El actor estrena El vengador del futuro, y asegura que la paternidad lo recuperó de su época de adicciones y descontrol.Sostiene que ahora su vida es normal y aburrida.
En algún momento, lejano hoy, Colin Farrell (1976), irlandés tirafacha mal, en su ingesta de galones de Guinness, mujeres de alfombra roja y excesos químicos varios había llegado a un lugar que él mismo define como “extremo”. De hecho, su asombro por ser hoy todavía parte de Hollywood y estar a instantes de estrenar la remake de El vengador del futuro en Argentina es enorme: “Hubo un punto donde me era imposible conseguir siquiera una maldita entrevista. Había quemado tantos puentes, me había hecho mala fama en un lugar tan conservador como Hollywood y su industria, que poder trabajar hoy me sorprende”.
Alguna vez modelo, después fue descubierto por el director Joel Schumacher para Tigerland (2000) y desde ese entonces estrella (o estrellado), Farrell se había hecho la (mala) fama de fiestero olímpico, medalla incluida. “Me atraía mucho el ritual que representaban las drogas”, dice. ¿Qué lo salvó? ¿Fue trabajar con Steven Spielberg, Oliver Stone o Terrence Malick? No. De hecho, en las antípodas de lo que solía ser, Farrell es hoy un actor capaz hasta de hablar de su salvación: “Mi primer hijo, James, fue quien me dio el privilegio de poder preocuparme por otra cosa que no fuera solamente mi vida. Hasta ese entonces nada me conmovía tanto como para alterar mis conductas. Ni el trabajo ni las mujeres, nada. Pero la primera vez que tenés a tu hijo en brazos se altera todo, se da vuelta, cambia. Te modificás. Y bueno, desde entonces hago otra vida. James me salvó la vida. Me permitió preocuparme por algo en el mundo cuando no me preocupaba nada”.
—Entonces, ¿una vida más sana?
—Muchísimo más sana. Y muchísimo más aburrida. Es decir, mi vida ahora ha devenido una cosa mucho más simple, amablemente simple, y sí, es un poco más aburrida pero no me molesta en lo más mínimo. Por ejemplo, esa buena conducta llega hasta al lenguaje. El otro día a uno de los chicos se le cayó algo, y se mandó una puteada de las que me caracterizan. La uso bien, eso sí, pero me hace pensar que debería ser mil veces más cuidadoso con el lenguaje frente a mis hijos. Quiero ser el papá decente y afectuoso. Quiero ser amigo de mis hijos en la medida de lo posible. Quiero recorrer el mundo de otra forma ahora. Y lo mejor es que puedo, porque tuve muchísima suerte en esta vida.
—¿Qué cambió además de la dieta?
—No sabría decir cómo me cambió la paternidad. Amo a mis hijos, y es un amor que te envuelve, te pasa por encima. Digo, los quiero más que a mi madre, y eso que mi mamá es todo para mí. Eso sí, quiero vivir lo más posible. Quiero ver a mis muchachos crecer. Puse demasiada energía en destruirme, ahora quiero invertir algo de eso en todo lo contrario. Pero no quiero volverme loco y cuidarme en extremo.
—¿Y cuando tus niños agarren notas de paparazzi viejas que muestren tu vida anterior?
—Bueno, ya las vio mi mamá, así que… no sé. No es tan grave, de verdad. Lo importante es que soy actor, por ende, vende que fume o tome o lo que sea. Digo, estoy tomando una cerveza en un día libre, cuando no trabajo, ¿y tengo que dar explicaciones? Mis hijos están orgullosos de mí, mi mamá también, no tengo nada que esconder. Trabajo duro, así que puedo darme mis recreos.
—“El vengador del futuro” es tu segunda remake en un año (la anterior fue “Noche de miedo”). ¿Eso habla más de Hollywood o de vos?
—Ni de uno ni del otro. Lo molesto de las remakes es tener que responder sobre su existencia después. Soy muy cinéfilo, siempre lo fui. De hecho, como cualquier cinéfilo que trabaja en la industria, amaba mucho las películas antes de trabajar en ellas. Por ende, entiendo el status de Santo Grial que puede tener un film. Fragmentos enormes de mi vida tienen sentido por las canciones, las películas, los libros que estaban ahí. Digo, si a alguien se le ocurriera hacer una remake de Los Goonies, me caería bastante como el culo. Pero me parece que me estoy retirando oficialmente de las remakes con nuestra nueva versión de El vengador del futuro.
