El actor asegura que eligió bajarse de proyectos para priorizar su vida personal y se enorgullece de haber crecido en otra televisión.
Pablo Rago es una fuente de energía. Renovable, obvio. Ahora, hoy, habla con motivo del estreno de No te enamores de mí, film coral de Federico Finkielstain estrenado el pasado jueves, donde interpreta a un hombre casado que tiene una amante. Pero es sabida que su gran mutación fue devenir en uno de los dos conductores de TVR, el programa producido por Diego Gvirtz. De hecho, en ese rol fue que habló sábados atrás sobre Lita de Lázzari, la ahorrativa ama de casa que alguna vez sostuvo respecto de los desaparecidos: “no sabemos dónde andan, a lo mejor andan por ahí, paseando por el mundo”. De hecho, antes que hablar, como él sostiene, “me fui. Hablé como si estuviera en el living de mi casa. Me fui. Igual los que se ofendieron, digo... ella es una persona que sostuvo lo que sostuvo sobre los desaparecidos. Pero como estaba Leo (Sbaraglia) en el programa, me sentí cómodo y me fui”. Pero se armó un pequeño tsunami mediático: “Creo que desde que nació mi hijo (Vito) no le doy tanta bola a estas cosas. Si no te miran como a un paquetito, y te tratan como si vivieras adentro de una cajita. Es tan verdadero lo que devuelve un chico que sabés ver qué te interesa de la gente. Pero pago el costo: bajarme de Caín y Abel, bajarme de Todos felices... pago el costo yo, pero lo hago para no sentirme un infeliz. Hace 36 años que laburo, y a veces no tienen en cuenta eso”.
Rago es un nombre que ha recorrido y ha metabolizado la televisión argentina. Por eso, cada frase, cada declaración, remite a un mundo que le es tan común como ir a la verdulería. ¿Llegar a ese lugar en el que elige dónde trabaja y, por ejemplo, elige ser conductor fue un proceso generado por varios choques? “Para nada. No. No por nada hay una gran frase que dice ‘Nadie se quema’. Mientras no chorees guita, ya está. Soy una persona honesta. Laburo desde los cuatro años, y voy a cumplir 40. Tengo los huevos llenos de algunas cosas: por ejemplo, gente que llegó cuando yo ya estaba hace un montón. Cuando la tele se hacía de otra forma, no estaba Tinelli, no estaba Rial”. Por eso, por esa vida en la tevé, Rago no cree que la tevé haya cambiado, o al menos, no se hace eco de críticas-lugares comunes: “Me parece que es natural lo que va pasando en la tele. No me gusta pensar ‘antes la tele era mejor’. No se puede medir. ¿Con qué lo comparás? Yo estaba ahí cuando la tele arrancó. No podés pedir que piense por nosotros, que se ocupe de la educación de nuestros hijos”.
Habla de Ricardo Darín, con quien compartió varios momentos de carrera incluyendo la ganadora del Oscar El secreto de sus ojos. ¿Le gustaría tener una carrera actoral como la de él? “Siempre me pareció genial Ricardo, desde que lo conocí en el ’83 y laburamos juntos con (Hugo) Moser. No pensaba que se iba a ganar un Oscar. Lo admiro de siempre, de cuando le decían ‘galancito’”. Respecto a ese mote, sigue Rago: “Hay cosas que las aprendí de ellos: de Ricardo, de Carlín, que siempre se cagaron en si los llamaban así. Ricardo tiene desmitificado ese halo de los ‘serios’ y los ‘no serios’. Era mucho más marcado antes. En el San Martín no entraba gente de la tele”. ¿Cómo sigue su vida actoral? “Es una muy buena pregunta porque no sé qué quiero hacer. Estoy leyendo muchas obras de teatro, buscando algo para hacer con Romina Gaetani. Y quiero llevarlo a Gabriel Schultz al teatro”.
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