Un recurso archiutilizado en las telenovelas es el de la amnesia. Siempre, uno de los personajes sufre la pérdida de la memoria, temporariamente, en algún momento de la trama.
Eso es lo que le está sucediendo ahora a Victoria (Carina Zampini) en Dulce amor (Telefe).
La pobre Vicky sufrió un accidente que la manturo en coma nada menos que un año y cuando volvió en sí, estaba amnésica. De a poco, Victoria fue enfrentando su realidad a los ponchazos, con ráfagas de recuerdos, o de olvidos. Porque, claro, lentamente empezó a acordarse de algunas cosas. Pero (maldades de los guionistas), las mejores todavía no volvieron a su memoria. Y la pobre Vicky está en “fojas cero”. Por eso, no recuerda su verdadero origen y volvió a creer que es la hija del magnate de las golosinas Octavio Bandi, ignorando al quiosquero José Fernández (Arturo Bonín), el amor de juventud de su madre Elena (María Valenzuela). Tremendo olvido porque a su mamá le llevó media vida (y media novela) confesarle semejante secreto. Y ahora Victoria lo borró de su mente.
Pero lo que tal vez sea aún peor es que Victoria no puede recordar la historia de amor más feliz de su vida. La pasión que vivió con Marcos (Sebastián Estevanez) hasta el momento del accidente, no tiene registro en su corazón. Todos hacen un esfuerzo por ayudarla a recordar pero la mente de Vicky se resiste. “No puede recordar lo que sentía por mí”, dijo, quebrado, Marcos, hace pocos capítulos. Sin embargo, y sería interesante para un análisis profundo de la psicología humana (¿femenina en particular?), a Victoria le “volvió a nacer” el amor que alguna vez tuvo por Lorenzo (Pedro Cernadas), el novio que la traicionó en su buena fe, el que ayudó a que se quedara sin la empresa familiar, el que le mintió constantemente, el que tuvo (y sigue teniendo) un romance clandestino con Angie (Sol Estevanez) su ex mejor amiga. Ese hombre es con el que ella está buscando tener una relación. Si la memoria es selectiva, en Victoria, ¿también es masoquista? ¿Será que la historia de amor con Marcos era tan color de rosa que la mente de Victoria no es capaz de retenerla en su memoria? ¿Acaso la memoria emotiva, la que queda registrada en el cuerpo, a Victoria ya no le funciona?
Para el espectador, como le sucede a los otros personajes, la conducta de Victoria, llega a registros irritantes: mientras ella, más fría y calculadora que antes, se arrastra frente al hombre que no la merece, Marcos sufre por los rincones como un condenado y hasta busca refugio en un ¿nuevo? amor, Luciana (Vanesa González).
La pérdida de la memoria es, fuera de explicaciones médicas, arbitraria. Así debería ser también su recuperación porque, espectadores, ella seguro que vuelve con Marcos (en el capítulo de mañana habrá novedades) pero intriga saber cuál será el nervio exacto que haya que activar para que Victoria recupere los recuerdos que la hicieron feliz y no, los otros. Y así, pare de sufrir.
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