Se ponga lo que se ponga, cuando Isabel Macedo entra a un lugar, todos se dan vuelta para mirarla.
Ella, entre divertida y avergonzada, devuelve los saludos de hombres y mujeres con gracia y educación. A los 36 años, se siente bien plantada en un camino que recorre hace rato. Por estos días brilla en Graduados, la tira más exitosa de la televisión, donde tiene el desafío de hacer dos personajes: Patricia, una chica flaquísima y llena de traumas; y Jimena, que en realidad es la misma persona, pero diecinueve años antes, maltratada por sus compañeros por su enorme sobrepeso en plena adolescencia. El cambio, máscara de látex y rellenos de todo tipo de por medio, es asombroso. Fuera de la pantalla chica, la actriz la pasa mejor: a pesar de los repetidos rumores de separación, mantiene firme su noviazgo con el futbolista Federico "Pocho" Insúa, hoy en Vélez Sársfield. El amor, aunque ella lo resguarda de las miradas ajenas, ya lleva dos años y medio.
–¿Cómo eras en tu adolescencia?
–No tenía complejos con mi imagen. Mi mamá siempre nos recomendaba a mí y a mis hermanos enamorarnos de alguien mirándolo a los ojos, sintiendo lo que nos pasaba, porque lo externo puede cambiar. Vengo de un hogar donde se disfruta de la vida, pensamos que todo pasa, somos respetuosos. Me dieron herramientas para sentirme segura.
–Quizá te molestaban por ser flaca...
–No. Pero es muy importante la seguridad que uno sienta con su cuerpo. Patricia, a pesar de su cuerpo flaco, se sigue sintiendo enorme, nunca estuvo con un hombre y no quiere que la toquen porque le da vergüenza. Mucha gente se siente identificada y me lo dice.
–¿Qué te cuentan?
–Sus experiencias. Los adolescentes son muy crueles. Lo que no se puede creer es que un chico vuelva a su casa y no tenga ganas de hablar porque en el colegio nadie quiere jugar con él porque su cuerpo es un poco diferente al de la mayoría.
–¿Cómo está tu corazón? Cada tanto te separan...
–[Se ríe.] Estoy muy bien. Mi vida está bien. Disfruto sin culpa del amor y del éxito que estoy viviendo. Me siento agradecida y contenta, me gusta la posibilidad que tengo y admiro a la gente con la que trabajo. Después, cada uno se hace cargo de lo que dice. Y yo me hago cargo de mi vida.
–Pero hay cosas que a cualquiera le afectarían, como cuando te señalan como tercera en discordia. ¿Qué te genera eso?
–Depende de como me levante. A veces me duele... Pero nunca sentí la necesidad de decir nada porque sé quién soy.
–Una sola vez se te escuchó hablar al respecto –después del episodio con Carolina Pampita Ardohain en Punta del Este– en televisión. Y es verdad que fue raro.
–Sí, pero me habían dicho que era para promocionar el programa que estábamos haciendo, y no me gustó. Después me pareció raro todo lo que sucedió y decidí no hablar nunca más de nada. Las polémicas no tienen nada que ver conmigo, ni con lo que quiero para mi vida. Me esfuerzo un montón para que me vaya bien en mi trabajo y no me interesa saber de la vida de los demás. Yo pongo la energía en lo que me gustaría hacer.
–¿Por ejemplo?
–Filmar una película, tener un poco más de tiempo de descanso. El año pasado estuve seis meses en Uruguay –protagonizó la serie Dance– y después, otros seis meses viajando. Me gusta estar en casa; de hecho, salgo del canal y lo único que quiero es ir corriendo para allá. Además, estar en Uruguay me tranquilizó un montón.
–¿En qué sentido?
–La gente es respetuosa, educada. Claro que acá hay gente así, pero los que no lo son actúan de modo más agresivo. La experiencia de Uruguay fue lo mejor que me pasó en mucho tiempo. Estuve sola. Y convivo muy bien conmigo. Me llevé miles de películas y no vine nunca a Buenos Aires.
–Antes habías viajado por el programa La vuelta al mundo.
–Sí, cuatro meses. En total, estuve fuera del país un año y medio. Me gusta conocer gente nueva, perderme por las calles, no quedar nunca en ningún horario para llegar a ningún lado…
–En ese tiempo también estuviste en Turquía, donde estaba jugando tu novio.
–Fue espectacular. Me encanta viajar, me nutre, me completa, me ayuda a encontrarme a mí misma. De hecho, me encantaría irme seis meses cuando termine la tira.
–¿Por qué nunca se muestran juntos con Federico?
–Porque no me interesa. Me parece que es muy privado. Es lo único que forma parte de mi intimidad. Me gusta tener un espacio mío. Nunca me interesó hacerlo público.
