Pareja en la vida real, los actores se animaron a trabajar juntos en el film Otro corazón.
El sostiene que los divirtió la idea, aunque le costó enfrentar las cámaras. Ella ya busca descansar de su Evita en Nueva York.
El sostiene que los divirtió la idea, aunque le costó enfrentar las cámaras. Ella ya busca descansar de su Evita en Nueva York.
El cuerpo está cansado, yo no”, dice desde una atípica Nueva York Elena Roger, y ni siquiera está hablando de Sandy y su apetito por la destrucción de la ciudad más linda del mundo. Incluso considerando que ella y su “roommate” y novio, Mariano Torre, sufrieron “pasándola mal, muy mal, pero con suerte” el vía crucis climático que azotó a la Gran Manzana. Tampoco habla del rodaje de Otro corazón, film coral estrenado este último jueves dirigido por Tomás Sánchez (“con quien nos conocimos cuando él fue director de actores en La vida anterior, otra película donde yo actué pero todavía no estrenada”, dirá Roger), donde los novios dieron vida a una pareja que espera un hijo y, si el trasplante no se produce, significará la muerte del padre de él. Habla, ahora sí, de Evita, el ya-todos-lo-saben pasó por Broadway y segunda interpretación de Roger (la primera, y multipremiada, tuvo lugar en Londres) de Eva Perón en el musical de Andrew Lloyd Weber. “Ricky (Martin) es un divino, Michael (Cerveris) también. Todos. Es un placer ir al teatro, pero ya tengo el cuerpo cansado.”
El personaje de Roger en Otro corazón es el de una cantante embarazada cuyo marido (su propio novio) se obsesiona en demasía con la espera de un corazón para su padre, enfermo terminal, y ella sostiene que el tema que la toca más de cerca del film es “dejar la música para tener una familia”. Mientras que su rol viene huyendo de la muerte de su propio padre y ahora enfrenta la de su suegro, Elena sostiene que “nunca usé la música para escapar. Hay mucha gente que toma el trabajo como escape. Lo que sí me empezó a pasar últimamente es que me di cuenta de que yo tomaba mi profesión como epicentro de mi vida. Y estaba bien, porque tenía que ubicarme en un lugar en la profesión, saber que podía vivir de ella, y eso es muy difícil. Puede ser que te llamen como que estés sin trabajo mucho tiempo. Y ahora que siento que logré más cosas en mi carrera, la vida es mucho más compleja: no tiene que ver sólo con la profesión sino con que hay muchas otras cosas. Pasar más tiempo con la familia, formar mi propia familia, querer tener una casa y esas cosas que son más globales que actuar y cantar”. Y sigue: “No quería que me pasara como a mi personaje: estar con este asunto de no haber querido vivir. Es algo en lo que yo creo mucho: la vida te va tirando cosas, experiencias que te toca vivir, y superás esos objetivos o los vas a tener que aprender en otro momento de una forma más trágica”.
Mariano Torre, que interpreta al ido y obseso hijo a punto de ser padre, dice: “Mi personaje está aferrándose a lo poco que tiene todo el tiempo. Y yo soy lo contrario: trabajo siempre intentando desapegarme. De todo lo que pueda. De saber que la vida se abre camino y que la muerte no es el fin de nada, y es comienzo de otra cosa, que la muerte es parte de la vida. Es un personaje con el que comparto todo lo que piensa desde el antagonismo”.
“Hoy, viviendo afuera, como en una burbuja, hay un montón de cosas de mi familia de las que no me puedo hacer cargo porque estoy lejos. Buenas y malas. Muertes, enfermedades, nacimientos, y yo no estoy. Y eso me duele. Pero no uso la música como escape: sucedió así, y no tiene mucha vuelta”, sigue Roger, despegándose de su personaje también. Y, yendo a un rincón más de entrecasa, Torre, que conoció a Roger cuando ella interpretaba a La Piaf en Buenos Aires, responde sobre el trabajar juntos: “Nos divertía mucho la idea. Nos llevamos muy bien. A mí me costó un poco más que a ella trabajar juntos delante de la cámara. Detrás, como siempre, fuimos un equipo, de ayudarnos el uno al otro, de comentarnos qué nos pasa y cómo resolverlo. Nos divertía porque Elena ya se venía para Nueva York, y queríamos dejar un registro antes de eso. Y el privilegio de que quede una película donde trabajamos con Lito Cruz, Betiana Blum, Pepe Novoa y Adriana Aizemberg”.
