Se incorporó anoche a la tira de Telefe, como jefe de seguridad de un empresario mafioso. Y estará enamorado de Florencia Ortiz
Hay que rebobinar 12 años para encontrar el guiño: un rosarino que es la cara de Versace acaba de llegar desde los Estados Unidos. Tímido, deja su fotografía en el mostrador de Canal 9. El productor Quique Estevanez necesita un actor para Los buscas de siempre . Tres pruebas de cámara y Christian Sancho debuta en la televisión. Doce años más tarde suena el teléfono de Sancho: Estevanez quiere sumarlo al equipo de Dulce amor (Telefe, a las 23.30). “Volví a la familia que me dio mi primer trabajo en pantalla”, festeja. “Antes era un volcán, ahora estoy plantado en otro lugar. Aprendí a esperar”.
Sancho, que en esos doce años de espera y peregrinaje actoral vivió experiencias “inimaginadas” como ser galán en México, se enorgullece, sobre todo, de aquel Flaco Riveiro, el astro de fútbol homosexual que encarnó en Botineras . Desde ayer su apellido es Barrios, un “ajedrecista” que funciona como “la mano derecha de Montalbán” (Gerardo Romano, el villano mayor de la novela)”. Para explorar el mundillo mafioso, cuenta, revisitó la trilogía de El Padrino . “Estamos armando un dúo increíble”, juzga.
“Como buen mafioso, no tiene nombre mi personaje, sólo apellido. Es un jefe de seguridad, la antítesis de lo que venía haciendo en ficción. Yo siempre era el muchacho bueno”, se ríe. “Digo que es un ajedrecista porque analiza cada jugada. Tiene tanta intensidad en la mirada que juega con la ambigüedad. No sabés si te va a dar una trompada o te va a da un beso”.
El intrigante hombre sin nombre, quien conocerá los secretos turbios del “Padrino argento”, estará involucrado en un triángulo amoroso con Gisela (Florencia Ortiz) y Julián (Juan Darthés). Los personajes de Christian y de Florencia se incorporan a la tira como parte del “universo Montalbán” que desembarca en la fábrica Bandi. Gisela, mano derecha del empresario, se reencontrará sorpresivamente con un ex novio: Julián. “La idea es darle vida a un malo con humanidad. Como todos, tiene sus puntos flacos, su talón de Aquiles, que en este caso será esa mujer, Gisela, de la que está enamorado”, detalla Sancho, quien subraya que los años le enseñaron las bondades de la paciencia. “Para la época de Los buscas yo estudiaba con Norma Aleandro en su casa. Después llegó Carlos Gandolfo. Yo venía de muchos viajes trabajando como modelo y era como en el fútbol, quería entrar sí o sí. Hoy transito desde otro lugar, sé mirar la jugada y sé aceptar cuándo hay que mirar desde afuera”.
“Googlear” a Christian arroja superávit de fotografías suyas en campañas de ropa interior. Pero él ya no se siente identificado con el de las gigantografías de las autopistas: “Siento que amorticé las experiencias vividas. A los 36 años lo que antes era aburrido ahora entra perfecto en mi planteo de vida. Valoro más las cosas y estoy plantado de otra forma. Con los años uno entiende que hay diferencia entre lo que se quiere y lo que uno necesita”.
Clarin
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