Desde el miércoles 23 de enero empezaron los ensayos de Final de partida, de Samuel Beckett. Nuevamente, Alfredo Alcón encabezará el elenco y dirigirá a Joaquín Furriel.
“¿Quién se acuerda de Pedro López Lagar o de Mecha Ortiz? –dice Alcón–. No hay que hacerse esperanzas, porque son vanas: nadie nos recordará. Por eso me gustan los árboles, son bellos, útiles, y no tienen pretensiones, Dios dirá si pasará algo después”.
—Muchos consideran a Samuel Beckett como pesimista: ¿coinciden?
ALCON: ¡Decime un gran autor que no tenga una visión trágica de la vida! Te puedo decir hasta mañana, pero nunca tenemos exactitud de volvernos a ver. ¡Somos frágiles! Uno piensa: “Se va arreglar”, pero todos sabemos que llegará un día en que nos metan en una caja y nos tapen con tierra. A pesar de todo, hacemos proyectos.
FURRIEL: Nos encontramos con Alfredo antes de las funciones de Lluvia constante, mientras él estaba haciendo Filosofía de vida. Descubrió que tenía disponibilidad de hacer teatro antes de agosto y charlamos qué obra podíamos hacer juntos. Después de un autor contemporáneo como Keith Huff, no quería volver a otro dramaturgo igual, quise un desafío, y Final de partida lo es. Ya en los primeros ensayos aparece una dimensión diferente. Este mundo de Beckett es a crear, para descubrir, hay que ubicarse en la incertidumbre. Si le querés dar certezas, la pieza se achica.
—¿Cómo es Alcón como director?
F: Para mí, esta experiencia implica un regalo doble: compartir escenario con él y que me dirija. Es un faro, me da tranquilidad y conoce a la perfección la obra. No tiene límites este aprendizaje. Tal vez por la generación a la que pertenezco, la palabra perdió valor, es como si no pudiéramos disfrutar de ella y hubiera que apelar siempre al cuerpo. En este proyecto volvemos a la respiración de cada oración, y es un camino diferente.
—¿Por qué volver hoy a “Final de partida”?
A: Uno prefiere hacer La muerte de un viajante que una pieza a la que le fue bien en Chicago... Naturalmente, uno elige alto, un autor que te va a humillar pero que te obliga a crecer para acercarte a su altura, sabiendo que no podremos alcanzarlo. Lo veo en muchos actores y actrices jóvenes que tienen la necesidad de los grandes textos, aunque no siempre se puede elegir. A veces hay que hacer lo mejor de todo lo que te ofrecen.
—¿Sienten miedo?
A: Me di cuenta cuando trabajé con Nicolás (Cabré) que él también tenía el mismo miedo de subir al escenario que yo. Poner los pies ahí arriba es enfrentarse a los propios sueños y descubrir que el vuelo siempre será raso.
F: Estás expuesto frente al público y hay miedos. Cuando hice La vida es sueño tenía muchas presiones, estar haciendo Calderón, en la sala Martín Coronado, mis compañeros, mi director y mi propia presión, la peor de todas. Tengo que luchar con mis ilusiones, soy ambicioso con ellas y por eso elijo obras de teatro que me ponen en un lugar de incomodidad. Busco desafíos, no negocios.
—¿Cuáles son los riesgos de la profesión? ¿Se aprende más con el fracaso?
A: El problema está cuando uno deja de tener nostalgia por la perfección o el día que uno se siente señor de la escena –seguro del oficio– sin poner el alma. Uno debe estar atento a que los amaneceres son distintos y que somos líquidos, no sólidos. Por dentro, todos –unos conscientes y otros inconscientes– estamos muertos de miedo. Fracaso no recuerdo, aunque no creo que Final de partida sea exitosa, pero con tal que haya suficiente público para sentirnos acompañados estará bien. Eso sería el éxito de taquilla, aunque son palabras manoseadas, bastardeadas. Fracaso es cuando uno se traiciona. Fracasar sería hacer de lo sublime algo cotidiano o barato.
—¿Qué les duele más de la sociedad actual?
A: La sensación de odios terribles entre unos y otros. ¿De dónde salió un argentino escribiendo: “Viva el cáncer”? No por defender a Eva Perón, sino que me pregunto cómo podés tener el coraje de pensar algo así. Somos argentinos y parecemos tan amables, pero veo tantos odios y me pregunto: ¿qué hay escondido? Hablan de esta presidenta, que tiene virtudes y defectos, pero es la primera mandataria de nuestro país y, en principio, hay que tenerle respeto. Lo mismo les hicieron a otros mandatarios. Recuerdo que insultaban al doctor Illia calificándolo de tortuga y que se necesitaba alguien fuerte... para poner a... Onganía.
F: Siento que todavía no ejercitamos bien lo que significa “democracia”. No puede haber tanta violencia por el que piensa diferente. Nada es más atractivo que el que no coincide con vos, porque en el diálogo uno crece. Hoy no se usa la palabra juicio, todo es prejuicio. Hoy todo es consumo, poder, y las personas quedaron en un espacio difuso. Me incomoda la gente que tiene un discurso violento o agresivo.
—¿Cuándo empezás a grabar “Farsantes”, el nuevo unitario de Pol-ka?
F: Todavía no firmé, no sé aún qué haré. Es cierto que me lo ofrecieron pero aún no tomé ninguna decisión. Sí es seguro que voy a filmar una película con Alejandro Urdapilleta y Maricel Alvarez, con guión y dirección de Alejandro Montiel (el mismo que el año pasado estrenó Extraños en la noche junto a Diego Torres y Julieta Zylberberg). Empezaremos a grabar en marzo, casi simultáneamente con el estreno de Final de partida, que está previsto para el viernes 14.
Alcón: “Este año no hare televisión”
En diciembre último, Alfredo Alcón viajó a España, país en el que desarrolló varios trabajos y donde es admirado, para arreglar lo que será su nuevo proyecto a partir de agosto, cuando la obra de Beckett ya haya cumplido su ciclo en el San Martín. Subirá a varios escenarios europeos junto a la actriz ibérica Nuria Espert, para encarnar Los asesinos del sueño.
Al poco tiempo de iniciarse los ensayos de Final de partida, hace tan sólo unas semanas, se aseguró que haría participaciones especiales para el ciclo En terapia, con dirección de Alejandro Maci, para la Televisión Pública en adaptación de la ficción de HBO que ya fue adaptación del unitario israelí. Incluso, se adelantó que interpretaría a un alto ejecutivo con ataques de pánico, rol que resultaba clave en la segunda temporada de la edición norteamericana.
ALCON: Sí, me ofrecieron participar, pero las grabaciones se iban a juntar con Final de partida y a mí no me da la energía. Leí un guión –era muy bueno–; además, me encanta el programa y me gusta hacer televisión, pero hoy no podría con ese ritmo. Me obligaría a levantarme muy temprano y me acuesto muy tarde, por las funciones. Le tengo mucho cariño a Vulnerables y recuerdo el afecto de todo su elenco. Entré cuando ya habían empezado y me recibieron maravillosamente bien. Ese cariño de los colegas y compañeros te ayuda a respirar, son regalos que por pudor no se puede hablar de ellos. A mí me gusta llegar al San Martín porque me rodean de calidez, todos se acuerdan de mí, se acercan y me saludan.
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