“Hoy, viviendo afuera, como en una burbuja, hay un montón de cosas de mi familia de las que no me puedo hacer cargo porque estoy lejos. Buenas y malas. Muertes, enfermedades, nacimientos, y yo no estoy. Y eso me duele. Pero no uso la música como escape: sucedió así, y no tiene mucha vuelta”, sigue Roger, despegándose de su personaje también. Y, yendo a un rincón más de entrecasa, Torre, que conoció a Roger cuando ella interpretaba a La Piaf en Buenos Aires, responde sobre el trabajar juntos: “Nos divertía mucho la idea. Nos llevamos muy bien. A mí me costó un poco más que a ella trabajar juntos delante de la cámara. Detrás, como siempre, fuimos un equipo, de ayudarnos el uno al otro, de comentarnos qué nos pasa y cómo resolverlo. Nos divertía porque Elena ya se venía para Nueva York, y queríamos dejar un registro antes de eso. Y el privilegio de que quede una película donde trabajamos con Lito Cruz, Betiana Blum, Pepe Novoa y Adriana Aizemberg”.
Ambos novios, en suelo neoyorquino, están en un momento bisagra. La actriz habla de su vida después de febrero de 2013, es decir, luego de Evita y Broadway: “Una gira, me gustaría grabar un CD, estar un poquito calma y viendo dónde moverme. Necesito descansar un poquito”. ¿Un CD en inglés? “¿Si me interesa seguir creando más allá de la proyección que implica hacer algo para ganar más plata? Seguro. Las puntas las he tirado. Pero capaz que un disco en inglés todavía no. Quizás apunte más al disco latino. Quizás todo en alemán. A lo mejor me dan ganas de hacer cosas que me impliquen más desafíos: aprender nuevos idiomas, nuevas maneras de canto. Tengo ganas de experimentar. Seguir, seguir proyectando”. Torre habla de sus días en Nueva York como “abrir la cabeza, hacer mucho yoga, venirme un tiempo a la escuela” y de un proyecto personal que “por ahora son garabatos pero probablemente lleve al teatro”.
Y desde esa distancia, ¿cómo ve Roger a la Argentina? “De política no me gusta hablar, pero lo que te puedo decir, que sí se ve mucho y hablan los que vienen acá y cuentan, es que está dividida. Si sos neutral no puede ser. Están todos muy agresivos, con poca paciencia, y la gente se pelea por la política. Y eso es una pena. Deberíamos estar todos para el país y para la gente. Ahora, cuando volví, había mucha energía fuerte, de nervio, en la ciudad. No un nervio bueno, uno agresivo. Luchemos por nuestros derechos, por lo que queremos, pero más calmos, sin tanta agresión.” Torre no difiere mucho de esa idea de conciliación: “Lo que noto, incluso estando allá, es que hay mucho enojo. La gente está convencida de que es de un lado o del otro, y hay personas cuyos pensamientos admiro y que están en ambos lados... Creo no se dan cuenta de que todos quieren que todo vaya mejor. Quizás entre medio podemos armar un camino, pero nada se construye desde la destrucción. Si no hay amor, no se construye nada”.
Y desde esa distancia, ¿cómo ve Roger a la Argentina? “De política no me gusta hablar, pero lo que te puedo decir, que sí se ve mucho y hablan los que vienen acá y cuentan, es que está dividida. Si sos neutral no puede ser. Están todos muy agresivos, con poca paciencia, y la gente se pelea por la política. Y eso es una pena. Deberíamos estar todos para el país y para la gente. Ahora, cuando volví, había mucha energía fuerte, de nervio, en la ciudad. No un nervio bueno, uno agresivo. Luchemos por nuestros derechos, por lo que queremos, pero más calmos, sin tanta agresión.” Torre no difiere mucho de esa idea de conciliación: “Lo que noto, incluso estando allá, es que hay mucho enojo. La gente está convencida de que es de un lado o del otro, y hay personas cuyos pensamientos admiro y que están en ambos lados... Creo no se dan cuenta de que todos quieren que todo vaya mejor. Quizás entre medio podemos armar un camino, pero nada se construye desde la destrucción. Si no hay amor, no se construye nada”.
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