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Mariano Martínez "El ego es el peor enemigo que puede haber"

El actor asegura que es difícil entrar a la televisión como productor, y que con el proceso judicial de su padre –ya en libertad– la pasó muy mal.

                    "El ego es el peor enemigo que puede haber"

 

Es todo o nada”. Así define Mariano Martínez su regreso al cine con La pelea de mi vida y su actual momento. El embarazo (de su segundo hijo junto a Juliana Giambroni, aunque él mismo dice que “todavía no van tres meses”), la serie Mi problema con las mujeres, el estreno del film el último jueves. No lo dice, pero también está la liberación de Ricky Martínez, su padre –por la causa sobre tráfico de efedrina–, en el tsunami de cosas buenas que le suceden estos días. Con la nueva ficción de Telefe (que estrena este lunes a las 22.30), el actor no sólo le suelta la mano a Pol-ka sino que debuta como productor: “Le puse la espalda en un ciento por ciento”. Y respecto de la película, en la que interpreta a Príncipe, un boxeador que fracasó y debe volver a la Argentina para jugarse todo en una pelea, dice: “Volver al cine de la mano de Sonofilm, de Jorge Nisco –alguien que adoro ya que arranqué actuando, al menos a nivel trascendencia, con él como director–, me pone contento. Tenía ganas de hacer una película comercial, pero evitar caer en lugares obvios, lugares ya un poco rancios”.
—La ficción parece ir recuperando un lugar perdido frente a Tinelli en televisión. ¿Eso también te pone contento?
—Sí, que haya mucha ficción, porque es trabajo para los actores, para muchísimas áreas, y a Tinelli le está yendo bárbaro, así que también trabajo para esa gente hay para rato. Eso es lo que más importa.
—¿Dejarías que tu hija vea a Tinelli?
—(Sonríe) Si bien hay muchas cosas con las cuales estoy en desacuerdo, como show propiamente dicho está bien hecho. Pero en el afán de hacer más rating, de darle a la gente lo que supuestamente quiere ver, implica a veces, para mi gusto, irse un poco de la línea. Aunque estoy hasta las manos, 18 horas por días de laburo, y por eso no lo sigo tanto. Lo dejé cuando aparecieron los Caniggia. Hay millones de cosas realmente perjudiciales que tenemos como país antes que preocuparnos por Tinelli. Si te parece “el Mal”, simplemente podés apagar con el control remoto.
—¿Cómo fue buscar un lugar en la televisión como productor?
—Es difícil entrar a la tele hoy, por muchas razones. Es difícil producir y actuar al mismo tiempo, porque actúo diez horas por día y estoy pensando en muchas otras cosas. Pero dentro de esa locura lo estoy disfrutando, estoy orgulloso y me importa mucho lo que vaya a decir el público. Es siempre lo que más me interesa.
—¿Por qué te fuiste de Pol-ka?
—Ahí hice muchas cosas importantes de mi carrera, y que creo también lo fueron para la productora. Pero hoy es salir de la relación de dependencia. Es una primera experiencia. Tengo temor de ver cómo reacciona la gente, ansiedad... igual confío. La inseguridad y el miedo están. Trabajar a conciencia, sin ir a la deriva, es importante. El fracaso siempre está. Es importante saber lo que yo quiero: si vos la ves, dale para adelante. No todos pueden ver lo que quieren hacer hasta que está hecho. Eso, para todo, es lo que me dejó la vida hasta el momento.
—¿Ya tuviste la pelea de tu vida?
—Todos los años tenés una pelea de tu vida. Y siempre hay que pelearla. Yo vivo así desde que tengo uso de razón. Siempre la peleé de alguna manera. Cuando me pisó el bondi fue un momento extremo. La separación de mis viejos, desamores, traiciones. Todas son peleas de la vida. Amor. Le pasa a cualquier persona, todos la pelean, seas millonario o no. Se trata de saber eso y estar por encima de eso. No hay que vivir amargado porque la vida es una lucha. Lo más lindo es enamorarse, cuidar a tu hijo, a tu mamá, a tus amigos. El ego es el peor enemigo que puede haber.
