Antonio y Andrés, galanes ausentes

Hoy los protagonistas de Herederos y El elegido están pero no están.

Se han ido, permanecen ocultos, en una venta antisocial obligada, en un caso, y adoptada en el otro caso. Antonio y Andrés han desaparecido y operan desde las sombras.
Por haberse largado el mismo día, por haber competido durante algunos meses y ser las principales telenovelas de El Trece y Telefe, Herederos y El elegido  ingresan siempre en un espacio de comparación.
En este contexto, se asimilan por la logia que ambas tienen en sus historias, por algunos personajes y parentescos (Octavio/Cosme – Oscar/David, por ejemplo), pero son muchos más los aspectos que las distancian.
No obstante, en la actualidad hay un punto que encuentra a los dos galanes (Luciano Castro y Pablo Echarri) y que tiene que ver con su presente forajido.
Antonio fue encarcelado por un crimen que no cometió, y en medio de un traslado logró escaparse y construir una estrategia para que lo crean muerto.
Desde su sombra ve sin que lo vean, sufre en silencio, aparece y desaparece como un fantasma, identifica a sus enemigos y planea su venganza. Elucubra su represalia y sufre por lo que le arrancaron.
Andrés, en tanto, ha sufrido el asesinato de sus padres, y cuando sus sangres todavía estaban calientes, decidió colgar su traje de abogado y candidato presidencial para escaparse a alguna parte.
Está ocultado por propia decisión, caminando sin rumbo y anunciando, aunque más no sea en una sola carta, que necesita alejarse para pensar; ¿pensar en la venganza? Seguramente.
El público los ve, pero no su gente. Son los protagonistas de dos de las ficciones más importantes del prime time, y en el mismo momento, y aún cuando las líneas argumentales son bien diferentes, se encuentran separados del resto que los extraña o los busca.
Siguen la línea de Santiago Díaz Herrera, aquel personaje que supo componer el mismo Echarri en Montecristo y que, durante gran parte de la ficción, se mantuvo oculto, operó en la clandestinidad y procuró venganza.