Llegó puntualísima e impecable. Contenta como una fan y, al mismo tiempo, rigurosamente profesional.
Evangelina Salazar grabó ayer su participación en Graduados,en el papel de la jueza de paz que celebra el matrimonio de Guille (Juan Gil Navarro) y Fernando (Ivo Cutzarida). Las escenas estarán en pantalla a partir del próximo lunes.
No es la primera vez que Evangelina -madre del productor de Graduados , Sebastián Ortega, y de Julieta (quien hace de Vero en la tira)- se involucra en algún producto de su hijo. Junto a su marido, Palito Ortega, hicieron un cameo en Costumbres argentinas, que Sebastián produjo para Ideas del Sur en 2003. Ya con su propia productora, Underground, Ortega requirió a Evangelina para que pusiera la voz en off al relato de Un año para recordar , y hasta apareció en el final de la comedia romántica, en una escena onírica, como la madre muerta del personaje de Carla Peterson.
Esta vez Sebastián no tuvo que hacer demasiados esfuerzos para convencer a su madre de retomar su oficio de actriz, aunque fuera por un día. Es que Salazar, igual que Palito, es una fanática de Graduados . “Le encanta, más allá de que estén sus hijos”, cuentan sus allegados. Para más datos, la propia actriz suele mandarles a los productores sus comentarios los fines de semana. Aceptó gustosa, entonces, la oportunidad de ser parte de su tira favorita.
Otra razón de peso fue su papel, y el mensaje positivo que, para Evangelina, deja el hecho de poner en una ficción un matrimonio igualitario, primero tras la sanción de la ley.
En la escena, Guille y Fernando llegan al registro civil acompañados por sus amigos (Nancy Dupláa, Luciano Cáceres, Paola Barrientos, Gastón Soffritti) y la hija de él, Luna (Natalie Pérez). Pero falta el padre de Guillermo (interpretado por Luis Brandoni), un hombre muy conservador, que no ha querido aceptar la historia de amor de su hijo y, aparentemente, volvió a su estancia. Pero, promediando la ceremonia, el reticente señor llega y da su bendición a la pareja. Casi sin repeticiones, la grabación fluyó y acuñó una frase: “¿Evangelina? Una grossa”.
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