces.
–Totalmente. Entre todo lo que me tocó vivir, logré mantener la elegancia frente a tanta vulgaridad.
–¿Vos leías o escuchabas todo lo que se decía sobre tu separación?


–No, pero igualmente me llegaba. Fueron momentos dificilísimos porque todo el mundo sabía lo que me estaba pasando. No pienso entrar en detalles, pero les aseguro que todo fue mucho peor que lo que salió publicado, porque cuando uno se rodea de gente mala, termina actuando como una mala persona.


–¿Cómo hiciste para frenar la necesidad casi lógica de salir a aclarar las cosas?


–En aquel momento, éramos una familia y es muy difícil no hacerse cargo de las actitudes del otro, aunque eso no me correspondía hacerlo a mí… Pero vuelvo a repetir: todo lo que se dijo fue un chiste frente a lo que me tocó vivir. Por eso, me concentré en el amor de Charo y tuve la lucidez para plantearme: “A ver… ¿qué es lo realmente importante acá? Mi hija…”. Entonces, chau, nos retiramos porque fue todo muy violento.


–¿Pudiste rescatar algo positivo?


–Decididamente, salí fortalecida, pude reinventarme… Por algo nos pasan las cosas, ¿no? A veces a las trompadas, a veces con más calma… Yo soy muy intensa y, por lo general, todo lo que me ocurre tiene mucha intensidad. Con todo esto, redescubrí adónde quiero ir, qué quiero para mí y para mi hija y con quién quiero estar. De alguna manera, se trata de volver a elegir.


–En este tiempo se habló sobre un supuesto noviazgo tuyo con el director español Juan Carlos Fresnadillo.


–No tuve ni tengo novio… Estoy muy tranquila. Como me dice mi hija: “No tengo mascota, no tengo hermano, no tengo nada”. ¡¿Y yo?! [Se ríe.]


–Julieta, hace diez años te definiste como “fóbica, curiosa y muy cerrada”. ¿Cambió algo?


–“Fóbica” me parece una palabra muy fuerte para esta edad. “¿Cerrada?”. Sí, con la gente que no conozco soy muy cerrada. Hasta que no me siento cómoda, cuidada y sé que puedo confiar, puedo resultar antipática. Tal vez eso tiene que ver con que soy tímida o con que no muero por agradarle a todo el mundo. No tengo esa necesidad.


–¿Seguís teniendo tu diario íntimo?


–No, ya no. Estoy crecidita. Pero en un momento me creía que era Frida Kahlo y Simone de Beauvoir. ¡Estaba convencida! Ahí escribía pensamientos, vivencias, hacía dibujos… Pero ahora está bien guardado… Bueno, al menos eso creo. [Se ríe.]


–¿Aún tenés ganas de viajar a la Luna?


–¿Yo? ¡No! Nada que me dé menos placer que los deportes o las actividades extremas. Si la genética no me ayudara, sería obesa. Me encanta tener tiempo de ocio, nunca me aburro y me llevo muy bien con la soledad. ¿Confieso algo? Algunas veces he mentido en las entrevistas y tal vez por eso debo haber dicho que soñaba con viajar a la Luna.


–¿Mentiste en esta entrevista?


–No, juro que en ésta no.

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