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Mirtha Legrand: dueña y señora

Cuarenta y seis años después de haber hecho una ficción en televisión, la diva de los almuerzos vuelve esta semana como una poderosa empresaria de cosméticos


                                             





Poco más de un mes atrás, Sofía Ponte tomó posesión de las instalaciones de Estudio mayor, unos sets de televisión en pleno Palermo Hollywood, donde Endemol dispuso el teatro de operaciones en el cual está cobrando vida la trama de La dueña, la serie que pondrá al aire Telefé, a partir de esta semana, los miércoles, a las 22.15.
La señora, protagonista de la serie y propietaria de una inmensa multinacional fabricante de cosméticos que posee la fórmula de una crema capaz de detener el envejecimiento, se pasea durante todo el día por las lujosas oficinas enmarcadas en brillantes puertas de cristal y en las que imperan el cromo en los artefactos de iluminación, el cuero blanco en sillas y sillones y otra vez el cristal en las mesas de los escritorios, con los que los escenógrafos vistieron su habitat laboral. A veces la dama desacelera un poco la marcha de su agitada vida empresaria y se sumerge en la calidez de las paredes revestidas en madera y en el refulgente brillo que cubre los muebles de estilo de los ambientes que simulan ser su casa particular. Un cortejo de unas cinco asistentes siguen a luz y sombra a esta importante mujer cuando las cámaras están apagadas. Cuando éstas se prenden, en ciertas oportunidades, ella juega a ser una conductora que hasta hace poco más de un año conducía un programa de almuerzos por televisión. "Cuando te ven bien te tratan. Si te ven mal, te maltratan", lanzó una vez fuera de libreto, en medio de una escena. "¡Así, no...! ¡Así, no...!", es otra de las muletillas que aparecen en sus diálogos sin que nadie sepa dónde está escrito. Y en una situación de enojo, hasta se animó a repetir un exabrupto que alguna vez se le escapó a la estrella de los almuerzos, sin saber que una cámara estaba grabando en una cinta que un periodista luego se ocupó de pasar al aire. "¡Mierda, carajo...!" dicen quienes lo vieron que se le escuchó decir en una escena a la elegante Sofía Ponte.
"Resulta muy difícil alejarse de lo que uno fue durante tanto tiempo. Desprenderse de los gestos, de las expresiones, de las actitudes y hasta de las manías que uno tiene no es fácil. Por eso, a veces dejo que se cuelen algunas cosas que son de mi cosecha. Eso sí, con la anuencia del autor y del director", confiesa Mirtha Legrand, sonriente, con un tono cargado de picardía, tan lejos del bien y del mal como le permite la portación de su nombre y apellido.
Enfundada en un traje beige, característico del personaje que interpreta y con el anillo de oro con las iniciales SF, que no se saca en todo el día, Mirtha disfruta de un té con bocaditos en su camarín. "Disculpe que lo reciba así, pero es lo primero que pruebo desde el desayuno", se excusa, antes de seguir explicando, a una altura de la tarde en la que el mediodía quedó muy lejos. "Me encanta ser Sofía Ponte, y de hecho toda la ropa en tonos apagados, el estilo de peinado y la mayoría de las actitudes y gestos de esta señora son muy diferentes a mí. Los responsables de la serie se han ocupado mucho de cambiarme por completo y yo me presto de muy buena gana. Pero a veces como un juego aparecen algunos guiños que remiten a Mirtha. La vez pasada, por ejemplo, Sofía recibió la invitación para ir a un programa de almuerzos. «¡No, de ninguna manera! ¡Yo ahí no voy! Esa conductora te interrumpe continuamente, no te deja hablar», contesté", recuerda muerta de risa.
"Cuando salió este proyecto, me tomó de sorpresa. Pero de sorpresa en el buen sentido. Me gustó, porque hace rato que tenía ganas de actuar. Es una forma de probarme a mí misma. Estoy muy contenta con lo que estoy haciendo. Eso sí, me la paso todo el día estudiando. A la noche cuando llego a casa lo mismo. Hasta cuando duermo, me despierto y enseguida me pongo a repasar la letra", cuenta, recordando, pero sin añorar, los 43 años en que para hacer sus almuerzos le bastaban, a lo sumo, unas cuatro horas de estadía en el canal. "Ahora empiezo mi jornada a las 8 de la mañana y, con suerte, recién me voy a casa a las 8 de la noche y para seguir estudiando libros. A mi edad es un gran esfuerzo físico y mental. Lo siento al final del día, pero estoy muy contenta", aclara. Aquello que la entusiasma tiene que ver con la historia, un thriller, con elementos de misterio y un elenco multiestelar en el que figuran Florencia Bertotti, Benjamín Vicuña, Brenda Gandini, Andrea Frigerio, Raúl Taibo y Peter Lanzani, entre otros.
Ante el interrogante de si luego de este proyecto está previsto que vuelvan los almuerzos, quizá por Telefé, único canal donde nunca se hicieron, sostiene: "Sé que algo se habló de eso, pero yo, por el momento, tengo mi mente enfocada en esta serie y no pienso en nada más que eso". Al recordar el último período de aquél programa, donde fue el centro de varias polémicas, en las que fue muy duramente criticada por situaciones que protagonizó al aire y mantuvo serios enfrentamientos con periodistas y artistas simpatizantes con el gobierno, dice: "Fue una época muy dolorosa e injusta. Me sentí muy agraviada, sobre todo por colegas. Hubo mucho desagradecimiento, me dolió mucho. Pero ya está, hay que dar vuelta la página. Creo que ahora se van a quedar tranquilos. Sin los almuerzos van a decir que ya no voy a poder hablar más de nadie y no me van a considerar peligrosa". Al respecto, hubo versiones que en principio La dueña iba a estar inspirada en la persona de Ernestina Herrera de Noble y reconoce que es cierto. "Esa fue idea mía. Se iba a llamar La doña y la protagonista iba a ser dueña de un imperio periodístico. Alguien parecido a Ernestina, pero sin ninguna connotación negativa. Pero después me propusieron esta versión y me encantó", explica.
En medio de la charla, Mirtha fija la vista y recuerda: "Hace poco hice una escena en la que Daniel Rabinovich entrevistaba a Sofía Ponte y le preguntaba cuál era su mayor deseo. ¿Sabe lo que contesté con los ojos llenos de lágrimas? Tener 30 años menos para poder vivir más tiempo esta vida que es maravillosa". Una frase que probablemente sea también de la cosecha de Mirtha.

(La Nacion)

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