—Supuestamente, ¿la visión del director Len Wiseman de “El Vengador del Futuro” es más oscura y seria que la de 1990 del director Paul Verhoeven y Arnold Schwarzenegger?
—Amo la versión original de El vengador del futuro. Soy muy fanático. Pero esta nueva versión es menos, digamos, jocosa. Menos camp, más “en serio”. Y no lo digo para nada en un sentido peyorativo. El vengador del futuro era camp incluso cuando se estrenó. Y sé que parecía haber un tonito corrector en hacerla otra vez, pero es todo lo contrario. Esta es más, digamos, terrenal, e insisto, no busca ni por asomo ser un insulto a la original. Si Hollywood la va a hacer igual, ¿no es mejor haya gente adentro que ame el relato? Obvio que no me voy a poner a tirar frases hechas como Arnold, porque nadie las dice como él. Salgo perdiendo fuerte en ese terreno.
—En los últimos años tu carrera ha ido variando entre películas pequeñas y películas grandes. Algunas de ellas sin mucho éxito. ¿Por qué volver con “El vengador del futuro”?
—Francamente, El Vengador del Futuro se sintió más íntima que algunas películas más pequeñas en las que trabajé. Se dio así, no puedo siquiera explicar la razón. Sí, salió más de cien millones de dólares, lo sé, pero como yo trabajé muy de cerca con el director y los otros actores, se sintió muy personal. Por suerte, estoy en una posición donde puedo elegir qué hago. Eso no implica que algunos no me hagan hacer castings. Pero aun así me di cuenta de que, aunque esté muy bien pago, un rodaje implica cuatro o cinco meses lejos de mi familia, de mis niños, de mis amigos. O sea, o no lo hago o realmente intento creer en el proyecto. Si no, sería demasiado cínico de mi parte, y ya estuve ahí y no te reconforta en ningún sentido.
—“El vengador del futuro” no es tu primera película basada en una historia de Philip K. Dick…
—No, hice Minority Report con Steven Spielberg. Y en realidad, si uno analiza Minority Report y El vengador del Futuro se da cuenta de que son visiones similares del porvenir. Ambas están inspiradas en el trabajo de Philip K. Dick, y aunque sus obras literarias están abiertas a la interpretación y la expansión, inspiran un cierto formato del mundo. La ciencia ficción por lo general es un terreno fértil para la catástrofe. Pero eso sólo muestra que hoy en el mundo hay una sensación ineludible de que el futuro no es tan brillante. La tecnología da increíbles saltos, pero lo que hacemos nosotros como humanos es alarmante.
—Muchísimo más sana. Y muchísimo más aburrida. Es decir, mi vida ahora ha devenido una cosa mucho más simple, amablemente simple, y sí, es un poco más aburrida pero no me molesta en lo más mínimo. Por ejemplo, esa buena conducta llega hasta al lenguaje. El otro día a uno de los chicos se le cayó algo, y se mandó una puteada de las que me caracterizan. La uso bien, eso sí, pero me hace pensar que debería ser mil veces más cuidadoso con el lenguaje frente a mis hijos. Quiero ser el papá decente y afectuoso. Quiero ser amigo de mis hijos en la medida de lo posible. Quiero recorrer el mundo de otra forma ahora. Y lo mejor es que puedo, porque tuve muchísima suerte en esta vida.
—¿Qué cambió además de la dieta?
—No sabría decir cómo me cambió la paternidad. Amo a mis hijos, y es un amor que te envuelve, te pasa por encima. Digo, los quiero más que a mi madre, y eso que mi mamá es todo para mí. Eso sí, quiero vivir lo más posible. Quiero ver a mis muchachos crecer. Puse demasiada energía en destruirme, ahora quiero invertir algo de eso en todo lo contrario. Pero no quiero volverme loco y cuidarme en extremo.
—¿Y cuando tus niños agarren notas de paparazzi viejas que muestren tu vida anterior?
—Bueno, ya las vio mi mamá, así que… no sé. No es tan grave, de verdad. Lo importante es que soy actor, por ende, vende que fume o tome o lo que sea. Digo, estoy tomando una cerveza en un día libre, cuando no trabajo, ¿y tengo que dar explicaciones? Mis hijos están orgullosos de mí, mi mamá también, no tengo nada que esconder. Trabajo duro, así que puedo darme mis recreos.
—“El vengador del futuro” es tu segunda remake en un año (la anterior fue “Noche de miedo”). ¿Eso habla más de Hollywood o de vos?
