Una vida posible. Así se llama el especial que El Trece estrenará hoy a las 23,unitario de televisión que, desde 2006, realiza anualmente la Fundación Huésped junto con ese canal.
La propuesta es siempre la de generar una reflexión sobre distintos aspectos relacionados a la epidemia del Virus de Inmunodeficiencia Humano (VIH-sida). Esta entrega estará protagonizada por Mariano Martínez y Gimena Accardi, con la participación especial de Cecilia Roth, Marita Ballesteros, Violeta Urtizberea y Patricia Viggiano.
“El mundo en el que vivimos va muy rápido y parece que todo el mundo está pendiente de sí mismo. La solidaridad es una forma de vivir. Mirar al otro todo el tiempo en lo cotidiano, no sólo en un evento y en acciones puntuales”, reflexiona Mariano Martínez. “Coincido con él”, completa Accardi. Y agrega: “Esto es algo público, pero lo ideal es ser solidario puertas para adentro, de corazón, sin esperar nada a cambio”.
Es que para estos unitarios los actores trabajan a beneficio, la producción se realiza al costo y lo recaudado por publicidad durante la emisión es destinado íntegramente a la Fundación Huésped, que desde hace 24 años lleva adelante diferentes programas relacionados a la lucha contra el sida. La de este año será la octava entrega del ciclo.
La energía en el estudio de grabación es potente. Todos, desde los camarógrafos hasta el director Jorge Bechara -histórico director de la productora Pol-ka, con éxitos comoEpitafios y Farsantes en el currículum-, llevan horas de trabajo encima, y sin embargo repiten las escenas tantas veces como sea necesario hasta que cada una quede perfecta. “No deja de ser un hecho artístico y queremos que salga bien. No porque sea algo ‘educativo’ tiene que estar mal hecho”, explica el actor protagonista.
Una vida posible cuenta la historia de Pablo (Mariano Martínez) y Carla (Gimena Accardi), una pareja estable de clase media-alta. Ante un estado gripal particularmente fuerte y persistente, ella decide incluir el test de HIV en sus estudios de rutina y descubre que está infectada. A pesar de los miedos y las dificultades que se presentan a partir del diagnóstico positivo, los sueños de la pareja no se truncan y queda claro que siempre es mejor saber que no saber.
Los protagonistas aprovechan la hora del almuerzo en los camarines para hablar de su trabajo en este unitario. Saben. Están informados. Hablan de la problemática del VIH-sida y se nota que fueron un paso más allá de la simple lectura del guión. “Lo que cuenta es que no importa cómo se contagiaron los personajes, sino enterarse a tiempo de que tienen el virus en la sangre para poder llevar una vida normal”, explica Martínez. “Más de la mitad de la gente que tiene el virus ignora que está contagiada”, completa Accardi.
De acuerdo a la Dirección de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual (dependiente del Ministerio de Salud de la Nación), en la Argentina se estima que hay 110 mil personas que viven con el virus, de las cuales sólo el 60 por ciento conoce su diagnóstico. En nuestro país el tratamiento es público, gratuito y alcanza a aproximadamente 50 mil personas. En ese marco, cada año hay 5.500 nuevas infecciones y 1.500 muertes relacionadas con la enfermedad.
“Es un virus muy particular y la lucha contra él tiene un par de enemigos extra: el estigma y la discriminación. Y ahora se sumó uno nuevo que es la condescendencia, el decir ‘ya está, ya pasó ’”, explica Leandro Cahn, Director de Comunicación y Desarrollo Institucional de la Fundación Huésped, y agrega que, sin embargo, “se siguen infectando en la Argentina la misma cantidad de personas año a año”.
Lejos quedaron los años en los que el sida parecía una epidemia fuera de control. La realidad pública de la enfermedad cambió, las publicidades destinadas a la prevención dejaron de copar los cortes comerciales y las guardias de los hospitales ya no están llenas de carteles informativos. Para Cahn “hay una sensación generalizada de que no es un tema tan urgente”. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2012 murieron alrededor de 1,6 millones de personas en el mundo a causa de la epidemia.
“Hay que derribar los mitos y los prejuicios. Hay una cosa de señalar con el dedo al infectado preguntándose ‘qué habrá hecho’ y ‘cómo se contagió’. La realidad es que una persona infectada que conoce su condición puede tomar del mismo vaso que vos, besarte, saludarte, abrazarte e incluso tener relaciones sexuales con preservativo”, explica Accardi.
El sida es un problema que trasciende lo estrictamente médico. Los más afectados en nuestro país son hoy las personas transexuales, los usuarios de drogas y la población gay, y por otra parte el 90 por ciento de los contagios se dan a causa de relaciones sexuales desprotegidas. “Hablar de VIH es hablar de diversidad sexual, de acceso a la salud, de estigmas sociales, de discriminación, de uso de drogas, de trabajo sexual, de la vulnerabilidad de poblaciones específicas”, destaca Cahn.
Hoy en día el VIH es una enfermedad tratable, pero no curable. Los infectados pueden llegar a tener una muy buena calidad de vida tomando solamente una pastilla, una vez por día antes de dormir. Para eso se tienen que dar determinadas circunstancias: “Saber tempranamente que vivís con el virus, estar en un país que entregue el tratamiento de forma gratuita (es el caso de Argentina) y ser muy consecuente con él -explica Cahn-. Si se dieran esos hechos, la tasa de mortalidad caería muchísimo”. En ese contexto, se vuelve de vital importancia la prevención y el conocimiento. “A través de este programa televisivo, mucha gente va a tener el interrogante y la necesidad de hacerse los análisis. Deja en claro que es necesario”, sostiene Martínez.
“Tengo un familiar que vive con la enfermedad hace varios años, lo diagnosticaron de joven. Hoy está en pareja y la lleva bien. Toma el cóctel todos los días y tiene una vida como cualquiera de nosotros, común y corriente. Sólo que se cuida”, confiesa Gimena Accardi sin entrar en más detalles. Un ejemplo de primera mano, más que elocuente, de que una vida es posible.
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