El actor que participó en Televisión por la Inclusión habló con LA NACION sobre su interés en la política nacional, su carrera en el exterior y una anécdota especial con Robert De Niro
Robert De Niro, Ricardo Darín y Cristina Kirchner. Buenos Aires, Hollywood y España. Los nombres y los lugares se entremezclan cuando llega Leonardo Sbaraglia. Llega tarde, porque unos amigos mexicanos retuvieron a Julia, su hija de cinco años y medio, cuando iba camino al jardín. Entre viaje y viaje, y entre un tema y otro, el actor repasó en una entrevista con LA NACION la carrera que lo llevó a transformarse en un español auténtico y a aparecer en una película estadounidense, aunque sin perder nunca de vista lo que sucede en el país que lo vio nacer.
Anoche, Sbaraglia volvió a aparecer en la televisión abierta en la primera parte de "Orden natural", un capítulo doble sobre trabajo esclavo e infantil de Televisión por la inclusión. A pesar de que ya hace más de tres años volvió a instalarse en el país, todavía no se hizo espacio para protagonizar una tira. El año pasado participó en otro unitario, Lo que el tiempo nos dejó, y en 2009, salieron al aire dos ciclos que grabó para canales de cable: Epitafios e Impostores. "Cada vez va creciendo más el facilismo y se producen situaciones de una gran frivolidad en televisión", opina, crítico, y destaca la existencia de programas como el unitario producido por ON TV (de Claudio Villarruel y Bernarda Llorente), ganadora del concurso Ficción para Todos del Incaa, que continúa a la serie deTelevisión por la Identidad.
En el programa de Canal 9 interpreta a Rodrigo, un joven inspector municipal de una zona rural que espera su primer hijo con Marcela (Valentina Bassi). La historia se centra en un día que le cambia la vida: cuando es testigo de la llegada al hospital y posterior muerte de un niño de seis años. "El empieza a investigar y descubre que ese chico de seis años estaba trabajando, y no sólo él, sino que se trata de un lugar en condiciones terribles", relata el actor que a los 17 años ya tenía un papel televisivo, en Clave de sol. "Se habla de un caso de contrataciones de gente en los campos en condiciones infrahumanas. Es una situación muy compleja, porque los pueblos están cerca de los campos donde ocurre esto y dependen de esa economía, entonces hay como una alianza de protegerse mutuamente", analiza sobre la historia que cuenta en la ficción.
-¿Qué recepción tienen estas historias de corte social en el público?
-Hay un público que tiene una necesidad de ver otra cosa en la televisión. Lo que más se le puede criticar en este momento a la televisión es que cada vez va creciendo más el facilismo, además de que va degradando muchas cosas de las relaciones. Ya todo el mundo opina sobre cualquier cosa, en cualquier horario, y se producen situaciones de una gran frivolidad. Supongo que está bien que exista, pero no estoy de acuerdo cuando la gente dice que eso es lo que la gente quiere ver. No, depende mucho de la cultura que uno le dé. Si a una persona no le enseñaste a leer, por supuesto que no va a querer leer. Si a una persona le enseñaste a pensar y a que le sean observables algunas cosas, va a tener una mirada más crítica sobre eso que está viendo. Entonces está bueno que este tipo de propuestas compensen la balanza.
-¿Tu alejamiento de la televisión tiene que ver con eso?
No, a mí me siguen ofreciendo cosas muy interesantes en los canales más exitosos de la Argentina. Mi decisión de hacer más o menos televisión está determinada por mi coyuntura de estar trabajando en España y México. Me cuesta comprometerme en un ciclo de televisión, pero no tiene que ver con esas críticas, porque esos canales también hacen cosas piolas.
La Nacion
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