La actriz que compone a Noelia en “Dulce amor” habla de su relación con la fama. el gusto del público por “lo simple” y su personaje.
“¿Sabés lo que es estar siempre buscando un personaje, tener tantas vidas dentro de uno?”. La pregunta la formuló alguna vez Lidya Lamaison. Y Mercedes Oviedo, la chica criada a orillas del mar, la retoma. Jura que la actuación “te hace mejor persona”. Que tantas vidas dentro la hacen entrar en los zapatos de otros y entenderlos desde su dolor. En Dulce amor (Telefe), practica eso de calzarse otra vida. Su papel en la novela es el de una tercera en discordia distinta, atípica: embarazada de Marcos (Sebastián Estevanez), prefiere correrse a un lado para que el hombre que no la ama no quede prisionero: “Soy la tercera a la que todos quieren”, define Mercedes a Noelia, su personaje en Dulce amor .
Ostenta una belleza tan sutil como su modo. La llaman “Angelina Jolie” y se avergüenza. Dice que aprendió del silencio, mientras crecía en San Bernardo. Algo de ese silencio reproduce hoy: hace entrevistas para hablar “de trabajo nomás”. Como si después de saltar a la fama en el unitario Todos contra Juan , nada hubiera cambiado: “Tengo un perfil tranquilo en el medio. Elijo que sea así. Mi vida sigue igual que antes de trabajar en la televisión. Es un trabajo como cualquiera, con la diferencia de que me miran mucho”. A la que miran mucho hoy es a Noelia, su personaje. Una abnegada que “se fue a vivir al Sur, y cuando arranca la telenovela vuelve al barrio preocupada por los problemas de salud de su padre (Arturo Bonín). Retoma su relación con Marcos, y aparece Victoria (Carina Zampini) y los termina separando”.
No hay el mínimo ánimo de venganza en su criatura: “Ella oculta el embarazo porque sabe que Marcos está enamorado de Victoria y no quiere arruinarle la vida -señala Oviedo-. Tiene una fortaleza muy grande. No la justifico, pero el amor le hace proteger a quien ama”. “Este no es el estereotipo de la mala de un triángulo. El público quiere a mi personaje por su bondad, porque no tiene orgullo”, analiza y se suelta. “Fue raro entrar por primera vez en la tele, y siento que todavía estoy aprendiendo-agrega-. Van recién cuatro años. Yo venía del teatro, y acá uno reduce todo. La tele es más sintética. En el teatro uno se fija en que su voz llegue hasta la última fila y pone distinto el cuerpo. El teatro es la intensidad”.
¿También te tomó por sorpresa que una telenovela tan simple encontrara tanta adhesión?
No. Me parece que la mayoría de la gente quiere lo simple. La historia distrae, entretiene desde un lugar alegre, es blanca, no genera violencia. No sé. Será que me gusta porque también soy simple.
De la “pueblerina” que abandonó la costa atlántica 12 años atrás para “enfrentar, sola, la gran ciudad”, quedan restos. “Haber vivido en otro mundo es algo de lo que no me arrepiento. Puede ser que traiga de allá mi serenidad”, reflexiona, a los 29 años. En aquel lapso se nutrió en la escuela de Alejandra Boero y en varios cursos con Juan Carlos Gené. Luego, cuando llegó a la pantalla chica como modelo de una publicidad, comenzó a ser su propia “enemiga”: “Me costaba verme y me anotaba lo que estaba mal -recuerda-. Por suerte, esa etapa ya pasó. Ahora aprendo de mis errores. Y aprendo también a perdonarlos”.
Clarin
0 coment�rios:
Publicar un comentario