Tres galardones para el film argentino en el Festival de Cartagena
Con 52 ediciones sobre sus espaldas, el Festival de Cartagena (FICCI) es el más longevo de América latina y tiene como sede una de las ciudades más hermosas del planeta y una de las pocas que todavía mantienen en perfecto estado su arquitectura colonial. Pero como la historia, la tradición y la persistencia no alcanzan para conseguir un importante evento de cine, el FICCI ha renovado o mejorado buena parte de su propuesta tanto en lo artístico como en la infraestructura y en sus actividades dedicadas a la industria del sector.
En el aspecto "deportivo" que tiene todo festival (sus competencias), la suerte no pudo ser mejor para una producción independiente nacional que sigue arrasando en cuanta muestra se presente.El estudiante , notable y exitosa ópera prima de Santiago Mitre, se llevó los premios a mejor película y actor (Esteban Lamothe), así como el galardón Fipresci de la crítica internacional. Otra película con aportes argentinos como Porfirio también obtuvo tres estatuillas (la de mejor director para Alejandro Landes y las dos principales de la competencia colombiana).
Tanto Porfirio (que reconstruye la historia real de un hombre que quedó en silla de ruedas luego de recibir unas balas perdidas y, ante la falta de respuesta del Estado, decidió secuestrar un avión) como Chocó (film que se vio en la apertura y ganó el premio del público por su durísimo alegato sobre la violencia contra la mujer en una de las zonas más desfavorecidas del país) fueron los dos títulos locales más comentados.
Más allá del palmarés, la principal novedad que el FICCI propuso este año (el segundo bajo la dirección de Mónica Wagenberg) fue que todas sus proyecciones tuvieron entrada libre. Gracias a los importantes aportes de sus sponsors oficiales y privados, el festival abrió sus puertas a los vecinos, que llenaron buena parte de las funciones. Y no sólo eso: las actividades se extendieron también a los barrios más alejados y menos favorecidos de la ciudad, mientras que se organizaron también varias multitudinarias proyecciones al aire libre (siempre con el mar y las antiquísimas iglesias como paradisíaco fondo), donde se pudieron ver joyas como Un amor de juventud , tercer largometraje de la francesa Mia Hansen-Love ( El padre de mis hijos ).
El fuerte apoyo oficial que tiene el FICCI quedó demostrado con la presencia del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, quien en el discurso inaugural demostró su amplio conocimiento del séptimo arte y anunció que este año se aprobará una nueva ley de cine (complementaria de la actual) que apuntará a incentivar la llegada de producciones extranjeras (sobre todo de los grandes estudios de Hollywood) a partir de un generoso sistema de reintegros y desgravaciones impositivas de hasta el 40 por ciento para quienes filmen e inviertan en el país.
El festival, por supuesto, buscó también el glamour y, por eso, estuvieron presentes buena parte del star system latinoamericano (Gael García Bernal, Rodrigo Santoro, Angie Cepeda) y figuras de otras regiones, como la directora francesa Claire Denis, la multifacética artista ítalo-estadounidense Isabella Rossellini (ambas objeto de sendas retrospectivas) y el realizador español Alex de la Iglesia.
Otro de los aspectos que marcaron un crecimiento del FICCI fue la nueva edición de Encuentros Cartagena, un espacio dedicado a la formación de productores, directores, programadores de festivales y críticos colombianos con talleres dictados por especialistas extranjeros, así como un laboratorio de desarrollo de proyectos latinoamericanos, que incluyó varios premios en viajes y servicios de posproducción. Una buena manera de apoyar la explosión local e internacional que está disfrutando el nuevo cine de ese país.
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