—¿No sos egocéntrico?
—El ego tiene que estar, obvio. Pero es difícil. Es mejor tener confianza antes que ego, saber que éste viene con inseguridades, que te crean fábulas que te llevan a hacer las peores cosas.
—¿Te pasó?
—Sí, si lo veo ahora, a la distancia, el ego, la inseguridad y la falta de contención me llevaron, cuando era más chico, a cierta oscuridad. No es que haya hecho algo reloco o una maldad que me hiciera merecedor de una condena. Pero sí, pasó en un momento de mi vida y pude verlo y revertirlo. Hay gente que no lo ve nunca. Que no ve que su ego le ganó. Es difícil ponerlo en práctica, seguro, es díficil que no te gane el ego. Es un trabajo lograrlo, pero se puede.
—¿Qué te da miedo hoy?
—Me da miedo perder a mi mujer y a mi hija. No puedo ni tener en la cabeza ese pensamiento. No haría nada de lo que hago ni me interesaría hacerlo sin ellas. En lugar de estar 18 horas laburando como hoy, preferiría disfrutar a mi hija. Hoy ni siquiera puedo ver las ecografías de mi segundo hijo. Pero hay gente que depende de mí, hoy por hoy, y tengo que estar a la altura de las circunstancias. Por suerte ella me apoya y está conmigo. Pero después lo voy a pensar muy bien.
—¿Querés el varoncito ahora?
—Y sí, quiero el varón. Pero antes que nada quiero que esté todo bien. Antes quería una nena a toda costa.
—¿Qué te enamora de tu hija?
—Todo. Su olor, su voz, su personalidad, su piel. Mi hija es una cosa que me vuelve loco. Lo mismo mi señora. Son mi columna vertebral. Cuando era chico pensaba en ser papá, pero no pensaba que iba a ser así. Me supera el amor que siento. Pienso hasta dónde va a crecer este amor. Te hace muy vulnerable, pero es lo más lindo del mundo. Cuando me amargo por cosas que veo en el mundo, está ella.
—¿Qué te amarga?
—La traición desmedida que veo por momentos, las mentiras, querer arruinar al otro. Lo vi mucho en lo que me tocó vivir. Hay gente muy buena y gente muy mala. Quiero que el mundo que les toque a mis hijos no sea el de las mil caras. Se juega mucho al póker, y no está bueno. Yo no sé jugar al póker.
—¿Tu papá acaba de ganar la pelea de su vida?
—Deberías preguntarle a él. Con este tema la pasamos mal, muy mal. Todos. Seguro. Tengo mil cosas adentro, pero me las reservo. Apagá el grabador y te las digo todas.

TV cruel y exitista
Martínez juega al boxeador herido que lucha por su hijo en La pelea de mi vida, que protagoniza con Federico Amador, y –obvio– reconoce haber visto “películas tremendas como El campeón”. Es sabido que se ha creado una imagen de hombre familiar, entonces, ¿por qué correr el riesgo de producirse, de alejarse de su familia? “Porque mi idea es estar desde otro lado, pero antes necesitaba actuarlo yo, ya que como figura de la televisión me es más fácil venderlo. No vengo a cambiar la pantalla pero quiero hacer buenas ficciones, contar historias que valga la pena contar”, asegura.
El actor habla sobre el fracaso de la segunda temporada de Los Unicos, de la que no participó: “Obvio que no me gustó, ya que por mis ex compañeros quería que le fuera bárbaro. Pero la televisión es así de cruel y exitista. Por algo está el minuto a minuto”. Ahora, como productor, ¿será más consciente de eso? “Ahora y siempre. La tele, más allá del contenido, se rige por eso. Apunto a algo de buena calidad, pero también que sea popular. Es lo más importante: que la gente lo mire. A mí me gusta lo popular”.

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