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Norma Aleandro ya no me da miedo actuar

Aprendí de mucha gente. Tuve muchos maestros, más allá de aquellos que me daban clase alguna vez cuando era jovencita.

             Ya no me da miedo actuar

 Aprendí muchísimo de Ana Lasalle, de Luis Arata, y de mis padres Pedro Aleandro y María Luisa Robledo, que además de enseñarme las artes del oficio, como decían ellos, me enseñaron la ética. Mis padres eran seres éticos y tuve la suerte de tenerlos a ellos como mis primeros maestros de armas en el teatro. 
Aprendí con mucha gente, con muchos directores, con muchos actores: me dirigieron desde Armando Discépolo hasta Agustín Alezzo, quien hoy me dirige en Master Class y que es alguien que me alimenta muchísimo el alma a la hora de trabajar. Además soy muy observadora, siempre lo fui, y en las funciones de teatro siempre estaba entre bastidores, estaba mirando la obra, mirando a los compañeros. Y uno aprende, si está dispuesto, de los que hacen bien las cosas y de los que no las hacen bien: aprender se aprende de todo, estoy segura de eso. Es una actitud en la vida, que he tenido siempre, que me ayudó a armar mi propia forma de entrenamiento, de lograr una mejor técnica, de mejorar la obra que esté haciendo. Siempre tengo la esperanza de que al día siguiente la obra va a estar mejor. Lo más importante que aprendí en mi carrera –que yo no la considero una carrera para nada– es el compromiso ético. Es lo que siempre mantuve, lo que nunca estuve dispuesta a ceder: nunca ir por encima de nadie, nunca dejar de ser una persona ética. Y además, necesito que las obras en las que estoy, aunque puedo hacer una comedia de vez en cuando, tengan un componente humano, que no quita que pueda interpretar en ellas a un personaje cruel.
Ya no me da miedo actuar. Por supuesto, al comienzo de cada obra –Master Class, por ejemplo–, las primeras funciones con público tenés nervios. Se acercan más a ensayos. Al menos hasta el instante en que salís al escenario, el instante en que uno testea esa alquimia que armó en la mente para crear ese personaje donde sí, hay muchos nervios. Ayuda mucho el factor repetición. 
Así como tuve maestros, muchas fueron las obras que me fueron marcando diferentes caminos para tomar. Sobre todo me enseñaron a ir por otros rumbos de creación, alternar entre ellos. Una de ellas fue, siendo muy chica, con Marcelo Lavalle, Verano y humo de Tennessee Williams. Yo tendría 17 años, y no estaba en edad para hacerlo ya que es el papel de una mujer más grande; sin embargo lo hice, y fue un trabajo muy especial. Fue el primer trabajo en el que mi madre no intervino, ya que ella siempre me ayudaba a estudiar los personajes, y esa vez no. Estaba sola con el director, en los ensayos y en mi casa. Fue cuando me solté de la mano de madre. Eso fue un comienzo muy importante para mí, un cambio. Obras de Molière, como Georges Dandin, y la forma en que la hacíamos al aire libre, similar a lo que sería la representación original de esas obras, fue otra obra importante que hicimos.
En lo que respecta a Master Class, que me hayan marcado, recuerdo dos Master Class dadas por la misma gente. Era el único elenco que había de teatro kabuki haciendo gira por el mundo. Los vi fuera de Argentina. El kabuki, además de ser un teatro importante en Japón, y para cualquiera, es considerado algo sagrado, y salvo esta compañía es imposible verlo fuera de su país. Yo ya había visto kabuki, pero la Master Class fue maravillosa: contaba el sentido del maquillaje, del color, de esa música, de esa compleja partitura.
Hoy se habla en esos términos, de festejar mucho la leyenda, del Clan Stivel, nombre que es un invento de los periodistas, ya que nos llamábamos Gente de Teatro, y era un grupo que empezó armando Emilio Alfaro. Hablamos con David Stivel, Bárbara Mujica, Marilina Ross, Luppi, Carella, y empezamos haciendo televisión, un programa muy cómico, muy loco, que se llamaba Nosotros los villanos. Cuando hicimos libros para televisión, gracias a Marta Mercado –que nos ayudó a conseguir expedientes de casos judiciales– fue un éxito muy grande. Eramos una cooperativa en teatro y televisión. La gente que lo vio tiene una idea de que era televisión maravillosa; desgraciadamente los programas fueron todos destruidos por un problema político en la dictadura.
Y ahora volví a la televisión, con En terapia. Hacía mucho que no hacía televisión. Creo que parte del éxito de En terapia tiene que ver con algo que había escrito una periodista: la idea de espiar por el cerrojo al otro, de poder ver un nivel de confesión que uno no suele tener ni con la persona que es su pareja. Para construir mi personaje, si bien mi marido es psicólogo, me guié más por mi experiencia en terapia, ya que hice durante muchos años. Obvio que le pedí consejos, pero mi marido realiza un tipo de terapia muy diferente a la que se lleva a cabo en la serie. Aparte, la actuación es otra cosa: no creo que se la pueda comparar con la psicología. La actuación implica construir una persona desde lo que se tiene (sean datos, características). No me parece que se parezcan mucho, sinceramente. Actuar implica siempre construir a alguien desde la nada.
*Actriz nominada al Oscar, ganadora de varios Cóndor de Plata y otros tantos festivales de cine como mejor actriz, en teatro el ACE de oro y el Konex de brillante, entre otros. Protagoniza en el Maipo Master Class y en la Televisión Pública En terapia.
 

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