–Siempre hablás de tu familia, de los valores que te inculcaron. ¿Te dan ganas de formar tu propia familia para transmitir lo que recibiste?
–Me parece que es mucha responsabilidad. No es una cosa así nomás. Requiere mucho tiempo, mucho amor, mucho respeto, mucha comunicación. Pienso que me gustaría, pero tendría que estar muy predispuesta a dedicarme. La fantasía de ser madre se cumplirá cuando tenga que ser. Supongo que en algún momento me gustará más la idea, pero hoy no es una prioridad.
–¿Tampoco casarte? ¿O el compromiso pasa por otro lado?
–No te puedo decir, porque tampoco quiero decir algo y después cambiar de idea. Hoy creo que lo único que importa es sentirme bien, plena y feliz. No me importa el envase en que esto crezca sino los ingredientes que tenga. Dentro de todo lo sano o las cosas que me gustan, quisiera que me pase de todo en la vida. Poder crecer, aprender, reírme un montón…
–¿Qué deseos te despierta el paso del tiempo?
–No puedo planear a futuro, porque soy como una eterna adolescente. Pienso más en disfrutar de la vida, en viajar, conocer gente, hacer cosas nuevas, estudiar. Siempre creo que la vida está empezando y no la divido en etapas. Esta es la única vez que voy a estar viva. Entonces, cuando quiero hacer una cosa, la hago. Si tenés bien dirigida la energía y el deseo es real, te pasa. Mi vida es eso, estar con la persona que quiero, mis amigos y mi familia. Hoy tengo bien cerca a las personas que adoro y que amo. Me ocupo de que esas relaciones funcionen, cuidándolos y amándolos.
–Trabajás desde muy chica y hubo un momento en el que explotaste.
–Sí, tiene que ver con Floricienta, que estaba muy bien escrito. Y si tenés un buen compañero en frente lo único que podés hacer es brillar. Los personajes pegaron mucho, nos fuimos de gira por todos lados… Es un poco lo que pasa ahora con Graduados. Eso te acerca a la gente. Cuando tenés la suerte de estar en un programa que gusta, y eso es una cosa que gracias a Dios me pasó muchas veces, tenés que ser vivo y mostrar, disfrutar el momento. Yo quiero que amen a Jimena y me mata cuando me dicen que sólo quieren abrazarla. Cuando escucho que algunos dicen que sólo hago de mala, me da pena que opinen sin ver el programa.
–En los últimos años también te tocaron papeles más osados con tu cuerpo. ¿Poder mostrar es una herramienta que suma?
–Cuando trabajo, nunca pienso si me tengo que sacar la remera o no. Sé perfectamente lo que mi personaje tiene que contar. Nunca puse una traba por eso si está justificado por la historia. En cambio, no haría fotos desnuda, porque no me parece que cuenten nada.
–¿Te cuidás?
–No, soy un desastre, no hago gimnasia ni me arreglo demasiado. El último vestido para los Martín Fierro lo encontré dos días antes acompañando a unas amigas. Después lo llamé a Ricky [Sarkany] y mamá me dio un collar y un anillo de mi abuela, porque yo no uso accesorios. Y salí elegida la más elegante. Todo fue casual. Por eso no me tomo ni tan amargamente lo malo ni con muchísima felicidad lo bueno. Pienso lo que tenga que pensar para justificarme y sentirme mejor con lo que siento. Soy estricta con no marearme. Sólo quiero hacer lo que quiero hacer, en el momento en que lo quiero hacer. También puedo cambiar cincuenta veces de opinión sobre el mismo tema, y no tengo ganas de que me estén juzgando por eso. Uno se equivoca y va creciendo. Lo que más me importa es sentirme cada vez mejor y no castigarme. Soy muy sana. Y trato de pensar bien de mí.
–¿Sos romántica?
–No. [Piensa.] Soy un poco soñadora, pero también tengo los pies en la tierra. Siempre pienso que el otro va a ser considerado. Me gusta frenar y dar una mano. Eso hace a la persona que sos. Yo tenía 16 años y después de estar de 8 a 16.30 en el colegio, me iba hasta las 20 a dar clases a chicos que no sabían ni leer ni escribir. O me llamaban para un laburo y yo justo había decidido parar seis meses para tejer para quienes les hacía falta. A mí, como mujer, esas son las cosas que me importan.
–Hace un tiempo te mudaste sola a las afueras de la ciudad. ¿Qué te aportó?
–Estoy más tranquila. No sé si tiene que ver con que me mudé fuera de la ciudad porque coincidió con que me fui de viaje. Fue como un mimo. Y así me siento hoy: tranquila.
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