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Benjamín Vicuña “De los cargos políticos no se vuelve”

 Consolidado como uno de los mejores actores del Cono Sur,Benjamín Vicuña no para de trabajar tanto en su Chile natal como en Argentina y otros países de América del Sur.



El actor chileno volvió de Venecia, donde presentó La memoria del agua, que en Argentina se estrenará en noviembre, logró un éxito rotundo en Chile este año con El bosque de Karadima –superó los 400 mil espectadores, todo un mérito en la industria chilena– y el jueves debuta con B-Aires, su primera película en nuestro país, tras diez años de ir y venir entre Buenos Aires y Chile con su familia, Carolina “Pampita” Ardohain y sus tres hijos. Vicuña es muy solicitado en el mercado panregional, los créditos de Prófugos, de HBO, y Sitiados, de FOX, lo confirman, y ya está analizando guiones para seguir en el séptimo arte en 2016. “Estoy exhausto. No me quejo porque ha sido un año movido, positivo y de mucho aprendizaje”, dice Vicuña a PERFIL.
—Dijiste que en Argentina se están haciendo las cosas bien con respecto al cine, ¿a qué te referías en particular?
—Si bien hay que seguir corriendo cosas, me refería a que en mi comparación natural con Chile, la industria acá está gozando de buena salud por las políticas de Estado, de subvención, de difusión y de promoción, de nuevos directores, del reconocimiento internacional de las películas, vemos el éxito de El clan, que la vi en Venecia y me encantó, y que el año pasado sucedió con Relatos salvajes. El público acude a las salas en donde existe un tipo de cine que no es excluye al gran público, y se genera un fenómeno que ojalá en Chile podamos replicar.
—En “Prófugos” hiciste de hijo de un narco, y en “B-Aires” sos un turista víctima de narcos que, de la noche a la mañana, se convierte en un criminal que mata por amor. Julio Chávez le dijo a PERFIL que se asombraba de que se matara tan poco. ¿Pensás igual?
—Sí. Hay una furia contenida, rabia que uno ve, se ve en cómo se está tratando la inmigración en Siria, cómo aparecen los grupos antiislámicos, y esos deseos bélicos tan profundos. Hay que ir manejando y trabajándose para no explotar, si no nos volvemos todos locos. Pasa en sociedades tan evolucionadas, entre comillas, como la de los gringos, que de vez en cuando a un pendejo que le hacen bullying durante dos o tres años, luego va y prrrrrraaaaaffff (mueve sus manos como si manipulara una metralleta) y mata a 17 compañeritos. Ese es el peligro de estas sociedades que están como en un caldo, como una olla a presión, que en algún momento escupe por alguna parte.
—¿Qué es lo que más te aterra de la sociedad?
—La impunidad, lo que genera la inseguridad, y en la involución como sociedad, eso es lo que más me aterra.
—También hiciste de un abusado en “El Bosque de Karadima”, político en “Entre caníbales”, un guerrero en “Sitiados”. ¿Cuáles son los puntos de contacto a la hora de componer personajes tan alejados tuyos?
—El amor. Yo creo que el amor resume y nos define como seres humanos, en diferentes vínculos y formas: de amar a tu hijo, a tu pareja, a tu compañero, tus padres, y como actor cuando me llega una historia entiendo todos mis personajes desde el amor, como desde ese lugar se moviliza. Por ejemplo en B-Aires lo moviliza la locura del amor… El amor te define como persona porque el amor es el resumen de tus carencias, de tus sueños, de lo que necesitás, de lo que te sobra, de tus inseguridades, de tus miserias, y trato de poner foco ahí, y por otro lado tengo millajes y recorrido que me hacen entender el personaje desde ese lugar.
—Darín acaba de ganar el premio Concha de Plata en San Sebastián, ¿seguís la carrera de Ricardo?
—Sí. Mucho. Ricardo, además de ser un gran actor, es un referente en su posición frente a cómo toma su carrera y cómo se enfrenta al cine americano, como fue su postura a la hora de elegir proyectos, compartimos el mismo representante, es un megarreferente, me gusta su sensibilidad, cómo compone, pero básicamente cómo elige y cómo fue armando una carrera. Valoro su humildad porque él siempre compone al servicio de la historia, porque eso lo hace tan grande y tan buscado por los directores.
—Pedro Pascal es chileno, triunfó en “Game of Thrones” y hoy protagoniza “Narcos”, de Netflix, ¿te gustaría protagonizar una serie de Netflix?
—¡Por supuesto! Tremenda plataforma que está haciendo las cosas de forma espectacular. Pero al igual que Darín, quiero trabajar en esta región y que mis películas lleguen los más lejos posible. Mi realidad está acá. Además, soy productor de algunos proyectos en los que participo, me interesa ese rol, y que después esos proyectos sean misiles que lleguen a todos lados como La memoria del agua en Venecia.
—¿Cómo manejás el Centro Cultural Mori? Hiciste “La sangre de los árboles” con Juana Viale y ahora estrenaron “Le prénom”.
—Llevamos títulos que están en Argentina y que han sido probados: Cook, Toc Toc, y que han ido muy bien.
—¿La eligen entre Gonzalo (Valenzuela, su socio y amigo) y vos?
—Sí. Tenemos la decisión editorial de las salas más específicas que tienen que ver con dramaturgia local, otra nacional, otra que se protegen los clásicos, tratamos de tener un punto de equilibrio. Este años cumplimos diez años y estamos felices de las cinco salas en Bella Vista, dos en Vitacura, Vespucio y Viña del Mar y por todo lo que se está autogenerando allá.
—¿Llevan las cuentas con Gonzalo?
—Yo estoy sujeto al contenido más que los números, pero además de actor tengo otros roles en Chile, soy parte del directorio del Teatro Municipal, que es como el Teatro Colón, el más importante de mi país, que es algo nominal y superlindo, que tiene alianzas con el Colón, hablo con Darío Lopérfido, tengo ese lado de gestor cultural que me gusta mucho. No todo es la actuación. Hay que abrirse.
—Imagino que por tu compromiso te ofrecieron un puesto político vinculado a la cultura en Chile, ¿no?
—Sí, y no me interesa. Creo que los cargos políticos no tienen retorno, lo digo de forma clara, por el prejuicio, juicio, de lo que hiciste y no hiciste. Un cargo público donde hay que administrar las esperanzas y necesidades del otro es supercomplicado.