—Ni de uno ni del otro. Lo molesto de las remakes es tener que responder sobre su existencia después. Soy muy cinéfilo, siempre lo fui. De hecho, como cualquier cinéfilo que trabaja en la industria, amaba mucho las películas antes de trabajar en ellas. Por ende, entiendo el status de Santo Grial que puede tener un film. Fragmentos enormes de mi vida tienen sentido por las canciones, las películas, los libros que estaban ahí. Digo, si a alguien se le ocurriera hacer una remake de Los Goonies, me caería bastante como el culo. Pero me parece que me estoy retirando oficialmente de las remakes con nuestra nueva versión de El vengador del futuro.
—Supuestamente, ¿la visión del director Len Wiseman de “El Vengador del Futuro” es más oscura y seria que la de 1990 del director Paul Verhoeven y Arnold Schwarzenegger?
—Amo la versión original de El vengador del futuro. Soy muy fanático. Pero esta nueva versión es menos, digamos, jocosa. Menos camp, más “en serio”. Y no lo digo para nada en un sentido peyorativo. El vengador del futuro era camp incluso cuando se estrenó. Y sé que parecía haber un tonito corrector en hacerla otra vez, pero es todo lo contrario. Esta es más, digamos, terrenal, e insisto, no busca ni por asomo ser un insulto a la original. Si Hollywood la va a hacer igual, ¿no es mejor haya gente adentro que ame el relato? Obvio que no me voy a poner a tirar frases hechas como Arnold, porque nadie las dice como él. Salgo perdiendo fuerte en ese terreno.
—En los últimos años tu carrera ha ido variando entre películas pequeñas y películas grandes. Algunas de ellas sin mucho éxito. ¿Por qué volver con “El vengador del futuro”?
—Francamente, El Vengador del Futuro se sintió más íntima que algunas películas más pequeñas en las que trabajé. Se dio así, no puedo siquiera explicar la razón. Sí, salió más de cien millones de dólares, lo sé, pero como yo trabajé muy de cerca con el director y los otros actores, se sintió muy personal. Por suerte, estoy en una posición donde puedo elegir qué hago. Eso no implica que algunos no me hagan hacer castings. Pero aun así me di cuenta de que, aunque esté muy bien pago, un rodaje implica cuatro o cinco meses lejos de mi familia, de mis niños, de mis amigos. O sea, o no lo hago o realmente intento creer en el proyecto. Si no, sería demasiado cínico de mi parte, y ya estuve ahí y no te reconforta en ningún sentido.
—“El vengador del futuro” no es tu primera película basada en una historia de Philip K. Dick…
—No, hice Minority Report con Steven Spielberg. Y en realidad, si uno analiza Minority Report y El vengador del Futuro se da cuenta de que son visiones similares del porvenir. Ambas están inspiradas en el trabajo de Philip K. Dick, y aunque sus obras literarias están abiertas a la interpretación y la expansión, inspiran un cierto formato del mundo. La ciencia ficción por lo general es un terreno fértil para la catástrofe. Pero eso sólo muestra que hoy en el mundo hay una sensación ineludible de que el futuro no es tan brillante. La tecnología da increíbles saltos, pero lo que hacemos nosotros como humanos es alarmante.
Arnold, un referente
Quizás la cinefilia de Farrell sea uno de sus aspectos menos conocidos, sobre todo si es puesto en la balanza al lado de su pasado andar a lo Isidoro Cañones. Para que no queden dudas, el actor habla de su fascinación con Marilyn Monroe: “Solía dejarle unos confites bajo mi almohada y al lado de ellos una nota que decía algo así como ‘sé que estás muerta, pero estos cosos están buenísimos y deberías probarlos’”.
Sabiendo entonces de su fanatismo, ¿no temía los comentarios por parte de Arnold Schwarzenegger? “No, honestamente no sentí presión alguna. Sobre todo porque ni por asomo trato de hacer una imitación o una especie de actuación-ensayo (que reflexione sobre los modos de Arnie y sus generación, cosa que ya hizo el mismo “Arnie”). Nuestra película es muy distinta, realmente. Soy un gran admirador de la original .” ¿Veía Farrell a Arnie? “Obvio. De niño era fan de todo lo que hacía Arnie, es decir, Infierno rojo, Comando, Terminator y Depredador, que considero una de las mejores películas de acción jamás filmadas. Gracias a Dios no sentí presión por retomar el papel que hizo ni por competir con la habilidad que demostró”. Y agrega, más entre risas que serio: “Aunque, si me dan pista y me ponen tras la huella de Arnie, no me molestaría nada hacer mi Depredador”.
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