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Rafael Ferro y Muriel Santa Ana protagonistas de "El donante"

Rafael Ferro y Muriel Santa Ana cuentan cómo es la ficción que protagonizan, junto a Carlos Belloso, y que debutará el martes por Telefe. Dramática y desopilante.






Se conocen mucho y bien. Entonces se cuidan, se elogian, se miman a puro cumplido y respeto mutuo. En la lucha de egos entre Muriel Santa Ana y Rafael Ferro, gana el que menos tiene. “El programa se llama El donante , así que el protagonista es él”, dice Santa Ana. El, Ferro, le lanza una mirada seria y niega con la cabeza. “Está bien, siempre me corrigen, los protagonistas somos él, Carlos Belloso y yo”, se retracta Santa Ana y, entonces sí, Ferro le devuelve una mirada aprobatoria y ambos ríen.
Trabajaron juntos por primera vez en Lalola (América), pero fue en Ciega a citas(Canal 7) donde compartieron un éxito inesperado y, en palabras de Santa Ana, dieron “un salto de calidad” en lo profesional. Dos años después vuelven a juntarse para protagonizar El donante , junto a Carlos Belloso y María Alché ( La niña santa ). Esta miniserie, coproducida por Telefe y Eyeworks Cuatro Cabezas, constará de 13 capítulos e irá, desde pasado mañana, los martes a las 22.15 por Telefe.
“Trata un tema profundo que nos compete mucho, como es la identidad, al que se lo puede tocar desde distintos lados –explica Ferro-. Nosotros elegimos contarlo como una comedia, que tiene sus momentos muy emocionales y dramáticos también, pero muchos otros que son desopilantes”.
Su personaje, Bruno, es un ingeniero al que le fue muy bien económicamente. La mujer que amaba murió hace unos años y, más allá de alguna amante ocasional, las únicas personas con las que cuenta son sus amigos Raúl (Belloso) y Eva (Santa Ana), un matrimonio con dos hijos que son como su familia. De jóvenes, Bruno y Raúl eran donantes de esperma. “Lo hacían para bancarse los estudios, porque les parecía divertido y además les pagaban bien”, justifica Ferro. Y lo hacían en la clínica que luego heredaría Eva. Así comienza su relación.
Los días de Bruno transcurrían sin sobresaltos hasta que apareció Violeta (Alché), una chica de unos 20 años que le confiesa que es su hija, fruto de un óvulo fecundado con una de sus donaciones. Pronto Bruno descubrirá que hay otros 143 jóvenes que también llevan su ADN, y junto a Violeta saldrán a buscarlos en los diferentes episodios. “Violeta tiene la fuerza y la luz para proponerle a él una nueva vida. De golpe, a este tipo medio hosco y solitario, que está más muerto que vivo, lo llena de vida”, describe Santa Ana.
La última vez que trabajaron juntos, en “Ciega a citas”, jugaban con cierto patetismo de sus personajes. ¿Se da algo de eso ahora también? Santa Ana : Es cierto que el secreto de Ciega a citas era el patetismo de Lucía. El de todos los personajes, en realidad. Acá, ella es una médica que físicamente tiene una prolijidad, y una pulcritud al vestir, que para mí fue uno de los atractivos. El de poder hacer algo diferente de aquello en lo que se me venía viendo. Acá estoy fuerte.
¿Cómo se hace comedia a partir de un tema como la identidad que, según el enfoque, puede ser muy dramático? Ferro : En el hecho de que al tipo le aparezcan 144 hijos es donde reside la comedia, porque es como un delirio. Bruno y Raúl donaban esperma pero evidentemente jamás pensaron en eso.
Santa Ana : Yo no sé si se va a percibir entrada, pero también surge la duda sobre qué es una familia. Porque se muestra a la familia tradicional (que es la de mi personaje) de una forma medio decadente. Y por otro lado aparece Violeta, que le da un vuelco a la vida de Bruno, y entonces uno nunca sabe cómo ni de qué manera se puede formar una familia.
Hay más responsabilidad en protagonizar por segunda vez? Ferro : Como actor, yo siento que con cada proyecto nuevo tengo que volver a remarla y me la tengo que volver a ganar. Y eso tiene algo bueno también. A mí no me gustaría estar instalado como el gran protagonista. No me interesa, porque eso también tiene un costo, que sería el exceso de notoriedad. Y si hay algo de este trabajo que no me termina de gustar es eso, el riesgo de pasar a ser más una figura que un actor.

(Clarin)

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