Telefe lo quiere en 2016
—Sos el primer actor chileno con mayor inserción popular en Argentina, ¿cómo te sentís con eso?
—Valoro mucho la oportunidad que me dieron acá, y que me hayan adoptado, el cariño que recibo de la gente cuando salgo a la calle, en las redes sociales, es infinito y los actores trabajamos con ese cariño y reconocimiento, es impresionante, es algo que cuido, es un capital y una responsabilidad. Aquí me han recibido como un laburante, un actor comprometido con lo que hace.
—Un actor puede trabajar por plata o arte, ¿cómo conjugás esas dos contradicciones en tu profesión?
—Uno puede trabajar por muchas razones: por necesidad, por placer, por convicción, por compromiso, por llenar un vacío, porque no te queda otra, por evadir, por intereses, etc. En mi vida intento elegir de forma honesta, intuitiva, proyectos que me hagan reencontrar con el actor, con la vocación, que me hagan sentir útil, y que me den la posibilidad de jugar y seguir creciendo.
—Sé que terminaste contento con Entre caníbales aunque no le fue bien en rating. ¿Qué es lo que te dejó la ficción?
—Me dejó lo bueno de contar una historia sabiendo que estábamos sujetos a los resultados variables, difíciles, y de haber tenido el coraje de asumir el riesgo. Valoro la experiencia de un personaje muy demandante, exigente, el trabajo con Joaquín (Furriel), que me parece un tremendo actor y compañero, de fenómeno director como Juan (Campanella), y un elenco que pasó esta adversidad y contamos una historia bien potente.
—¿Por qué no vas a hacer televisión en 2016?
—¿Quién dijo eso? Estoy viviendo el vértigo de mi trabajo. Tengo una propuesta para hacer televisión abierta y la estoy analizando, estudiando.
—¿Te seduce?
—Sí.
—¿El Trece o Telefe?
—Telefe. Estoy tratando de compaginarlo con otros proyectos en cine que tengo en mente pero está todo muy abierto aún.

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